Buscar este blog

viernes, 6 de enero de 2017

Educación y Tecnología
¿Hacia donde va la Universidad?

Mg. Carlos A. J. Molinari

Como hemos destacado en este blog, las nuevas tecnologías digitales están impactando en todas las dimensiones de la vida social y este impacto se produce, como resultado del estado actual de la globalización capitalista, a nivel planetario; aunque es necesario decir que con diferentes niveles de penetración de las mismas en cada sociedad así como con diferentes escalas de uso.
La educación universitaria -sin especificar aquí disciplinas o niveles de grado o postgrados- no podía quedar al margen de estos cambios. Desde los dispositivos móviles hasta la utilización de herramientas como archivos virtuales, grupos de trabajo, videoconferencias, escritura colaborativa y otras, amenazan con transformar lo que hasta hoy conocemos como proceso educativo, por lo menos desde lo que transmiten los medios de comunicación masivos y algunos miembros de la comunidad educativa.
Por supuesto que sin pretender agotar un tema de estas características, para el cual se requiere sin dudas el trabajo interdisciplinario y un proceso de investigación continuo, la idea es analizar, dentro de los límites de un artículo de este tipo, algunas ideas que nos pueden ayudar a repensar los cursos universitarios y la utilización de estas tecnologías con un sentido de mejora de la educación y no simplemente “porque los alumnos las utilizan y hay que adaptarse a la época”.
No soy ni tecnooptimista ni tecnófobo. Entiendo que el objetivo de la educación es que el alumno desarrolle su capacidad de pensar, para lo cual la utilización de las nuevas tecnologías digitales cobra sentido en la medida que contribuyan a ese objetivo. Se trata en definitiva de técnicas, como la tiza y el pizarrón, la experimentación, la observación, las clases magistrales o el trabajo grupal e individual, presencial o domiciliario; su utilización y combinación dependen en última instancia del docente y de su plan de trabajo,
Pero como las técnicas no son neutras -sin analizar por razones de objetivos del artículo todas las implicaciones de esta cuestión-, se hace necesario un replanteo acerca de como utilizamos las mismas y que consecuencias tienen para la mejora o no del proceso educativo.
Roberto García Esteban publicó en un blog de Telefónica denominado A un clic de las TICS, un artículo titulado pomposamente “Un cambio de chip en Educación: así será en 2030”. Digo pomposamente porque se trata de un breve artículo con algunas de las tecnologías que se están utilizando y alguna idea que comentaremos, más que una tendencia hacia un futuro a trece años vista. No obstante debemos decir en defensa del autor que no es un educador sino Ingeniero en Telecomunicaciones, con un MBA y trabaja el Oferta para pymes en Telefónica de España.
En este artículo, se menciona que en el futuro no bastará con saber utilizar los dispositivos sino que habrá que aprender como funcionan, poniendo el ejemplo de Inglaterra donde los niños aprenden algoritmos de programación, en un equivalente a leer y escribir.
Se puede enfocar esta cuestión desde dos miradas complementarias pero distintivas a la vez. Por una parte, no cabe duda que para trabajar con tecnologías digitales puede ser de gran importancia el manejo de la programación de los dispositivos que se utilizan. Como ejemplo, en un workshop de arte digital realizado el 11 de noviembre de 2016 en Buenos Aires, en el Centro Cultural Kirchner, el artista digital Diego Alberti explicaba que su formación era de técnico electrónico y programador, conocimientos que le permitían crear su arte digital. En este caso, no hay dudas de la importancia de manejar determinadas herramientas que le posibiliten crear a partir de un determinado hardware, de acuerdo a sus potencialidades.
Pero por ejemplo para un académico interesado en crear un repositorio digital de algún tipo de investigación, no es necesario conocer las técnicas que posibilitan programar o el lenguaje de la programación, pues podría formar parte de un equipo interdisciplinario donde los programadores trabajen ofreciéndole las herramientas que necesite.
Un médico no necesita conocer de algoritmos para hacer diagnóstico por imágenes en una computadora; lo que sí entiendo que necesita un profesional o un científico es comprender la lógica de las tecnologías digitales, para saber que posibilidades le brinda la técnica o establecer un mínimo lenguaje común con los profesionales de las disciplinas de sistemas informáticos.
De regreso al caso del artista digital, utilizar las nuevas tecnologías implica conocer sus potencialidades; el impresionismo no hubiera sido posible sin los avances en la química y el desarrollo de nuevas pinturas que permitían trabajar en contacto con la naturaleza. De la misma manera cualquier profesional o científico debe conocer la potencialidad y la lógica de la herramienta. Pero no creo que conocer un algoritmo sea determinante para manejarse en un mundo con nuevas tecnologías; como siempre en algunos casos será fundamental para el desarrollo futuro del individuo y en otros casos no agregará mucho al mismo. Es como la enseñanza de matemáticas en la actualidad; depende de la profesión elegida su mayor o menor utilización, independientemente de que su conocimiento es parte de la formación -o debería ser- de un alumno de la escuela primaria o media, en la medida que le brinda un instrumento para desarrollar su capacidad de pensar, la cual aplicará a todos los ámbitos de su trabajo científico o profesional.
Pero la otra cuestión que plantea el autor del artículo citado que si considero de máxima importancia es cuando sostiene que los educandos serán evaluados por su habilidad para resolver problemas y por su pensamiento crítico. No cabe duda que estas son las dos cuestiones centrales de la educación, esencialmente en la Universidad que es nuestro objeto de estudio, que apuntalan ese gran objetivo que habíamos definido como el desarrollo de la capacidad de pensar. Tanto si se plantea la formación de profesionales como de científicos -o una combinación de ambos-, estas capacidades son las centrales que le debe brindar la Universidad en su formación tanto de grado como de postgrado. Pero no debemos dejar de señalar, que estas capacidades no dependen de las tecnologías utilizadas en la educación sino del proyecto curricular; sin desdeñar el papel de apuntalar el proceso que pueden desempeñar las nuevas tecnologías digitales.
Para desarrollar capacidades para resolver problemas, el alumno debe poseer conocimientos básicos, que le posibiliten identificar que disciplinas le pueden entregar los marcos teóricos o las habilidades prácticas necesarias.
Frente a esta cuestión se escucha decir que como toda la información se encuentra de una u otra manera digitalizada en la red, lo que el alumno debe poseer es el dispositivo que le permita conectarse y un buscador hará el trabajo por él.
Primero que para buscar en la red hay que saber que buscar. Un problema de baja de rentabilidad de una empresa puede venir de una caída de las ventas, incorrecciones en el cálculo de costos, ineficiencias del sistema productivo, compras inadecuadas, malos manejos financieros, etc. Solo un alumno que ya posea los conocimientos sobre que implican estos temas, podrá identificar de acuerdo al problema que instrumentos debe buscar que le sería útiles para resolver la cuestión planteada en su curso. La tecnología disponible y el conocimiento de como utilizarla agilizarán el trabajo, pero lo definitorio tiene que ver con el conocimiento y éste no se encuentra previamente en Internet. Lo que hay en la red son datos, que el alumno deberá organizar para transformar en conocimiento, con la orientación del docente, que aporta sus conocimientos previos así como su experiencia científica y/o profesional.
También podrá encontrar en la red conocimientos producidos por otros científicos, o profesionales u otros alumnos. El tema central aquí es que el hecho de que se encuentre en Internet, aún en páginas medianamente confiables, como Wikipedia, no es garantía sobre el contenido. Ahí es donde el docente tiene un papel central en la orientación del alumno, transformándose en guía en esa jungla que es la red.
El otro eje que se había planteado era el desarrollo del pensamiento crítico, un tema que en Argentina no está demás replantear, aunque parezca una redundancia pues no hay pensamiento si no es crítico en nuestro estado de desarrollo social. Desde el de omnibus dubitandum est (“duda de todo”) del pensamiento de Descartes que funda la modernidad, el pensamiento crítico forma parte -o debería formar parte-, de la vida cotidiana de científicos, profesionales, intelectuales; no hay otra manera de pensar. Igual debo decir que a mi criterio la duda cartesiana funda la modernidad, pero el pensamiento crítico nace cuando el hombre comienza a reflexionar sobre la naturaleza, sobre sí mismo y sobre lo que otros pensaron. Lo que ocurre es que muchas veces en la historia la crítica estuvo tapada por el dogma y la modernidad quiebra ese dogma.
Decíamos que en Argentina es relevante insistir en la importancia del pensamiento crítico cuanto que hemos asistido a declaraciones de un alto miembro del gobierno y de un asesor presidencial con título de filósofo, cuestionando el pensamiento crítico.
¿Pero de que se trata en definitiva el pensamiento crítico? Cuando leemos un trabajo y no lo tomamos como la verdad revelada sino sujeto al tamiz de nuestros conocimientos y nuestra experiencia; cuando ponemos ese trabajo en el contexto histórico y geográfico en que fue producido y no lo leemos como si hubiera sido escrito fuera del tiempo y del espacio; cuando podemos analizar las limitaciones y los aportes a nuestras ideas, entonces estamos haciendo pensamiento crítico.
Como se puede detectar, la tecnología no es la que puede generar este tipo de pensamiento, sino que es solo el auxiliar que nos posibilitará acceder a una cantidad de datos que nos pueden ayudar a pensar mejor lo que estamos leyendo.
No es lo mismo leer un texto de Teoría de la Organización de Herbert Simon aislado de todo contexto, que hacerlo con la posibilidad de observar a la vez en una pantalla la biografía del autor, la situación socio económica y el país en que produjo su obra o poder acceder a estudios críticos sobre la misma que nos posibiliten hacer estudios comparativos para sacar conclusiones. En esto juegan un gran papel las nuevas tecnologías digitales que nos permiten acceder a todos estos datos complementarios que mejoran nuestra capacidad de análisis y de producir un auténtico pensamiento crítico. Pero de ahí en más depende de nuestra formación y de los docentes que nos guían por el camino en la Universidad.
Estamos arribando entonces a la primera gran conclusión en este artículo y es que el pensar no depende de las tecnologías, sino que las mismas solo son instrumentos. Es factible, que los dispositivos que utilizamos y las tecnologías digitales que los hacen funcionar, cambien nuestra manera de pensarnos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, pero siempre la técnica será un producto del pensamiento y no el pensamiento un producto de la técnica -independientemente del poder de la técnica de modificar nuestro imaginario y como pensamos-.
En estas épocas en que los seres humanos han construido un ego colectivo que los hace pensarse como centro del universo, no está demás recordar que el pensamiento precedió a la técnica; cuando los primeros homínidos observaron la naturaleza y se dieron cuenta que podían generar instrumentos para modificarla a su favor y desarrollaron un lenguaje para comunicarse, estaban poniendo el pensamiento -aún en el estado en que se encontraban- por encima de la herramienta. A veces las cosas no son tan nuevas como parecen o nos quieren hacer creer, de ahí la importancia del pensamiento crítico.
La expuesta es la cuestión central sobre el tema educativo y la utilización de tecnologías digitales. La utilización de las herramientas es un tema secundario, que depende de cada docente, del contexto que le brinde la universidad y de adaptar las metodologías áulicas a los nuevos instrumentos disponibles.
La preocupación de los docentes no debe pasar, entiendo, porque los alumnos estén distraídos en las clases utilizando dispositivos móviles, sino en como utilizar esa tendencia para beneficio de la educación.
El hecho de que prácticamente todos los alumnos, más allá de su condición socioeconómica posean dispositivos móviles, es un avance que puede colaborar en una profunda transformación del proceso educativo.
La utilización de redes sociales como Facebook, Google+ o Twitter para comunicarse con los alumnos, transformándolas en tableros de novedades sobre la asignatura que mantengan actualizada a la clase es un camino que debe ser explorado.
De la misma manera que utilizar el potencial de los software de educación a distancia para complementar las clases presenciales, permitirían cambiar éstas últimas, ya que brindarían la posibilidad de utilizar con un criterio participativo las clases presenciales, dejando mucha de la información que transmite el docente para que los alumnos se conecten con la clase a distancia del mismo curso.
La escritura colaborativa en la nube, nos da la posibilidad de que los alumnos trabajen en equipo en la misma clase produciendo documentos que son los que el docente podrá evaluar como proceso del curso.
No tiene sentido que el docente pierda el tiempo transmitiendo información que el alumno puede buscar en la red, pero como ya hemos señalado, la orientación en la clase sobre como buscar y seleccionar esa información, es preferible que se haga con la presencia del profesor que puede así guiar el proceso de aprendizaje.
En definitiva, páginas web, bases de datos en la nube, archivos digitales, servicios de mensajería para comunicar novedades, son instrumentos que de utilizarse, junto a los mencionados, van a cambiar la forma en que se da el proceso de enseñanza aprendizaje.
El educador debe ser el que orienta y el que ayuda a generar en los educandos, como dijo en una oportunidad el profesor Noam Chomsky, ideas desafiantes. Para ello, es necesario que el docente les brinde todas las posibilidades de acceder a la información necesaria relacionada con el curso; y es ahí donde las nuevas tecnologías, con la posibilidad de integrar audio, lectura, video, gráfica y otras fuentes le dan al docente la gran herramienta para que así el curso se transforme en un auténtico espacio de debate y generación de ideas.
De regreso al inicio, no es incorrecto que el alumno además de utilizar los nuevos dispositivos sepa como funcionan, pero dependiendo de la disciplina, esto puede o no ser central.
Las denominadas Humanidades Digitales son un ejemplo de como es factible integrar disciplinas humanísticas con la informática para producir un espacio de encuentro que enriquece a las dos vertientes disciplinarias. Este encuentro, está produciendo importantes repositorios digitales de datos e información que no hubieran sido posible sin esa fecundación recíproca.
Lo central en la educación sigue siendo poder colaborar en desarrollar en el alumno la capacidad de pensamiento crítico, que en una sociedad cada vez más invadida por las máquinas, es la única herramienta que le permitirá comprender esta sociedad y transformarla en consecuencia en beneficio del ser humano.
Lo otro, los instrumentos, por supuesto que van a cambiar profundamente la Universidad en los próximos años y las maneras de educar, las formas de llegar al alumno y, quizás, vayan transformando nuestra manera de pensar; es posible que tengamos un pensamiento más integrador producto del acceso a múltiples fuentes de datos en forma simultanea que nos posibiliten un análisis más complejo y no lineal. Pero un pensamiento de este tipo, no sería más que reflotar a los viejos renacentistas, pero con las tecnologías digitales a su servicio. Nada más ni nada menos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario