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miércoles, 19 de septiembre de 2018


GLOBALIZACIÓN, CAPITALISMO COMPUTACIONAL
Y LA NECESIDAD DE UN
NUEVO PENSAMIENTO ADMINISTRATIVO

Autor: Mg. Carlos A. J. Molinari

(Ponencia presentada en la VI Jornada de Actualización en Administración, Universidad Nacional de Luján, 13 de septiembre de 2018)

Resumen:

A partir de las transformaciones que atraviesa nuestra sociedad contemporánea es que nos proponemos, centrando en la cuestión de la globalización así como en el denominado capitalismo computacional y su impacto en los estudios organizacionales, sentar las premisas que nos posibiliten pensar una teoría de la administración adecuada a estas características de nuestro presente. De esta manera, formularemos algunas preguntas que permitan analizar críticamente los supuestos en los que se asienta la gestión en instituciones y organizaciones.

Palabras clave: globalización, capitalismo computacional, pensamiento crítico, historicidad

El objetivo de esta ponencia es analizar la pertinencia y la necesidad de una nueva manera de pensar la administración, considerando los cambios producidos en la sociedad, podríamos decir en el sistema capitalista a nivel mundial, como resultado de la denominada globalización y de una variable que no solo actúa como condición de posibilidad de la misma sino que se transforma en fuerza motriz de la profundización del proceso, que son las que denominamos nuevas tecnologías digitales.
Entonces es necesario hacer algunas precisiones sobre el sentido en que estoy utilizando estos conceptos enunciados en el título, de globalización y capitalismo computacional, si bien no es el objetivo profundizar aquí en los mismos.
En el caso de la globalización, entiendo que hay que señalar que el término no abarca solamente un fenómeno económico, sino que se manifiesta en todas las esferas de lo social, independientemente de que es la dimensión de la economía la gran impulsora del proceso. Si bien la globalización es constitutiva del sistema capitalista –ya Marx y Engels lo habían expuesto en 1848 en el Manifiesto Comunista aunque ellos utilizan el término mercado mundial-, la etapa actual se puede decir que se inicia en la década de 1970 donde sus características, desde el problema que nos ocupa, son la preeminencia de lo que Duménil y Lévy (2015) denominan la Finanza, o sea las instituciones financieras, el papel preponderante de los cuadros –también en la terminología de estos autores- en la dirección de las empresas constituyendo una capa con poder de decisión inédito en la historia y el surgimiento de un nuevo tipo de empresas, que denominamos metanacionales , empresas que tienen su domicilio legal en un país, en otro la gerencia corporativa, en un tercero los activos financieros, en uno o más países los empleados administrativos y las fábricas propias o tercerizadas. Estas empresas desnacionalizadas se están transformando en organizaciones totalmente virtuales; las fábricas y depósitos están en espacios físicos mientras que la toma de decisiones y las finanzas habitan en el espacio digital.
Todo lo expuesto, en el marco de una veloz interconexión e interrelación entre la producción, la distribución y el consumo a nivel mundial, así como en su impacto en la dimensión de la cultura.
Este proceso global, ha profundizado lo que ya existía en los estudios de administración, que es la existencia de un pensamiento único elaborado en los países centrales e irradiado hacia la periferia que lo consume y aplica de forma mecanicista. Quiero destacar que no me interesa aquí lo instrumental sino un pensar que permita comprender la organización y la administración de la misma.
El otro concepto asociado es el de capitalismo computacional, también denominado por algunos autores como Vercellone capitalismo cognitivo –sin abordar aquí la cuestión de la justeza de estas denominaciones-, que a partir de la red internet, auténtica condición de posibilidad tecnológica de la globalización, en conjunción con otras tecnologías y técnicas digitales, están transformando todo el sistema productivo y de consumo. Nos referimos fundamentalmente a internet de las cosas, la web 2.0, la robótica, la impresión 3D, machine learning, la realidad virtual y aumentada, el crecimiento exponencial de la capacidad de procesamiento de datos, la inteligencia artificial, que están configurando una realidad de nuevo tipo donde las ganancias de productividad, como sostiene Stiegler (2016), vienen inducidas por la automatización y la numerización.
Esta nueva realidad conforma una empresa donde determinados niveles de decisiones, el trabajo operativo y parte del trabajo manual comienzan a ser reemplazados por software y artefactos.
Si la situación descripta mejora la productividad es un tema en discusión pero de lo que no hay dudas es que con las nuevas tecnologías se busca evitar la caída de la tasa de ganancia y, cuando es posible, promover el aumento de la misma.
Es en este contexto, que ha surgido un nuevo tipo de empresa, que continúa mutando en su organización y sus formas de gestión.
Ante este sucinto cuadro de situación, mucho más complejo que esta breve descripción, es evidente que nos encontramos frente a una profunda modificación de la empresa y sus relaciones, lo que entiendo no se ha visto reflejado en la teoría que se transmite en los cursos universitarios en nuestro país, donde se forman los futuros profesionales de la gestión; así como ha sido y es escasa la producción en investigación en la administración en estos nuevos contextos.
Me permitiré entonces formular algunas cuestiones que entiendo pueden ayudarnos a repensar el andamiaje de la administración.

Primera cuestión: La teoría de la administración ha desarrollado tradicionalmente una visión acrítica, ahistórica y no situada geográficamente, que ha repercutido en la enseñanza de la disciplina en las aulas universitarias y que se ha trasladado a la práctica profesional.
Decimos acrítica porque desde ese hito que fue la publicación en 1911 de The principles of scientific management por Frederick Winslow Taylor, se han repetido en nuestro país –fenómeno que es posible trasladar a nivel mundial-, mecánicamente los conceptos de lo que se han dado en denominar escuelas de pensamiento administrativo, sin someter los mismos al tamiz del análisis crítico o a la búsqueda de otras fuentes que podrían poner en duda lo afirmado en las distintas obras de los pensadores de cada corriente, provenientes con excepciones –por ejemplo Fayol- de los EE.UU. y en menor medida de Gran Bretaña. Un simple repaso por la bibliografía en los cursos universitarios posibilita visibilizar su origen y, en el caso de producciones locales, se limitan a repetir un pensamiento único expuesto como verdad sin ser sometido a la crítica, con pocas excepciones.
Podríamos preguntarnos por ejemplo, porque se consideran los planteos de Taylor como el punto de inicio de la teoría de la administración y se silencian otros aportes como el Manuel des Affaires ou Traité théorique et practique des enterprise industrielles, comerciales et agricoles de Jean-Gustave Courcelle Seneuil del año 1855, dedicado a la gestión de empresas o como el de Robert Owen que en los inicios del siglo XIX revolucionó la concepción sobre la importancia del personal en la producción demostrando que cuidar el bienestar de los obreros mejoraba la rentabilidad.
Constituyendo las organizaciones realidades no equiparables, ya que se diferencian por tamaño, expansión geográfica, mercados atendidos, estructuras, tipo de producto o servicio, formas de propiedad y otras características, hay que preguntarse porque no se ha dado un análisis crítico de los distintos aportes de la administración de acuerdo a su adaptabilidad o a su eficacia en la aplicación para cada tipo de organización o institución.
Lo que estamos planteando, se relaciona con la segunda visión que hemos mencionado, donde la administración se nos presenta como fuera de la historia. Cada teoría, se debe estudiar siempre en relación con los contextos socio-económicos, políticos, tecnológicos, jurídicos y culturales en que es producida y con los conflictos presentes en cada momento histórico.
Pensar por ejemplo que la obra de Taylor fue la inspiración de un ingeniero inteligente y no el producto de un momento histórico donde las empresas –no solamente de EE.UU.- se enfrentaban a una caída de la tasa de ganancia -como bien demuestra Hobsbawm- y también un momento de enfrentamiento de los dueños de las empresas en ese país con los sindicatos y la consecuente necesidad de disciplinamiento de la clase obrera –que muy bien estudió Coriat- es desconocer cómo se generan las ideas en la historia. De la misma manera podríamos analizar cada autor en una hipotética –a construir- historia intelectual del pensamiento administrativo.
Pero también dijimos que nuestra disciplina se desarrolla no situada geográficamente, porque no se analiza a partir de los contextos particulares de los países del que podemos denominar el mundo subdesarrollado, sino que se toma lo producido en determinados países y se traslada mecánicamente al conjunto del planeta.
Cooke (1985) decía que lo que hace a una ideología foránea, extraña, no es su origen sino su correspondencia con la realidad nacional y sus necesidades. Entonces el camino para abordar la cuestión es el estudio de la realidad nacional y después ver como se adapta en todo o en parte la teoría de la gestión o como se reelabora para nuestras necesidades.

Segunda cuestión: Dadas las características que hemos resumido con relación a los estudios de la administración, a partir de mediados de la década de 1980, comenzaron a surgir especialmente en el Reino Unido pero también en los EE.UU., autores que comienzan a cuestionar el derrotero de nuestra disciplina –aunque algunos retrotraen ese momento al año 1974, cuando Harry Braverman publica Trabajo y Capital monopolista- que se agruparon bajo el nombre de Critical Management Studies -Estudios Críticos de la Gestión-, si bien los mismos no constituyen ni una institución ni una escuela de pensamiento en un sentido clásico, sino que se trata de profesionales que cuestionan las visiones tradicionales de los estudios sobre la gestión desde una postura crítica, que enfrenta un pensamiento puramente instrumental de la administración –donde utilizo el término instrumental en el sentido que le da Horkheimer a la razón instrumental-, consecuentemente la supuesta neutralidad de las técnicas empleadas sin analizar los intereses implícitos en ellas y la transformación de las organizaciones en herramientas de dominación y explotación.
Los autores que conforman esta corriente no institucionalizada a nivel mundial, abrevan en distintos campos disciplinares como la sociología, la filosofía, la economía, la historia, la antropología, los estudios de género o la psicología y a su vez introducen en los estudios administrativos autores que no estaban presentes en los mismos tradicionalmente por no pertenecer a este campo, como Marx, Bourdieu, Foucault, Deleuze, Marcuse, Bauman y muchos otros. De esta manera, no solo incorporan la diversidad sino que también generan la penetración de la ideología, la gran ausente de los estudios disciplinares en gestión, como si los conflictos y los intereses de clase no estuvieran presentes en la teoría de la administración.
Para Luis Ramírez (2004), tomando criterios expuestos por Fournier y Grey (2000) que exponen la dificultad de establecer elementos comunes dentro de esta corriente dada la pluralidad teórica de los distintos autores, plantea tres conceptos que caracterizan a los CMS.
El primero es la desnaturalización, como un ataque directo a los saberes recibidos, donde la administración estaría compuesta por tecnologías neutras y procesos funcionales destinados a maximizar la utilización productiva de recursos en nuestro beneficio.
El segundo es la anti-performatividad, donde performatividad es un término tomado de Lyotard, que refiere a inscribir el conocimiento en un cálculo de medios contra fines, clásico de la administración.
Y el tercero es la reflexividad, una corriente filosófica y metodológica que promueve el debate sobre la epistemología y la ontología en los estudios de la gestión.
A los mencionados, Ramírez agrega una estrategia de investigación no positivista, una postura teórica pluralista y el compromiso con proyectos políticos emancipadores.
Se puede decir entonces que los CMS no representan solo una visión crítica en el sentido tradicional, como podría haber sido el enfrentamiento entre el fordismo-taylorismo y la denominada escuela de las relaciones humanas, sino que estos nuevos analistas se proponen un programa a mi criterio radical, pues conscientemente en algunos casos y no en otros, han introducido el pensamiento crítico transformador en la disciplina, que es un pensamiento cuestionador de la realidad no solo organizacional, sino de la social en la cual se encuentran inmersas las empresas.
Lo expuesto no implica que todos estos intelectuales tengan una posición única frente a los distintos problemas que plantea la gestión de las organizaciones ni que utilicen los marcos teóricos citados en el mismo sentido; como asimismo se debe señalar que no todos los autores que han adoptado este encuadre teórico y metodológico se reconocen formando parte de esta corriente.
Esta visión posibilita una mirada distinta de mucha de la bibliografía que circula en las aulas universitarias y en los círculos profesionales; una bibliografía que recorre un pensamiento administrativo en el siglo XX e inicios del XXI que funciona como dogma establecido sin visiones alternativas que se fueron dando en paralelo a la línea oficial.
Un pensamiento que instaura una lógica organizacional donde la primacía de la rentabilidad individual guía toda la teoría de la gestión y donde otras formas organizacionales – como las cooperativas o las empresas estatales-, o la rentabilidad social quedan fuera del debate.
Como hemos expuesto han existido y existen visiones controversiales, pero que no llegan a cuestionar algunos principios fundamentales como las contradicciones irreconciliables entre empresa y sociedad, que la teoría de la gestión ha tratado de encubrir apelando a una supuesta responsabilidad social de la empresa. Asimismo aparecen soslayados temas portadores de conflictos insalvables como el del poder, la comunicación, la supuesta cultura organizacional o el control; en realidad se pretende dejar de lado la cuestión de la política en la gestión y, como se ha expresado, la ideología que porta.
Aquí aparece otra pregunta que es necesario formularse: ¿Porqué los autores representantes de esta nueva forma de pensar los estudios administrativos no forman parte de los planes de estudio en nuestras universidades y, si lo hacen, es en forma totalmente marginal? Por lo menos en Argentina, es casi nula la presencia de autores como Alvesson, Willmott, Aktouf, Chanlat, Pesqueux, Bedard y otros.

Tercera cuestión: Lo que nos debemos preguntar entonces es porqué se ha dado esta situación en nuestro espacio disciplinar. ¿Porqué somos capaces de adoptar como dogma las distintas modas administrativas –utilizando el término de Jackson- sin someterlas a un juicio crítico?
Responder a estas preguntas es posible a partir de Bourdieu (2003) y su análisis del campo de poder y el campo intelectual. Para este autor un campo –en nuestro caso el científico- se define por aquello que está en juego y sus intereses específicos y su estructura es un estado de la relación de fuerzas entre agentes e instituciones que intervienen en la lucha o como se distribuye lo que denomina el capital específico.
Así quienes monopolizan el capital específico, que es el fundamento del poder o la autoridad dentro del campo se inclinan hacia estrategias de conservación o la ortodoxia y los que disponen de menos capital, los recién llegados, se inclinan a estrategias de subversión del campo.
De acuerdo a este encuadre teórico, debemos considerar como las teorías generalmente aceptadas en administración a nivel mundial, que parten de los centros de pensamiento fundamentalmente de origen anglosajón, constituyen esa ortodoxia que no solo invade esos centros de pensamiento, sino todo el que se genera en el campo en los distintos países y en las universidades.
Los campos de poder así constituidos tienden a evitar el pensamiento crítico, ya que el mismo amenaza la doxa, utilizando el término en el sentido que le da Bourdieu.

Cuarta cuestión: El creciente papel de las tecnologías digitales y el crecimiento de la inteligencia artificial, en todos los ámbitos de la vida pero fundamentalmente en las empresas –tanto en la producción como en la gestión- están transformando las bases del trabajo del administrador.
Este complejo tecnológico, que los alemanes denominaron Industria 4.0, como un camino de fusión entre internet y la producción (Merkel citada por Schroeder, 2016), ha modificado –o está en camino de hacerlo- la dimensión de la organización del trabajo, de los sistemas de información y comunicación y de la oferta de productos y servicios, así como el desarrollo de los mismos.
Si bien entiendo hay que desmitificar que se trate de una supuesta cuarta revolución industrial, ya que en realidad hay que decir que en el gran proceso de la Revolución Industrial que catapulta al capitalismo, hay tecnologías –como el vapor, la electricidad, la electrónica y en la actualidad las redes móviles- que se constituyen en pivotes de los nuevos sistemas tecnológicos. Entonces se trata de etapas tecnológicas de la Revolución Industrial (Molinari, 2017).
De hecho, también en este caso Marx y Engels en 1848 habían planteado como la burguesía revoluciona incesantemente los instrumentos de producción y con ello las relaciones de producción y todas las relaciones sociales. Por lo tanto estos cambios tecnológicos también son constitutivos del capitalismo.
En el nuevo marco de las redes digitales móviles, progresivamente la producción y la administración se van automatizando, reemplazando trabajos calificados por robots de distinto tipo, con lo cual todo lo que pueda realizar una máquina, lo hará.
Ahora, la administración actúa en dos dimensiones: la cuantitativa y la cualitativa. Pero la primera –cálculo de costos, datos contables, presupuestos, planes-, está siendo reemplazada por las máquinas. Inclusive con la IA se están reemplazando funciones típicamente humanas como la atención al cliente o decisiones de inversión.
Entonces el tema es que los factores instrumentales han perdido su valor en la formación de los futuros profesionales. Frente a este cuadro, queda solo una alternativa: direccionar la formación de los futuros administradores a lo cualitativo, o sea: pensamiento crítico y creatividad, siendo la innovación una consecuencia de estos primeros.

Quedan por último dos cuestiones que solo mencionaré brevemente debido a los objetivos del trabajo pero que también deberían generar nuestra atención y profundización.
Por una parte, la falta de estudios profundos –con pocas excepciones- sobre la existencia de una epistemología de la administración y su ausencia en la currícula universitaria. No es posible pensar si la administración es o no una ciencia, si no podemos desarrollar una epistemología que le sea propia.
Y por último un tema no menor, es la concepción del hombre implícita en la teoría de la gestión. El sujeto presente en la bibliografía de la administración es un sujeto racional, pero como citábamos provisto de una racionalidad instrumental donde no interesan tanto los fines sino los medios, un homo oeconomicus importado de la economía neoliberal, cuyo objetivo es la toma de decisiones que beneficien a la empresa, por lo tanto donde se privilegia la rentabilidad organizacional y a su vez que actúa en su beneficio individual.
Frente a este planteo, es necesario recuperar una concepción humanista que ponga al hombre en el centro de las preocupaciones de la gestión.

Conclusiones

Asistimos a cambios sociales profundos, que en una relación dialéctica, transforman la sociedad para hacerlo también con los seres humanos.
Una transformación que incide profundamente en esos dispositivos sociales que llamamos empresas y en las relaciones de éstas con la sociedad de la que forman parte, la que incluye a sus empleados y clientes.
Si pretendemos gestionar estas organizaciones, necesitamos abordar la formación de profesionales de la gestión imbuidos de una teoría que les posibilite comprenderlas así como comprender a la sociedad que las contiene.
Estos nuevos profesionales deberán surgir de una formación “renacentista”, que sea capaz de combinar las ciencias y las artes, dotando al profesional de un nuevo humanismo y de un pensamiento crítico que le posibilite transformar la realidad en camino hacia una sociedad donde el hombre no sea lobo del hombre.

Bibliografía:

Bourdieu Pierre. Campo de poder, campo intelectual. Quadrata Editorial, Buenos Aires, 2003.

Cooke John William. Peronismo y revolución. Buenos Aires, Parlamento, 1985.

Duménil Gérard y Lévy Dominique. La gran bifurcación. Acabar con el neoliberalismo. Capital Intelectual, Buenos Aires, 2015.

Jackson Mike C. Más allá de las modas administrativas: el pensamiento sistémico para los administradores. Innovar, Universidad Nacional de Colombia, Nº 4, 1994. pp. 6-21.

Marx Carlos y Engels Federico (1848). Manifiesto Comunista. Editorial Anteo, Buenos Aires, 1960.

Ramírez Q. Luis H. Hacia un análisis crítico de la Gestión: Presentando los “Critical Management Studies”. Estado, Gobierno y Gestión Pública, Revista chilena de administración pública, vol. II N° 4, Chile, 2003-2004. pp. 7-25.

Schroeder Wolfgang. La estrategia alemana Industria 4.0: el capitalismo renano en la era de la digitalización. Friedrich-Ebert Stiftung, Madrid, 2016.

Stiegler Bernard. Para una nueva crítica de la economía política. Capital Intelectual, Buenos Aires, 2016.