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sábado, 4 de junio de 2022

 

LAS TECNOLOGÍAS DIGITALES Y LA TRANSFORMACIÓN

DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR

 

Dr. Carlos A. J. Molinari

 

Las tecnologías digitales, se han constituido en un catalizador de profundos cambios en el seno de nuestra sociedad contemporánea, aun considerando que las mismas no son una variable autónoma, sino que son el producto de cambios en la esfera económico-social que las posibilitan.

En este marco, la Universidad, tanto en lo que hace a su modelo de gestión como en el propio modelo académico, no puede ni debe quedar aislada de su progresiva implementación, ya que posibilitan insertar a esta institución en una sociedad en movimiento, sin que esto implique plantear forma alguna de determinismo tecnológico o tecnotriunfalismo.

En este sentido, la utilización de las TIC's y las redes, están creando nuevos modelos de vincularse con los alumnos y entre los docentes, así como de éstos con la estructura de soporte administrativa y académica, que pueden y deben ser impulsados como parte de una mejora en el proceso educativo.

Nuevas formas de comunicarse dentro y fuera de los cursos, modelos novedosos de investigar y ampliar el acceso a datos e información, cursos a distancia semipresenciales y virtuales, cursos gratuitos hacia la comunidad, repositorios digitales, son algunas de las formas que puede asumir la utilización de estas tecnologías en las instituciones de educación superior.

Este trabajo, tiene como objetivo explorar la utilización de estas tecnologías digitales, como un instrumento para mejorar la gestión administrativa y académica de las instituciones de educación superior, así como los procesos de estudio e investigación.

Considerando lo expuesto en el primer párrafo, más allá de los objetivos específicos expuestos, es imposible soslayar en el mismo una visión integral de la sociedad y de sus interacciones con la tecnología, pues caso contrario se correría el riesgo de abordar el problema desde una visión parcial, lineal y mecanicista.

 

Impacto de las TIC’s en el proceso educativo

 

En una primera instancia, se trata de analizar cuál es el impacto que están teniendo estas tecnologías en la educación, independientemente de los niveles educativos o la ubicación geográfica de la población observada. Pero especialmente considerando, el acelerado proceso de implementación y adaptación a las mismas, desde el año 2020, producto de la situación de pandemia; hecho que obligó a las instituciones educativas a saltar etapas y procesos para abordar la nueva situación.

Vamos a iniciar este análisis, con unas reflexiones de Umberto Eco (2007, dedicadas a la cuestión de para qué sirve un profesor. El intelectual italiano, plantea como la red Internet, transformada en una gran enciclopedia, puede proporcionar todos los datos que se necesiten, pero lo que transforma a una clase en una buena clase, no son los datos que se transmiten, sino el hecho de provocar el diálogo y la confrontación de opiniones.

También sostiene que la red proporciona datos sin fin, pero hace falta verificar la información; hay que saber buscarla, filtrarla, seleccionarla, aceptarla o rechazarla, así como también es necesario establecer la relación sistemática entre las nociones que aparecen en la red.

Igual, como dice Eco, no vamos a recordar todo, pero decidir que vale la pena recordar y que no, es un arte sutil.

Este artículo representa una plataforma, a partir del cual se puede pensar el papel de las tecnologías digitales y la inteligencia artificial en el aula, en relación con el rol del docente y los objetivos del proceso educativo.

En un trabajo publicado por la Fundación Telefónica de España (2018) -sin entrar a considerar aquí las intencionalidades del mismo-, se analizan algunas cuestiones que se relacionan con la tecnología y su implementación en el aula.

En ese sentido, lo primero a destacar que se considera relevante para nuestros objetivos, es que plantea como las tecnologías pueden reemplazar tareas rutinarias, pero no pueden reemplazar –por lo menos en el actual momento del desarrollo de las mismas decimos nosotros-, la capacidad de los humanos de resolver problemas. Pero esta capacidad, vinculada al pensamiento crítico, la creatividad o la innovación, para que se traslade a los alumnos, necesita de docentes y de planes de estudios que las incentiven. No basta con que las tecnologías digitales estén colonizando todas las dimensiones de lo social; esto no alcanza para trasladarlas automáticamente al sistema educativo.

Se trata por lo tanto, de comenzar a pensar no solo cómo se utilizan estas tecnologías en el aula, sino para qué se utilizan, o sea, qué relación tienen con las prácticas pedagógicas.

Otra información significativa en el trabajo citado, es el estudio que enfocado en alumnos de educación media y superior, reporta las causas del rechazo a la escolarización de la tecnología. Estas cuatro causas son:

a) Los alumnos piensan que sin esas tecnologías, se podría haber trabajado igual el tema, pues el uso que les da el docente es irrelevante.

b) Los alumnos deben realizar un mayor esfuerzo para obtener los mismos resultados.

c) Los alumnos están acostumbrados a las metodologías tradicionales y más, cuando el uso de la tecnología es para promoverlas.

d) La privacidad de los adolescentes, entendiendo que las redes son un medio de comunicación y de relación con sus pares, sin que los docentes participen.

También se plantea en este trabajo, la cuestión desde el docente, el cual percibe un mayor esfuerzo al incorporar las TIC’s en el proceso educativo y no consigue una ganancia en los resultados obtenidos.

Es necesario señalar, que el hecho de la incorporación masiva de sistemas de videoconferencia, a partir de la situación de pandemia, no ha modificado lo expuesto, pues solo se trata de sistemas de comunicación, que dependen en todo caso de su utilización pedagógica.

La problemática de los resultados adquiere relevancia, ya que según el trabajo citado, los estudios de impacto estarían mostrando que en países de América Latina, las políticas nacionales de educación y tecnología, no han sido lo suficientemente fuertes para obtener resultados distintos a los que se obtenían previamente.

Asimismo, en el estudio se resalta una cuestión, que estaría marcando el camino complejo que implica la implementación de las TIC en el aula. Según los resultados PISA 2012 –e independientemente de la posición del autor de este trabajo frente a éstos análisis- países que se encuentran en los primeros lugares como Finlandia, Corea del Sur o Japón reportan un bajo uso de tecnología en centros educativos, mientras que otros países que también se encuentran en los primeros lugares, como Singapur, Estonia o los Países Bajos, tienen una utilización mayor de tecnología.

Pero más allá de experiencias como las descriptas, surge con fuerza la idea de la necesidad de integrar las nuevas tecnologías digitales con la educación y, en nuestro caso de estudio, con  la educación superior.

En un trabajo de Javier Jiménez et al. (2015), los autores señalan como las estrategias vinculadas a la introducción de tecnologías en las aulas, hacen hincapié en el acceso a las mismas a partir de la conectividad y la incorporación de computadoras, la capacitación de los profesores y los cambios en el currículum, que incluyan componentes vinculados a la tecnología, pero marcando la tendencia a ignorar los resultados poco efectivos en la incorporación de la misma, lo que conduce a reemplazar un problema educativo por otro; tema éste que se vincula con el estudio anteriormente citado de la Fundación Telefónica.

Describen asimismo quienes son, a su criterio, los principales actores que están impulsando nuevos paradigmas en la incorporación de nuevas tecnologías en las aulas: la UNESCO, los Foros Mundiales y la OCDE.

En ese sentido, la UNESCO piensa las TIC como portadoras de desarrollo, otorgando nuevas cualidades a la tecnología, como calidad y equidad de oportunidades.

La organización, estima que es fundamental la producción de políticas públicas de TIC en la educación, promoviendo tres etapas, que consisten en facilitar la estructura tecnológica en los centros educativos y capacitación a los docentes, asegurar condiciones de uso de las TIC en los procesos de enseñanza aprendizaje y, por último, crear condiciones ideales para que las TIC formen parte de la dinámica educativa, a partir de su apropiación social. 

Otro de los actores que impulsan la relación entre tecnología y educación, son los Foros Mundiales, para los que, en palabras de los autores citados, “la tecnología en la educación ya no es una opción, se ha convertido en un imperativo”.

Un dato relevante a destacar, es que entre los compromisos del Foro Mundial de la Educación en Dakar del año 2000, aparece la revalorización de la presencia del libro, como instrumento imprescindible de acceso a la cultura y como medio fundamental para utilizar las nuevas tecnologías.

No se trata de un tema menor, ya que muchos de los planteos vinculados a las nuevas tecnologías digitales y su implementación en procesos educativos, hacen hincapié en la cultura visual de las nuevas generaciones, olvidando la integración de la cultura escrita como una herramienta imprescindible. El objetivo entonces no es el reemplazo del libro, sino su integración en otros formatos de lectura, con otros soportes alternativos, que faciliten su acceso a nuevas generaciones de estudiantes, docentes e investigadores. 

Finalmente, el otro actor analizado por estos autores es la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), cuya posición es que la introducción de tecnología en las escuelas, se ha convertido en una competencia básica, igual que la lectura, las matemáticas y la escritura, siendo un requisito para conseguir empleo y una oportunidad para el desarrollo económico.

Al plantear la OCDE, la introducción de tecnologías digitales en la educación como una competencia básica para conseguir empleo, se entiende que se deja de lado el eje del debate, que es el papel que pueden jugar estas tecnologías en el mejoramiento del proceso de enseñanza aprendizaje, en la calidad académica y en el desarrollo del pensamiento crítico, que son los temas prioritarios para el debate en la Universidad, en relación con el tema, sin que esto implique que la cuestión del empleo deba ser soslayada en los análisis, pero no priorizada; pues el empleo se relaciona con otras variables y no solo con la educación.

Hay que resaltar, que tanto en el trabajo de la Fundación Telefónica como en los encuadres de UNESCO, Foros Mundiales y OCDE, aparece ausente la dimensión de la política o, cuando aparece, lo hace solicitando a los estados nacionales inversión en hardware, software o capacitación docente. Pero lo que está ausente es la espacialización de esas inversiones, como si todos los países o regiones estuvieran al respecto en un nivel de igualdad, así como su encuadre en las estrategias sociales, de manera que la aplicación de tecnologías digitales al aula, resolvería ‘mágicamente’ cuestiones como la desigualdad, la pobreza, el desempleo, el acceso a la salud o el desarrollo de innovaciones –técnicas y sociales-, que toda sociedad necesita en el camino del progreso.

Por ello resulta esclarecedor el trabajo de Pérez Lindo (2008), que va más allá de los instrumentos y analiza la gestión del conocimiento en la Universidad, como un concepto totalizador, introduciendo en el debate la dimensión de la política.

El autor plantea que la eficacia social de la Universidad, depende de la articulación de la misma con la sociedad, el Estado y la economía; una articulación que depende del modelo cultural de desarrollo que se adopta. Entonces, es en estas relaciones donde hay que ubicar las nuevas tecnologías digitales en el proceso educativo.

También llama a no confundir la universidad práctica con la universidad empresarial o corporativa; además de que el conocimiento práctico, la ciencia aplicada, no es suficiente para la creatividad científica, para la cual es necesaria también la especulación teórica y las creaciones culturales, con lo cual da un marco para pensar la universidad y los métodos pedagógicos, así como su vinculación a las nuevas tecnologías digitales y las transformaciones consecuentes.

Otro de los temas que analiza, que se vincula con la adopción de nuevas tecnologías digitales, es el del uso de los conocimientos que se generarían con éstas; si bien hay que destacar que el autor solo toma el tema de la informatización como telón de fondo de sus análisis. Pero lo relevante, es que su pregunta se refiere a cómo resolver el problema del uso social de los conocimientos. Obsérvese que se regresa a la cuestión de los objetivos políticos a obtener con la tecnología, más allá de la tecnología en sí.

Finalmente, este autor propone una serie de aplicaciones de la gestión del conocimiento en la universidad –en la que incluimos nosotros en esta etapa histórica a las nuevas tecnologías digitales-, de las cuales tomaremos tres que se entiende se relacionan en forma directa con el objetivo fijado para este trabajo: la gestión administrativa, la gestión académica y la gestión pedagógica.

De la primera, rescatamos el concepto de organización inteligente basada en la informatización y en la centralidad de los procesos del conocimiento; la implementación de políticas de información y una nueva gestión del personal.

De la segunda, su idea de superar la fragmentación disciplinaria e institucional, promoviendo la cooperación intra e interinstitucional, mediante programas horizontales e interdisciplinarios. También rescatamos su propuesta de desprivatizar la posesión de cátedras, carreras o áreas académicas y encarar la internacionalización de los intercambios académicos.

Y de la tercera, su llamamiento al abandono del currículum rígido y cerrado, para dar lugar a sistemas abiertos y flexibles; la posibilidad de que en todas las carreras existan materias electivas en cualquier universidad de la Argentina o del exterior y enseñanza bi-modal –presencial y a distancia-[1], igual que la enseñanza virtual.

Estas aplicaciones, podrían convertirse en parte de un programa de trabajo cuando se priorizan los objetivos a alcanzar, a partir de la aplicación educativa y de gestión de nuevas tecnologías digitales.

Alejandro Piscitelli (2015), realiza un aporte significativo en este debate, cuando sostiene como las nuevas tecnologías digitales, no solo están modificando la educación superior, sino que conducen necesariamente a un nuevo modelo de Universidad; planteo que lo realiza desde la visión de las humanidades digitales.

La pregunta que se hace Piscitelli, es hasta qué punto la tecnología digital está cambiando una forma de enseñar y aprender, que permaneció incólume a lo largo de casi un milenio. Independientemente de que no se coincide con que la forma de enseñar y aprender haya permanecido incólume en el último milenio, la cuestión planteada en la primera parte de su pregunta, se entiende tiene total pertinencia para nuestro momento histórico.

Entonces este autor, parte de la premisa de que estamos inmersos en entornos físico-digitales, pero que no estábamos acostumbrados a poner a las redes sociales y al comportamiento colectivo ‘dataficado’ (sic) en un lugar privilegiado para generar nuevo conocimiento; agregando que estábamos acostumbrados a considerar que las bibliotecas alcanzaban y sobraban, para generar una hermenéutica del saber.

Frente al planteo, pensamos que en este caso, se impondría entonces redefinir el concepto de biblioteca, en un camino de integración entre papel y bits, o entre una necesaria convivencia entre lo analógico y lo digital.

Analizando el caso de las denominadas humanidades digitales –en las cuales incluye hasta los videojuegos y la cultura gamer-, Piscitelli las ubica como unas humanidades dadas vuelta. Según él, hay un doble proceso que éstas hacen posible: convertir archivos digitales en objetos físicos y la inversa.

Con este nuevo marco, aboga por la introducción masiva de tecnología en la Universidad, pero como este proceso hasta ahora ha producido resultados magros, propone definir nuevas competencias propias de los milenials, lo cual implicaría demoler el universo universitario tal cual lo conocemos; propone entonces integrar la formación lenta, con las demandas de rapidez que exigen la innovación, el mercado y la cultura del prototipeado.

Como conclusión, plantea que lo complejo no es la introducción masiva de tecnología, sino que el tema central es epistemológico, discursivo e ideológico, para que aprendamos a preguntar de nuevo y no hipotequemos la cultura de la búsqueda, en manos de los algoritmos.

Como cuanto más crece internet más difícil es encontrar algo, el reto no es el acceso sino prestar atención, para lo cual es necesario reinventar las universidades, desarrollar un nuevo normal educativo, que parece ser incompatible con las universidades tal cual las hemos conocido en el último milenio.

Aparecen en estas ideas de Piscitelli, algunas cuestiones que están más relacionadas con la forma, como el caso específico de las humanidades digitales; inclusive la idea de incorporar los videojuegos, aparece cuanto menos como desacertada, si lo que se está analizando son disciplinas en el marco de una institución portadora y creadora de conocimiento como es la universidad. Un juego es un juego, que pertenece a la cultura popular y sin dudas al ámbito de la historia cultural o la sociología, pero sigue siendo un juego.

Si no estamos mal interpretando a este autor, propone una integración entre la formación lenta -que sería la formación tradicional presente en nuestras universidades- y las demandas de rapidez que impone la actual coyuntura.

El problema es que también deja fuera del análisis la cuestión de la política, por lo que su lógica al pensar, por ejemplo, en la rapidez exigida por el mercado, es la lógica del sistema capitalista, para el cual todo es mercancía, inclusive la educación.

Esto no implica dejar de reconocer la importancia, en especial en carreras profesionalistas, de brindar al alumno herramientas que le posibiliten insertarse velozmente en la actividad elegida. Pero por más velocidad que se imprima al proceso educativo, siempre va a estar atrasado en relación con las nuevas técnicas y tecnologías, que se expanden en el nivel de lo social. Entonces, si siempre vamos a estar atrasados, ¿porqué la preocupación por lo más novedoso?; quizás lo más importante es que la universidad forme en una educación ‘lenta’, como la denomina, donde predomine lo conceptual. Quien maneja el concepto, quien comprende los contextos histórico-sociales, está más preparado para comprender cada nueva tecnología, así como sus potenciales usos y peligros.

Igual que en el caso de la innovación; quien necesita rapidez en las innovaciones es el aparato industrial-comercial, no las universidades, que deberían generar innovaciones al servicio de las necesidades sociales, garantizando no solo la potencial aplicación de las mismas, sino las prevenciones sobre su uso en cada caso.

Quizás podemos encontrar un exceso de tecnooptimismo en este autor, que mezcla en su artículo cuestiones técnicas con otras conceptuales.

Pero más allá de las puntualizaciones señaladas, no hay dudas de que los cambios tecnológicos, nos hablan de la necesidad de un nuevo normal educativo, como este autor lo denomina, que no sabemos si es incompatible con las universidades tal cual las conocemos, o si se trata de construir ese normal educativo, para que justamente sea compatible con un modelo de universidad abierta a las necesidades de su comunidad. De alguna manera lo expresa Piscitelli en forma contundente, cuando sostiene que el problema es epistemológico, discursivo e ideológico; entonces este es el nivel donde se debe situar el debate y no en la técnica y la tecnología.

Caso contrario, se correría el riesgo de confundir la forma con la cuestión de fondo, poniendo por delante las nuevas herramientas que nos brinda la tecnología. sin diseñar previamente que universidad, que docente, que alumno, que investigador, que graduado queremos formar para una determinada sociedad.

 

Nuevos desafíos para la Universidad

 

La situación creada a partir del crecimiento de las tecnologías digitales y su impacto en la actividad universitaria, tanto de docencia como de investigación, debe ser analizada a partir del nuevo contexto comunicacional en que se encuentra la sociedad en el presente momento histórico, cuyas características moldean tanto a docentes como alumnos y que aplicadas a nuestro objeto de estudio, se pueden describir como (Molinari, 2017):

 

a.- La convergencia creciente de los distintos dispositivos de conexión a las redes, su fecundación recíproca y la multicanalidad consecuente de los usuarios, transformando las actividades cotidianas en físicas y virtuales en simultáneo, superponiendo ambas dimensiones.

 

b.- Este nuevo entorno digital, promueve también la fecundación entre distintos saberes, a partir de la concurrencia de ciencias, técnicas, disciplinas, historias y conocimientos tradicionales.

 

c.- Alumnos y docentes, no solo navegan en las redes sino que las incorporan a su mundo vital, convirtiéndolas en un espacio superpuesto de entretenimiento y conocimiento, con las ventajas y el peligro que este hecho conlleva.

 

d.- Independientemente de la calidad de los mismos, la red Internet posibilita el acceso a datos casi sin límites, aunque esto se transforma en irrelevante, en la medida en que no exista en el ambiente de la enseñanza aprendizaje, una orientación para tamizar y organizar esos datos.

 

e.- El avance de la Inteligencia Artificial generará el desarrollo de capacidades vinculadas a la convergencia de las dimensiones física y digital.

 

Se puede decir entonces, que las distintas actividades de las universidades resultarán afectadas por el desarrollo de las tecnologías digitales, tanto de las aplicadas a la comunicación, como de aquellas vinculadas al aparato productivo.

En ese sentido, todas las actividades sustantivas de la universidad, sea la docencia, la investigación, la extensión a la comunidad, como el propio soporte de gestión de las mencionadas, están alcanzadas por ese impacto.

En la docencia, porque surge un nuevo alumno, más vinculado desde su nacimiento a la lógica de la dimensión digital, que de alguna manera reclama un entorno de aprendizaje, en el cual se encuentren incluidas aquellas tecnologías con las que opera en su vida cotidiana.

Esto no implica un simple cambio, pues la tecnología proporciona nuevos instrumentos, que sin los contenidos no tienen valor educativo.

Que un alumno en una clase tenga acceso a Internet, no significa como se plantea en muchos trabajos, que por eso tiene disponible toda la información. Primero porque en la red no está todo y, cuando esto sucede, no significa que se pueda acceder fácilmente a esos contenidos. La guía del docente para contrastar en la busca de veracidad en los datos o, para seleccionar lo que es relevante resulta indispensable. Además que es necesario aclarar, que lo que proporciona la red muchas veces son datos, lo cual es diferente a información o conocimiento, siendo éste último un estadio superior en el proceso educativo. Incorporar tecnología no significa reemplazar metodologías de probada eficacia, sino complementar para mejorar el proceso de enseñanza aprendizaje, dejando sí de lado solo aquellos métodos que puedan ser reemplazados, sin perjudicar el objetivo académico.

Por último, entre los desafíos no se pueden dejar de señalar algunos aspectos que hacen a las prácticas de alumnos y docentes en el ámbito áulico.

Una de las cuestiones en ese sentido, es lo planteado por Wexler (2020), en relación a su experiencia con alumnos de una escuela primaria en los EE.UU. que utilizaban tabletas para sus clases, pero no podían identificar el sentido de las palabras que utilizaban los dispositivos para las preguntas que se les hacían. Si bien se trata de una experiencia en una escuela primaria, lo que surge aquí, que se puede trasladar a todos los niveles educativos, es que uno de los problemas centrales está en el significado de las palabras, que los alumnos no comprenden; alfabetización no es solo leer, sino también comprender. Y uno de los problemas de las nuevas generaciones, es que utilizan las redes digitales, sin que esto implique una mejora en la comprensión de lo que leen.

Que los alumnos utilicen tecnologías y dispositivos para jugar o intercomunicarse con sus pares, no implica automáticamente que se puedan utilizar en un contexto educativo, pues éste último implica un nivel superior de comprensión del significado de las palabras, de los textos y del contexto bajo análisis.

Frente a lo expuesto, hay que considerar asimismo, que la interacción social –entendida esta entre los alumnos y de éstos con el docente-, resulta esencial en el aprendizaje. El dispositivo o el software, sin la guía del docente y el intercambio fecundo entre alumnos, es un proceso no podrá alcanzar resultados satisfactorios.

 

 

 

 

Bibliografía:

 

Eco Umberto. De qué sirve el profesor. Diario La Nación, Buenos Aires, Argentina, 21 de mayo de 2007. Disponible en:  https://www.lanacion.com.ar/910427-de-que-sirve-el-profesor

 

Estudio sobre la inclusión de las TIC's en los centros educativos de aulas. Fundación Telefónica de España, OEI, IESME, Madrid, España, 2018. Disponible en: https://www.fundaciontelefonica.com/arte_cultura/publicaciones-listado/pagina-item-publicaciones/itempubli/635/

 

Jiménez Javier, Bustamante Mónica y Albornoz María Belén. El problema del determinismo en las políticas de educación y TIC. En: Thomas Hernán et al. Políticas tecnológicas y tecnologías políticas. Dinámicas de inclusión, desarrollo e innovación en América Latina. Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, Argentina, 2015.

 

Molinari Carlos A. J. El aprendizaje en la Universidad. Lecto-escritura y nuevas tecnologías en la enseñanza de administración.  En: RedSociales Revista electrónica del Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Luján, vol. 4 N° 4, 2017. pp. 160-166. Disponible en: http://www.redsocialesunlu.net/wp-content/uploads/2017/08/RSOCO21-OBUN-2017.pdf

 

Pérez Lindo Augusto. Principios y aplicaciones de la gestión del conocimiento en la Universidad. En: Consejo de Decanos de las Facultades de Ciencias Sociales y Humanas (editor). Aportes de las ciencias sociales y humanas al análisis de la problemática universitaria. Prometeo Libros, Buenos Aires, Argentina, 2008.

 

Piscitelli Alejandro. Humanidades digitales y nuevo normal educativo. Telos Revista de Pensamiento sobre Comunicación, Tecnología y Sociedad, N° 101, España, junio-septiembre 2015. pp. 13-22.

 

Wexler Natalie. El lado oscuro del uso de dispositivos tecnológicos en las aulas. MIT Technology Review, 21 de enero de 2020. Disponible en: https://www.technologyreview.es/s/11731/el-lado-oscuro-del-uso-de-dispositivos-tecnologicos-en-las-aulas

 



[1] A partir de la situación de pandemia que hemos señalado, los sistemas bi-modales, han comenzado a ser considerados como parte de proceso educativo, tanto en grado como en posgrado, impuestos por ola propia práctica.