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sábado, 21 de febrero de 2015



Libros Recomendados. Jacques Rancière. El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre la emancipación intelectual. Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2007.
Puede parecer extraño que en un blog orientado al pensamiento crítico en la administración, aparezca el comentario de un libro destinado en principio a los pedagogos. Aunque en realidad no debería ser tan extraño, ya que nuestro blog tiene como objetivo la administración, la cultura y el pensamiento crítico desde una mirada interdisciplinaria. De hecho de lo que trata este libro, es acerca de una manera distinta de ver la educación; de fomentar el pensamiento crítico decimos nosotros.
En el prólogo a este libro en la edición de Editorial Laertes, Barcelona, 2003, con traducción de Núria Estrach, el autor explicita que la historia pedagógica tiene sus extravagancias, de las cuales forma parte Joseph Jacotot, al que menciona como una voz única, que hizo escuchar una disonancia a partir de la cual ya no puede edificarse ninguna armonía de la institución pedagógica.
Jacotot fue un revolucionario en la Francia de 1789, exiliado en los Países Bajos en la restauración monárquica, que según Ranciere toma la palabra cuando era necesario llevar a cabo la transformación de las instituciones y las mentalidades, de las cuales la revolución había sido la realización anticipadora y fantasmática.
Jacotot advirtió que la distancia que la Escuela y la sociedad pedagogizada intentan reducir, es la misma de la cual viven y, por tanto, reproducen sin cesar. Para Rancière, quien plantea la igualdad como objetivo a alcanzar a partir de la situación no igualitaria, la aplaza de hecho hasta el infinito. La igualdad nunca viene después como un resultado a alcanzar; debe ubicársela antes.
No hay ignorante que no sepa una cantidad de cosas, como ser de que hay un orden social y se lo debe respetar; toda enseñanza se debe fundar en este saber, en esta capacidad en acto.
Instruir puede, entonces, significar dos cosas opuestas: confirmar una incapacidad en el acto mismo en que pretende reducirla o, a la inversa, forzar una capacidad que se ignora o se niega, a reconocerse y a desarrollar todas las consecuencias de este reconocimiento. Para el autor, el primer acto se llama embrutecimiento mientras que el segundo el segundo, emancipación.
Para Ranciere no se trata entonces de instruir al pueblo para acercarlo a la igualdad, sino que hay que emancipar las inteligencias, obligar a todos y a cada uno a verificar la igualdad de las inteligencias. No es una cuestión de método, en el sentido de formas particulares de aprendizaje, es un asunto filosófico, una cuestión política.
Joseph Jacotot tenía 18 años cuando la revolución francesa y enseñaba retórica en Gijón. Luego de su paso por el ejército de la República y de enseñar en Gijón análisis, ideología y lenguas antiguas, matemáticas puras y trascendentes y derecho y de su paso como diputado, debió exiliarse como resultado de la restauración borbónica.
En Lovaina tenía un puesto como docente y sus lecciones fueron pronto apreciadas por los estudiantes, pero la mayoría de ellos no hablaba francés, mientras que Jacotot ignoraba el holandés, por lo cual no podía acceder al pedido de los estudiantes de sacar provecho de sus clases; pero él quería instruirles en lo que pedían. En ese momento, se publicó en Bruselas una edición bilingüe de Telémaco.
Entonces hizo enviar el libro a los estudiantes por intermedio de un intérprete y les pidió que aprendieran el texto en francés ayudándose con la traducción. A medida que llegaban a la mitad del libro les hacía repetir lo que habían aprendido. Además de resolver un problema, Jacotot vivió una experiencia filosófica a pequeña escala, como dice Rancière.
Pidió a los alumnos que escribieran en francés lo que pensaban de lo que habían leído. Con sorpresa, descubrió que sus alumnos habían realizado este paso tan bien como lo hubieran realizado los franceses.
¿Eran pues todos los hombres virtualmente capaces de comprender lo que otros habían hecho y comprendido? ¿No hace falta más que querer para poder?
Lo que se dio cuenta Jacotot es que cualquier sistema de enseñanza necesita de explicaciones y el explicador es el único juez del punto donde la explicación está ella misma explicada.
El secreto del maestro está en reconocer la distancia entre el material enseñado y el sujeto a instruir, la distancia también entre el aprender y comprender.
La revelación que se apoderó de Jacotot fue que es necesario invertir la lógica del sistema explicador. La explicación no es necesaria para remediar una incapacidad de comprensión. Todo lo contrario, esta incapacidad es la ficción que estructura la concepción explicadora del mundo. El explicador es el que necesita del incapaz y no al revés, es él el que constituye al incapaz como tal. La explicación es el mito de la pedagogía.
Para Jacotot el método de la igualdad era principalmente el método de la voluntad; se podía aprender solo y sin maestro explicador cuando se quería, o por la tensión del propio deseo o por la dificultad de la situación.
Creemos que este breve comentario acerca de la intencionalidad del autor al trabajar sobre Jacotot y su método, son suficientes para comprender la importancia de esta obra para la formación de docentes y estudiantes con sentido crítico y renovado de la enseñanza, tan necesarios en la administración en Argentina, donde el repetir fórmulas se ha convertido en una garantía de buena enseñanza y de buen aprendizaje.

lunes, 6 de octubre de 2014



EL PANTANO TERMINOLÓGICO DEL MARKETING

Mg. Carlos A. J. Molinari

Geomarketing, Neuromarketing, Social Media Marketing, Marketing Directo, Marketing Relacional, Marketing uno a uno, Inbound Marketing, Marketing Social Corporativo, Marketing Viral, Endomarketing, Marketing Interno, Marketing de Guerra, Marketing de la experiencia…una terminología cada vez más vasta ha invadido el campo de estudio del marketing, al punto de que es prácticamente imposible, a partir de estos términos, una comprensión acerca de cual es el objeto de estudio del marketing e, inclusive, determinar las diferencias entre estos términos que, cuando son explorados, en muchos casos reiteran viejas ideas con un nuevo nombre, en un reciclado que parece no tener fin.
¿Es que hablamos de distintas disciplinas, de una disciplina con derivaciones, de ramas de una misma disciplina?
Al respecto, lo que primero debemos dilucidar es de que hablamos cuando utilizamos el término disciplina. Es que para Gregorio Klimovsky, lo que define una disciplina es el objeto de estudio, aunque para este autor el problema es que los objetos de estudio son cambiantes en la medida en que cambia la teoría. Pero quedémonos por ahora en el tema de la disciplina, aunque también hay que decir que hay autores como Edgar Morin, que expanden este concepto en el sentido de que instituye la división y especialización del trabajo, que tiende a la autonomía aún en un conjunto científico más vasto, que delimita sus fronteras, que constituye una lengua y que elabora o utiliza técnicas propias y eventualmente teorías. Hay que destacar que Klimovsky prefiere justamente el concepto teoría, en cuanto a que este es un conjunto de conjeturas, simples o complejas, que se refieren a como se comporta un sector de la realidad. En este caso, nos centraremos en el concepto de disciplina, de acuerdo a la finalidad que nos hemos propuesto en el artículo, pues ese sector de la realidad constituye en definitiva el objeto de estudio, dejando para otro trabajo el debate sobre el concepto de teoría y su relación con el marketing.
Al ser la disciplina, en palabras de Morin, una categoría organizacional, lo que constituye esa categoría es justamente su objeto de estudio. Y sin entrar a considerar si el marketing es o no una disciplina científica –que también va más allá del objetivo de este artículo-, el primer problema que se nos presenta es cual sería ese objeto, pues como señalaba Klimovsky el objeto se puede ir modificando.
Cuando nace la utilización de la palabra marketing, a principios del siglo XX en los EE.UU. –aunque hay antecedentes de su utilización en el siglo XIX-, lo hace como una rama de la economía que trataba de estudiar la comercialización de productos, o sea su distribución y su venta.
Sin pretender hacer una historia de la disciplina, podemos decir que esta idea se encuentra muy alejada de lo que entendemos por marketing en nuestra sociedad contemporánea, en el sentido de que solo constituye una parte del concepto.
Si bien la palabra no tiene una traducción directa del inglés al español, podemos decir, desde un punto de vista conceptual, que se refiere a crear un mercado, con lo cual ya estamos frente a otro problema. Para crear un mercado, se necesita primero conocer al mismo, es decir a las personas o empresas que lo componen, ya que el mercado no es una abstracción teórica sino individuos, organizaciones e instituciones, que conforman quienes compran y consumen los productos y, por la otra parte, se necesita coordinar todas las actividades de la empresa, como compras, producción, logística, ventas, comunicación, que a su vez deben ser coordinadas con actividades externas a la propia organización, como seria el caso de la publicidad, que se realiza a través de medios de comunicación y, generalmente, con la intermediación de una agencia.
Nos encontramos, entonces, frente al problema de cual seria el objeto de estudio del marketing; la empresa, con todas las actividades que realiza, para planificar y ejecutar un marketing efectivo, o el objeto de estudio son quienes consumen o son destinatarios de las actividades de marketing, sean empresas o consumidores finales.
En mi opinión, estamos frente a un objeto de estudio complejo, en cuanto  a que abarca tanto a la empresa con todos sus procesos, a los clientes intermedios y al comportamiento del consumidor final, que conforman una unidad indisoluble, con sus múltiples eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones y azares, utilizando la terminología de Edgar Morin.
Si nuestro marco de estudio y de investigación es en definitiva el consumo, que sería el punto de llegada de la cadena de valor del marketing –idea que representa una forma de resumir lo expuesto en el párrafo anterior-, existen evidentemente distintas metodologías de abordar ese objeto, que aunque es único pareciera que se divide en diferentes objetos. Por ejemplo, no es lo mismo pensar en términos de marketing de servicios que de marketing de productos industriales o de consumo masivo, si bien todos descansan en una común base conceptual.
Entonces, al igual que la historia o la economía, es posible identificar ramas de estudio e investigación en la disciplina del marketing, que dentro del objeto que hemos definido, pueden fijar sus propios objetos específicos, como podría ser el caso de la logística dentro del estudio del proceso de distribución de productos o el marketing industrial o el agropecuario.
Pero lo que no se puede, es identificar una rama de estudio a partir del instrumento técnico utilizado, sino que la misma está en función de definir un objeto específico, como parte del objeto de estudio más general de la disciplina.
Por ejemplo, cuando hablamos de neuromarketing, nos estamos refiriendo a la utilización de los avances en las neurociencias para el estudio del comportamiento del consumidor; pero si pensamos que el neuromarketing es una orientación o una rama de la disciplina, estamos cometiendo un grave error, en cuanto a que las neurociencias son la herramienta que utilizamos para comprender como actúa el consumidor y no una rama independiente con su propio objeto de estudio. Este último continúa siendo el acto de consumo; las neurociencias, al igual que la psicología, la psicología social, la antropología o la sociología, son ciencias auxiliares para comprender y analizar nuestro objeto de estudio.
De la misma manera, si pensamos en términos de establecer una comunicación donde los receptores se conviertan a su vez en reproductores de lo que la empresa desea transmitir, se trata sin dudas de una viralización de la comunicación aprovechando, por ejemplo, las redes sociales, pero en ningún caso se puede considerar una rama específica de estudio del marketing.
Esta idea de que cualquier actividad que se desarrolla en el marketing sea considerada una forma distintiva de practicar la disciplina, pensamos que se transforma en dañina, en cuanto a que confunde la esencia del marketing con las técnicas utilizadas para implementarlo.
Deberíamos considerarla como justamente una estrategia de marketing de quien introduce la palabra en el lenguaje de la disciplina, más que una rama de estudio en sí. Es como una preocupación por introducir un factor que diferencie al autor del libro o artículo que se analice, del resto de los autores. Es competitividad llevada al terreno de la producción de ideas, aunque se trate de ‘decir lo mismo de otra manera’.
Se podría suponer, que se trata de una estrategia de nuevos autores para penetrar en el campo científico-profesional, utilizando el concepto ‘campo’, en el sentido en que lo hace Bourdieu, definido por lo que está en juego y los intereses específicos, siendo un estado de la relación de fuerzas de las personas e instituciones que intervienen en la lucha por ese campo. Así, sostiene este autor, quienes monopolizan el poder dentro de un campo se inclinan a estrategias conservadoras, tienden a defender la ortodoxia, mientras que los recién llegados, tienden a adoptar estrategias de subversión.   
Pero independientemente de la lucha entre autores, o de su marketing personal, la situación conduce a verdaderos malabarismos, para distinguir por ejemplo el marketing directo del marketing relacional o el marketing uno a uno, cuando en realidad se trata de lo mismo, ya que no se puede pensar en un marketing direccionado a cada consumidor sin pensar en como establecer relaciones con los mismos; aunque por otra parte, establecer relaciones duraderas, ha estado inscripto con fuerza en el marketing como mínimo desde la década de 1950.
Pensamos que es necesario, si se quiere que la disciplina sea considerada como tal y pueda así desarrollar un cuerpo teórico sólido, que no sea simplemente opinar sobre casos de empresas exitosas o trasladar mecánicamente modelos de otras ciencias, dejar de lado esta obsesión por bautizar cualquier técnica como si se tratara de una rama independiente del marketing, para pensar en términos de objetos de estudio y, a partir de estos, organizar líneas de estudio e investigación.


Referencias bibliográficas:
Bourdieu Pierre. Campo de poder, campo intelectual. Quadrata Editorial, Buenos Aires, 2003.
Klimovsky Gregorio. Las desventuras del conocimiento científico. Una introducción a la epistemología. A-Z Editora, Buenos Aires, 1999.
Morín Edgar. Sobre la interdisciplinariedad. Disponible en: http://www.pensamientocomplejo.com.ar/docs/files/morin_sobre_la_interdisciplinaridad.pdf
Morín Edgar. Introducción al pensamiento complejo. Gedisa Editorial, Barcelona, 2005.

lunes, 18 de agosto de 2014



La propuesta que aquí se presenta, si bien fue elaborada para la Universidad Nacional de Luján, se entiende que abarca la problemática general de la carrera de Licenciado en Administración en Argentina.

PROPUESTA DE DEBATE PARA LA MODIFICACIÓN DEL PLAN DE ESTUDIO DE LA CARRERA DE LICENCIADO EN ADMINISTRACIÓN

Autor: Mg. Carlos A. J. Molinari

El objetivo central de este documento, no es la construcción de un proyecto acabado sobre lo que, a juicio del autor, debería representar y contener la currícula de la carrera de Licenciado en Administración en la Universidad Nacional de Luján, sino básicamente, tal como su título lo indica, una propuesta para iniciar el debate; de alguna manera un disparador de ideas que nos posibilite encarar la imprescindible reformulación de nuestro plan de estudios.
Puede resultar redundante en el inicio de un trabajo con estas características, sostener que nos encontramos en una sociedad signada por la profundidad de los cambios y la velocidad de los mismos; pero lo cierto es que nuestra etapa histórica –entendiendo por la misma, el período que va desde el fin de la segunda guerra mundial hasta nuestros días, pero profundamente inestable en todas las dimensiones sociales en los últimos cuarenta años-, está caracterizada por lo que Igor Ansoff denomina la tasa de difusión y la frecuencia progresiva de los cambios.
Las transformaciones producto de la denominada globalización – o mundialización-, si bien operan centralmente en la esfera económica, no dejan de tener impacto en todas las dimensiones de la vida social, como la política, la cultural, la legal o la tecnológica. En especial ésta última, que si bien no está determinando el proceso, se ha transformada en una impulsora de primer orden del mismo.
Tecnología que no solo opera a nivel de nuevos artefactos técnicos, que en definitiva son perecederos, sino especialmente a nivel de las prácticas sociales y, entre ellas, en los procesos de negocios y en la propia educación.
Técnicas y tecnologías que modifican como nos comunicamos y el acceso a datos, información y conocimiento; proceso que se da tanto en la esfera de lo social como, en la Universidad, en los roles de estudiantes y docentes.
Exime el objetivo de este documento, realizar un profundo análisis de la génesis y consecuencias de estos cambios como impulsores y consecuencia de la globalización y sus impactos en la sociedad contemporánea, que han sido tratados por autores provenientes de diversos campos disciplinares como, por ejemplo, Zygmunt Bauman, Manuel Castells, Richard Sennett o Ulrich Beck desde la Sociología; Eric Hobsbawm desde la Historia; Gilles Deleuze, Michel Foucault o Alan Badiou desde la Filosofía; Bernardo Kliksberg o Amartya Sen desde una nueva mirada de la economía y la sociedad;  Fernando Flores o Jorge Etkin desde la teoría de la gestión; Harry Braverman en su trabajo anticipatorio sobre la sociología del trabajo; Naomi Klein desde los estudios sobre la globalización, o los casos realmente anticipatorios de Karl Marx o Marshall McLuhan, en un listado sumamente incompleto pero representativo.
La evolución de la Administración –sin ingresar al debate de si se la debe considerar ciencia o técnica, que se piensa relevante para otro tipo de debate-, ha estado siempre ligada a los cambios que se iban produciendo en el medio ambiente económico, social, cultural, legal y tecnológico. Ante estos cambios en el entorno, los teóricos de la gestión –aunque hay que decir que muchas veces han sido los profesionales en su dimensión aplicada-, han debido dar respuesta al nuevo contexto, mediante la producción de herramientas que posibilitaran alinear el funcionamiento organizacional a las nuevas situaciones.
Así, el taylorismo y el fordismo son el resultado fundamentalmente, e independientemente de otras consecuencias, de la necesidad del sistema capitalista de disciplinar a la clase obrera para aumentar la tasa de ganancia del capital[1], así como de aumentar la producción con su consecuente baja de costos para ampliar los mercados de consumo; el surgimiento de la denominada Escuela de las Relaciones Humanas de mejorar la productividad afectada por la alienación producida por los primeros[2]; o las teorías sobre la estrategia, con representantes como Drucker, Chandler, Ansoff, Andrews, Mintzberg y, muy posteriormente, Porter, Hamel y Prahalad, que nacen a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial como consecuencia de un nuevo contexto económico mundial y, consecuentemente, un nuevo tipo de organización empresaria multinacional[3]. Obsérvese que no casualmente, es en los EE.UU., donde aparecen estas nuevas teorías y modelos, como resultado de su liderazgo en el sistema capitalista mundial y de resolver la problemática de sus empresas.
Esta situación se manifiesta en el presente, en trabajos como los de Kevin Kelly o Chris Anderson, que pretenden dar explicación de la nueva situación de las organizaciones y sus mercados, ante al desarrollo de las tecnologías de redes[4].
Proceso, el descripto, que fue acompañado por la interacción cada vez mayor con otras ciencias y disciplinas, como la matemática, la psicología, la psicología social, la economía, las tecnologías de comunicación e información, la sociología, etc., lo que a su vez produjo la importación a nuestro campo de estudio de nuevos conceptos –sin discutir aquí sobre su acierto- como las redes neuronales, el ruido, el caos o la entropía.
Obviamente que la inestabilidad de los contextos actuales, donde quienes conducen las organizaciones se encuentran en muchas oportunidades desarmados frente a su entorno cambiante, también han producido –desgraciadamente en gran volumen en los últimos veinte
años-, obras que son más libros de autoayuda, que estudios en profundidad de las nuevas problemáticas de la administración. Sin olvidar el tema de las modas –como el benchmarking, tablero de comando, outsourcing, empowerment, calidad total, mejora continua, administración basada en la evidencia y, ahora, responsabilidad social empresaria[5]-, que han invadido no solo la práctica profesional sino también las aulas universitarias; independientemente de lo valioso de las herramientas, pero considerando que son solo eso, un instrumento más de la gestión[6].
Entonces, lo que destaca en esta sintética introducción, es que lo que denominamos la teoría de la administración, o teoría de la gestión y/o teoría de la organización[7], ha sufrido modificaciones y, en algunos momentos, profundas transformaciones, al compás de los cambios que se iban produciendo en el contexto en el cual las organizaciones realizan sus actividades; se trata en definitiva, de una teoría en constante transformación, sin por ello descartar que, como todo proceso, va incorporando elementos de los viejos marcos, resignificando los mismos y modificándolos, sin generar una completa ruptura con lo anterior, aunque sí produciendo saltos cualitativos que no llegan a un corte radical.
Es en este marco, que debemos preguntarnos que instrumentos teóricos y prácticos adquieren los futuros profesionales en su paso por la Universidad, como desarrollan su actividad profesional los licenciados en administración, que tipo de licenciado en administración está formando la Universidad Nacional de Luján, cuáles son las necesidades de las organizaciones e instituciones en Argentina en cuanto a nuestra profesión y cual debería ser la formación de nuestros egresados.
En una primera instancia, nos interesa dar respuesta a la pregunta sobre el contexto en el cual desarrollan su actividad los L.A. -no solo en nuestro país- y las perspectivas en ese entorno.
La etapa actual de desarrollo del capitalismo, es caracterizada por muchos autores, como sociedad del conocimiento. Se trata de una conceptualización cuanto menos deficiente, pues toda la historia humana debería ser catalogada como tal; de hecho la revolución neolítica no se habría producido de no mediar la construcción de conocimiento de nuestros antepasados, aplicado a la agricultura y la cría de animales. Ni hablar de la revolución industrial, que significa un momento álgido en la historia de convergencia de empirismo, ciencia y técnica[8].

Pero sin ingresar en este arduo debate, la realidad es que esta etapa, está caracterizada por la preeminencia del trabajo intelectual por sobre el trabajo manual[9], en cuanto al peso que el primero adquiere en el desarrollo de los negocios primordialmente, aunque también en todas las organizaciones e instituciones sociales.
Como plantea Gerald Raunig[10], el saber social general –o también se podría denominar, los “saberes y destrezas”- se ha convertido en fuerza productiva directa, con lo cual forma parte del capital fijo. O sea que lo relevante no es solo el soporte físico, la infraestructura -sin subvalorar la misma-, sino su unión con lo intelectual, lo cognitivo. Esos saberes y destrezas son los que impulsan el desarrollo del sistema económico, con lo cual el sistema educativo debe conseguir un delicado equilibrio entre transmitir los saberes y destrezas necesarios para el momento actual del profesional y, a su vez, los instrumentos que le permitan conocer en diferentes contextos históricos, que son los que enfrentará el alumno en su futuro.
Nace entonces en esta etapa, al decir de Franco Berardi, una nueva clase productiva, el cognitariado[11], en la cual se inscriben los profesionales de la gestión; nucleados alrededor de una nueva línea de montaje, que el autor citado plantea alrededor del teléfono celular, aunque deberíamos decir que son las redes la nueva cadena de montaje de este grupo.
Frente a estos cambios y a la necesidad de un nuevo modelo en la educación, Miguel Díaz[12] plantea como alternativa revisar el sistema educativo para facilitar al alumno las herramientas para una búsqueda personal del aprendizaje, de manera que frente a una enseñanza fragmentada el alumno avance por sí mismo en el proceso formativo, lo cual pensamos que implicaría una revolución copernicana en relación a como se enseña hoy en nuestras aulas.
De esta manera, se presentan dos situaciones que se entiende hay que considerar en relación con las ideas expresadas. Primero, que no es solo que los conocimientos se transmiten de manera fragmentada –lo cual es absolutamente cierto-, sino que la propia sociedad es la que está fragmentada y, por lo tanto, las disciplinas reflejan esta situación.
Es la propia revolución industrial y la necesidad de especialización que trajo aparejado el desarrollo de la gran empresa capitalista y las tecnologías necesarias para su crecimiento, que produjo la fragmentación de la sociedad, vía alienación del trabajo, en relación con el Antiguo Régimen.

Este fenómeno que nace en los albores de la revolución industrial, se ha potenciado justamente con el acelerado desarrollo de las nuevas tecnologías digitales. Esto produce que por una parte se reclame al sector educativo una formación no fragmentada y, por la otra, se demanden cada vez más profesionales con altos niveles de especialización, cuya educación esté casi al nivel de un compartimiento estanco.
Ante este nuevo contexto, las preguntas deberíamos formularlas como: que tipo de LA estamos contribuyendo a formar y que LA deberíamos contribuir a formar.
En la práctica, los estudios de administración se han convertido en pura racionalidad instrumental, utilizando la terminología de Horkheimer, ya que han dejado de interesar los fines, para centrarse puramente en los medios, lo que este autor denomina la racionalidad subjetiva. Así, todo instrumento es útil es la medida que se consiga la eficiencia y la eficacia, eliminando de esta manera todo atisbo de pensamiento crítico en la teoría sobre las organizaciones, así como en el proceso de enseñanza y en los propios planes de estudios y programas de asignatura, lo cual coincide con la penetración cada vez más profunda de la ideología neoliberal en la Universidad.
Pero antes de seguir avanzando, se plantea un problema de base, cuál es si la Universidad debe formar profesionales para la práctica, para ejercer el trabajo de dirección de las organizaciones; o científicos, capaces de dar cuenta de la realidad del mundo actual y las organizaciones inmersas en él y, a partir de este punto, desarrollar las herramientas adecuadas para pensar y gestionar las organizaciones e instituciones.
En opinión del autor de este trabajo, se trata de trabajar sobre las dos dimensiones, pero siempre sin olvidar que cualquier instrumento utilizado en administración, opera no solo en la dimensión de la técnica o la tecnología, sino también en la dimensión de las ideas y, por lo tanto, de la política. Se trata de formar científicos, que a la vez de operar en los niveles de lo social y lo económico, puedan intervenir en la política organizacional y, consecuentemente, la social.
¿Cómo se manifiesta todo esto en nuestra Universidad y en nuestra carrera? Lo primero que debemos decir es que no se trata de un problema particular, sino que la situación de la UNLu puede ser extrapolada a toda la enseñanza de la administración, independientemente del tipo de universidad o del espacio geográfico considerado.
Si se observa tanto el plan de estudios como los contenidos de los programas en particular, se puede detectar la preeminencia de lo técnico –lo cual en muchos casos trae aparejado la preeminencia de lo cuantitativo-, por sobre el análisis científico y, fundamentalmente, por sobre lo cualitativo. Entonces, los alumnos se transforman en receptores de instrumentos –curvas, fórmulas, matrices, modelos- totalmente descontextuados de su producción y del momento de la misma; de manera que la técnica, lo instrumental, comienza a ponerse por sobre lo humano en la organización y por sobre la comprensión de
la política detrás de cada instrumento, transformando en una realidad el concepto de cognitariado.
A esta situación se le agrega una cuestión central, que se relaciona con el origen de los conocimientos, pues una rápida lectura a la bibliografía, permite detectar que se trata de técnicas o análisis surgidos fuera del ámbito geográfico de la Argentina y, fundamentalmente, en los EE.UU., como ya habíamos mencionado Si bien es innegable que este país ha sido tradicionalmente de avanzada en los estudios de administración, producto de la necesidad generada por su liderazgo en el sistema capitalista, no es menos cierto que esa producción obedece tanto en lo técnico como en lo ideológico, a un determinado desarrollo y, como consecuencia, a un determinado tipo de organización y a una política de la cual las organizaciones son un instrumento.
Se hace necesario entonces, incorporar a los programas de estudio una auténtica producción nacional, un saber situado, además de las producciones críticas que han surgido en los últimos veinte años en el campo del management, a partir de la incorporación de estudios inter, trans y metadisciplinarios.
Juan Carlos Gómez Fulao, en relación con lo que se ha planteado, en un número de la revista del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la C.A.B.A. cuyo tema central es justamente la administración en la era global[13], sostiene que “Urge un diagnóstico de nuestro tiempo que integre desde las disciplinas técnicas, como la física, hasta las más abstractas, como la filosofía”.
Uno de los problemas en este sentido, es nuestra propia formación como docentes, pues en general en nuestra disciplina, los profesores y auxiliares de las disciplinas troncales, que constituyen el cimiento de la formación del alumno, provienen de la práctica profesional, siendo sus conocimientos altamente vinculados al proceso de aplicación de los mismos; lo cual puede ser muy importante en el proceso formativo, pero en muchos casos impiden la educación en un espíritu crítico hacia la disciplina y los instrumentos utilizados en la misma, así como hacia las propias organizaciones y sus mecanismos de funcionamiento y de manejo de las personas en las mismas; lo que traba consecuentemente la investigación y generación de un nuevo pensamiento administrativo.
Es importante considerar que pensar la práctica como un producto, conduce al no cuestionamiento de las condiciones en que se produce esa práctica, así como la validación de los contenidos que surgen a partir de la misma; entonces una práctica concreta produciría conocimientos válidos, sin pasar por un proceso de análisis científico. De ahí la necesidad de formar no solo profesionales para la práctica, sino también científicos.
El tema es que para encontrar una salida que posibilite formar un nuevo tipo de profesional de administración, se hace necesario repensar no solamente un plan de estudios, sino esencialmente, como se ha planteado anteriormente, que tipo de profesionales en administración necesita la realidad nacional, de acuerdo a las distintas salidas laborales y académicas que irán construyendo en su desarrollo futuro.
Como está pensada actualmente la trayectoria del alumno por la Universidad y por la carrera, pareciera que hay un solo modelo de profesional de administración y una única salida laboral, salvo que pensemos que la administración del factor humano[14] o las herramientas necesarias para la dirección de una organización, por ejemplo, son las mismas en una pyme, en una gran compañía multinacional, en una organización cooperativa o en una institución estatal. 
De lo expuesto hasta aquí, quizás excesivamente sintético dados los objetivos planteados, se pueden extraer algunas conclusiones básicas:
a)    No se trata solamente de formar profesionales preparados para una disciplina aplicada, sino también científicos que puedan dar cuenta de la realidad de la disciplina y de las organizaciones con espíritu crítico y, a partir de allí, aportar a la construcción de nuevas explicaciones, nuevos modelos y nuevas herramientas adaptadas a los distintos tipos de organizaciones y a la realidad argentina.
b)    Desde lo planteado en el punto anterior, los contenidos no deben simplemente reflejar lo que se piensa que será necesario para desarrollar la práctica profesional futura por el alumno, sino que deben ser revisados para adaptarse al profesional que se está formando.
c)    En función de ello, hay que pensar la bibliografía, evitando el esquema de tomar lo que se utiliza en otras universidades o en otros contextos o, si se quiere, abandonar aquello de apelar a lo simplemente conocido porque es utilizado por otros, y aportar desde la lectura, nuevos enfoques y nuevas tendencias en administración, que existen y están disponibles; aunque en muchos casos provienen de otras ciencias, lo que implica un trabajo profundo de investigación y un enfoque amplio en la selección de la misma.
d)    Reorientar el plan de estudios, para que el alumno pueda optar por una formación acorde a sus intereses de desarrollo futuro. Esto se podría pensar integrando el plan de estudios de grado con la oferta de postgrados, especializaciones y maestrías, de manera de brindar una formación diversificada y complementaria permanente y no transformar a los postgrados en una simple repetición por profundización de lo ya estudiado.

En función de estos objetivos, se plantean algunas propuestas de modificaciones a considerar en relación a modelos de organización curricular, asignaturas, contenidos y orientaciones en la carrera.
Lo primero que debemos plantear, es que se hace necesario y, casi diríamos imprescindible, que nuestra carrera posea distintas orientaciones, de acuerdo a las potencialidades de desarrollo del futuro profesional.
En ese sentido, de la práctica profesional en la República Argentina, surgirían tres grandes líneas de especialización en nuestra carrera:
I)             Una orientación hacia las empresas lucrativas; la cual podría a su vez dividirse en una orientación general y otra dirigida hacia pymes y micropymes, que poseen una especificidad de gestión claramente diferenciada[15].
II)           Una orientación hacia las cooperativas; aunque podría ampliarse este concepto a organizaciones de propiedad social[16].
III)         Una orientación hacia la gestión estatal, comprendiendo esta área los distintos niveles municipal, provincial y estado nacional, así como las especificidades de organismos autárquicos e instituciones autónomas.

Como se puede observar, estos tres grandes campos, aunque se entiende que podrían ampliarse a cuatro, exigen conocimientos diferenciados en cuanto a la práctica profesional, así como enfoques de investigación y producción de conocimientos distintivos.
A lo expresado, se debe agregar el crecimiento que han tenido en la Argentina las dos áreas mencionadas en segundo y tercer lugar. Por una parte las cooperativas y empresas de propiedad social –si bien las primeras de larga tradición e inserción en nuestro país-, han venido creciendo sostenidamente a partir de las denominadas empresas recuperadas por sus trabajadores, de la acción estatal y de la propia necesidad de los ciudadanos de unirse para garantizar derechos económicos y de otro tipo. No hay dudas de que sus modelos de gestión, si bien comparten herramientas técnicas, son radicalmente distintos de los utilizados en la empresa capitalista de uno o varios propietarios.
Asimismo, a partir del año 2003, se ha producido un crecimiento del papel del estado –en relación con el período de preeminencia neoliberal en lo económico que se inicia en 1976 a partir de la dictadura cívico-militar-, lo que está produciendo la necesidad en el mismo de profesionales capacitados en una gestión compleja y diferenciada en relación a la empresa privada. Entonces la propuesta es pensar nuestra carrera con ciclos de especialización, que podrían ser los tres propuestos en primera instancia o cuatro; con lo cual estaríamos formando administradores situados en la realidad en la que les tocará actuar y en las necesidades de nuestro país, más que en función de planes asépticos, de aplicación en cualquier circunstancia, más allá de las variables tiempo y espacio.
Esto no implica ampliar la cantidad de asignaturas del programa de estudios, sino repensar el mismo en función de las especializaciones –por ejemplo Administración de las Operaciones o el Seminario de Formación Emprendedora podrían perder su sentido en una orientación en administración estatal-; o sea, que contenidos debe tener cada asignatura en la base, para después ir iniciando la especialización, que podría ser de cinco asignaturas de acuerdo a la especialización.
Una reestructuración como la que estamos proponiendo, implica a su vez repensar el conjunto de las asignaturas y contenidos. Si queremos que nuestros alumnos y, sus docentes como guías, se transformen en co-creadores de un nuevo pensamiento administrativo, deben estar capacitados para la investigación desde el inicio de su carrera universitaria.
De la misma manera, los alumnos deben recibir desde el inicio conocimientos profundos de historia económica y social, que les permitan situar el saber; uno de los grandes problemas con que nos encontramos es que nuestros alumnos pueden llegar a repetir las ideas de un autor, pero no comprender porqué esas ideas han sufrido modificaciones o como se pueden valorar en el presente. El problema es que no hay comprensión del contexto histórico social en que son producidas.
También habría que comenzar a pensar las asignaturas Introducción a la Administración, Administración General y Análisis Organizacional -aunque quizás el nombre correcto debería ser Teoría de la Organización-, como un todo conceptual, donde hay que comenzar a discutir cuestiones centrales en la administración actual, como las implicaciones de los distintos dispositivos políticos en las prácticas de management, los mecanismos ideológicos que actúan sobre los trabajadores de las organizaciones, la comunicación en una sociedad conectada y sobrecomunicada, el poder en las organizaciones y su relación con el conflicto empleador empleado, el papel del lenguaje, el papel de las nuevas sociedades de control en el disciplinamiento del denominado cognitariado, etc. Esto no quiere decir que muchos temas no sean tocados en nuestros programas, pero ideología, poder y conflicto y sus interacciones, no pueden ser un tema más, pues constituyen la base del funcionamiento organizacional.
Otro caso interesante para el análisis es Administración de las Operaciones. Por ejemplo que papel están jugando en nuestros programas el crecimiento acelerado de la robótica en la producción, con una nueva generación de máquinas inteligentes que llegan a subordinar el trabajo humano; o las nuevas impresoras en 3D, la producción flexible o las propias fábricas virtuales, que evidentemente van a modificar todos los procesos productivos, con su consecuente impacto en la organización de la empresa, en sus procesos de toma de decisiones y en su marketing.
Y en relación con ésta última, es necesario estudiar como incorporar el papel de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, que han transformado de manera radical la disciplina, a nivel de procesos y en su dimensión estratégica.
Sin contar con que tendríamos que repensar que es un Taller de Práctica Profesional en la Universidad y cual debería ser su metodología de trabajo o como un taller de estas características debe implicar necesariamente la interacción con el tipo de organización presente en nuestra realidad local; que significa Dirección General en cada tipo de organización o institución en las que podremos llegar a ejercer la profesión o que es realmente un seminario y que lo diferencia de una asignatura. Sin dejar de mencionar el grave déficit que significa en nuestra carrera la inexistencia del estudio de idioma y/o idiomas.
No se pretende en un trabajo de este tipo, hacer un análisis pormenorizado de cada asignatura, ya que el mismo corresponde a otra etapa del proceso, una vez fijados los objetivos políticos de un nuevo plan; pero sí se ha tratado de mostrar desde donde se podría comenzar a repensar cada asignatura, así como sus contenidos.
Asimismo, es necesario en el debate sobre la modificación de nuestro plan de estudios, incorporar la problemática de la articulación entre asignaturas.
Se podría pensar, que la articulación es un tema menor, en cuanto a que las correlativas estarían marcando este proceso, en la medida que representan la red de conocimientos previos que el alumno debe poseer para abordar la nueva asignatura a cursar. Pero de lo que en realidad se trata, es de generar un auténtico proceso de articulación, tanto vertical como horizontal, que posibilite al alumno integrar conocimientos que se le presentan como fragmentados, sin un hilo conductor; que a su vez posibilite que la articulación se genere desde el ingreso a la carrera y no, en alguna/s asignatura/s al final de sus estudios, donde recuperar conocimientos previos.
Articulación que debe estar expresada en el trabajo entre asignaturas, a partir de bibliografías que se pueden trabajar en distintas etapas del aprendizaje, o de guías de trabajos prácticos que permitan integrar los saberes adquiridos en distintas asignaturas. Esta situación, implicará un trabajo interdepartamental en la Universidad, dado que hay asignaturas cuyos docentes dependen de distintos departamentos, pero que son la base de muchos conocimientos posteriores. Se puede citar como ejemplo el caso de las Matemáticas, donde sus casos prácticos deberían reflejar su utilización posterior en las distintas áreas del saber profesional.
La articulación deberá así estar integrada en el propio plan de estudios, expresada en los programas de las asignaturas.
Cambios como los propuestos hasta aquí, permitirán a su vez reorientar la investigación hacia los temas y problemas que realmente hacen al desarrollo de la disciplina.
Como conclusión provisoria de esta propuesta, que es más que nada un borrador para iniciar un debate, se puede decir que hoy la Universidad de Luján necesita, por lo menos en nuestra carrera –aunque se debería decir que esto es necesario para toda la Universidad-, que cumpla con el propósito enunciado por Chomsky, cuando se refería al propósito de la educación en los ideales de la Ilustración: “[…]su objetivo consiste en que el estudiante adquiera la capacidad para inquirir, para crear, para innovar, para desafiar: eso es la educación”[17].
Alcanzar este objetivo, implica un profundo análisis, que debe estar reflejado en el plan de estudios, de las necesidades del contexto en cuanto a la formación profesional y científica, así como de las capacidades que debe poseer el futuro profesional, junto a la esencial, que es su capacitación para el pensar.
En este sentido, hay que decir que el profesional de administración en nuestra sociedad contemporánea y, más allá de los entornos espaciales, necesita poseer capacidades de trabajo en equipo, pero más en equipos multidisciplinares que unidisciplinares; de atravesar las disciplinas cuando se trata de pensar sobre un tema específico; de pensar en términos de problemas, para desarrollar su creatividad y explorar, vinculado con la expuesta anteriormente, el pensamiento sistémico, no lineal, no mecanicista, que es decir el pensamiento complejo; de desarrollar sistemas de pensamiento estratégico flexibles; de comprender la dinámica de la sociedad y sus dimensiones y, en este marco, el accionar de organizaciones e instituciones, más allá del fin de lucro; de estudiar a la administración como un instrumento para gestionar en un mundo de cambios; de comprender como se están modificando aceleradamente los mecanismos de fabricación a partir de la introducción de sistemas flexibles o la producción en 3D y como impactará esto en la sociedad y en los productos: todo esto en un listado enunciativo y no taxativo.
En esta línea de trabajo, se debería pensar en un currículum universitario que desarrolle una serie de habilidades específicas en el futuro Licenciado en Administración, entre las que podemos mencionar:
·         Aplicación de los marcos teóricos aprendidos a situaciones concretas y, su adaptación conceptual a la dinámica del entorno.
·         Creación de nuevos marcos y teorías, que permitan edificar paradigmas alternativos de ejercicio profesional, mediante la investigación contextual e indagación crítica sobre los modelos vigentes.
·         Resolución de  problemas con las herramientas del pensamiento complejo, combinando la capacidad de abstracción sobre principios y fundamentos disciplinares, interdisciplinares y multidisciplinares.
·         Interpretación y revisión crítica de sus lecturas, de manera de relacionar con los distintos marcos teóricos aprendidos, generando nuevo conocimiento.
·         Habilidades interpersonales para la interacción constructiva, mediante la participación en equipos de trabajo interdisciplinarios y multiculturales.
·         Habilidades intrapersonales, que posibiliten la autoorganización y la autonomía del individuo.

Todo lo expuesto, en el marco de una profunda conducta ética y de responsabilidad con la sociedad.

No es un trabajo sencillo, ni se han enunciado aquí todos los problemas a abordar en un proceso de cambio como el propuesto, pero es imprescindible dar el primer paso, si no se quiere terminar formando simples técnicos, descartables con cada cambio tecnológico y social.
Pero emprender este camino, no solamente implica un cambio de plan de estudios, o de correlativas, o de contenidos, bibliografía, etc. sino que también incluye, perentoriamente, un cambio en los propios docentes, en su formación pedagógica y disciplinar, en su participación e impulsión de las actividades de investigación, proceso que deberán impulsar y garantizar los Departamentos involucrados y la propia Universidad en su conjunto, pues los docentes serán los auténticos agentes transformadores.
Un poco para pensar que docentes necesitamos ser y que alumnos se aspira a formar en el marco de un nuevo plan de estudios, se exponen las palabras del profesor Chomsky en la conferencia antes señalada: “En un seminario universitario razonable, no esperas que los estudiantes tomen apuntes literales y repitan todo lo que tu digas: lo que esperas es que te digan si te equivocas, o que vengan con nuevas ideas desafiantes, que abran caminos que no habían sido pensados antes”.   



[1] Ver: Coriat Benjamín. El taller y el cronómetro. Ensayos sobre el taylorismo, el fordismo y la producción en masa. Siglo Veintiuno, México, 1982.
[2] Aunque quizás no fueran tanto relaciones humanas, sino tambièn imposiciones del propio contexto. Al respecto ver el artículo de Pablo Capanna, El efecto Hawthorne, en Diario Página 12, Suplemento Futuro, Buenos Aires, 6 de octubre de 2012.
[3] Una síntesis de la evolución del pensamiento estratégico, puede encontrarse en: Mintzberg Henry et al. El proceso estratégico. Conceptos, contextos y casos. Prentice Hall, México, 1997.
[4] Las obras de estos autores que se pueden tomar como referencia son: Kelly Kevin Out of control. The rise of a neobiological civilization. Addison-Wesley, 1994 y Anderson Chris. La economía Long Tail. De los mercados de masas al triunfo de lo minoritario. Ediciones Urano, 2007.
[5] Este caso puntual requeriría de un tratamiento en particular, pero podemos decir que es más una moda que un compromiso de la empresa con la sociedad de la que forma parte y que le da razón de su existencia.
[6] Ver la excelente conferencia del profesor Mike C. Jackson, Más allá de las modas administrativas. El pensamiento sistémico para los administradores. Disponible en el Centre for Systems Studies de la Universidad de Hull.
[7] Dejaremos para otro momento el debate sobre la teoría de la administración y la teoría de la organización.
[8] Todos estos procesos fueron sintética y precisamente descriptos por: Babini José. Las revoluciones industriales. CEAL, Buenos Aires, 1972.
[9] Sin que esto implique la desaparición del trabajo manual, sino que en ciertos sectores, está siendo reemplazado cada vez más por la tecnología aplicada a la producción y a los servicios, aumentando la productividad del capital por la vía de la reducción de la mano de obra en lo cuantitativo.
[10] Raunig Gerald. Mil máquinas. Breve filosofía de las máquinas como movimiento social. Traficantes de Sueños, Madrid, España, 2008.
[11] Berardi Franco. Generación Post-Alfa. Patologías e imaginarios en el semiocapitalismo. Tinta Limón, Buenos Aires, 2007.
[12] De Miguel Díaz Mario. Cambio de paradigma metodológico en la Educación Superior. Exigencias que conlleva. Cuadernos de Integración Europea Nº 2. Septiembre 2005, pp. 16-27. 
 
[13] Gómez Fulao Juan Carlos. Cultura global en un mundo posmoderno. Revista Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la C.A.B.A., Año VI Nº 30, noviembre 2013. pp. 24-26.
[14] Obsérvese que no utilizamos el término recursos humanos, que asimila a las personas a simples recursos, como una máquina o un edificio, lo que revela la necesidad de revisar hasta el uso del lenguaje, pues éste constituye una clara declaración de principios sobre para qué se piensa y desde dónde se lo hace.
[15] Ver al respecto: Bozzo Rubén. Gestión Práctica para PYMES. Ediciones Universidad Nacional de Quilmes y Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, Buenos Aires, 2013.
[16] Ver al respecto: Petriella Angel. Cooperativismo. Ayer, hoy y siempre. Valores, procesos, enfoques. Idelcoop, Buenos Aires, 2008.
[17] Chomsky Noam. Sobre el trabajo académico, el asalto neoliberal a las universidades y cómo debería ser la educación superior. Observaciones realizadas vía Skype para una reunión de afiliados y simpatizantes del sindicato universitario asociado a la Unión de Trabajadores del Acero, Pittsburg, EE.UU, 4 de febrero de 2014.