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viernes, 20 de marzo de 2020


EL PROCESO DEL DESARROLLO Y LANZAMIENTO DE PRODUCTOS
Una propuesta metodológica

Mg. Carlos A. J. Molinari

I.- Consideraciones previas

En primera instancia, se debe señalar que el presente trabajo referido al lanzamiento y modificación de productos, es como el subtítulo lo indica, una propuesta metodológica, un proceso técnico desde la disciplina del marketing para el tema en cuestión.
Por lo tanto, no se están analizando los aspectos de la dimensión de la política que son centrales en los lanzamientos así como en los éxitos o los fracasos de los productos cuando se trata de innovaciones. Nos referimos al tamaño y consecuente poder de la o las empresas intervinientes, su capacidad de investigación y desarrollo, la existencia de redes de vinculaciones, el lobby empresario, los intereses de gobiernos y organismos multilaterales, el poder y reacción de los consumidores en cada mercado, entre otras causas.
El objetivo entonces, no es analizar todas las cuestiones que implica el desarrollo y lanzamiento de un nuevo producto sino que, desde la óptica de la disciplina del marketing, se pretende establecer algunas pautas metodológicas para intentar estructurar este proceso de manera eficiente, sin que ello implique que los responsables dejen de considerar las cuestiones antes mencionadas.
El objetivo en definitiva, es colaborar en la construcción de un desarrollo que permita a la conducción del marketing de una organización –independientemente del tamaño o sistema de propiedad de la misma- coordinar todas las tareas a considerar en el lanzamiento de productos.
El proceso del lanzamiento de un producto al mercado es una operación sumamente compleja para una organización, pues requiere de un proceso de planeamiento e integración de funciones y tareas, así como la presupuestación de recursos, desde la etapa de la idea y su posterior desarrollo hasta la puesta del producto en el canal de distribución y su posterior adquisición por el cliente o consumidor final, según el tipo de producto del que se trate.
Se trata de elaborar un plan para dar respuesta a toda una serie de cuestiones -que serán analizadas en este trabajo- y, que confluyen en la participación de distintas áreas de la organización y en un proceso de construcción de información a partir de la búsqueda de datos de fuentes externas e internas, sin cuyas respuestas, resulta imposible avanzar con probabilidades de éxito.
Existen una serie de condiciones, algunas previas y otras en construcción y ajuste durante el proceso, que deberían plantearse al momento de comenzar la ejecución de un curso operativo como el establecido. Estas condiciones estarán determinadas por:
a) La existencia de objetivos claramente definidos por quienes conducen este desarrollo –no importa en qué nivel de decisión se ubiquen-, en cuanto al alineamiento de un nuevo producto o la modificación sustancial de uno existente, con la estrategia y las prácticas operativas de la compañía.
b) La coordinación de toda la organización, aún de quienes no son parte activa del proceso, a partir de los objetivos que se establecen para cada etapa y para cada área funcional.
c) Garantizar el personal necesario, capacitado y flexible frente a contextos de negocios cambiantes, con experiencia en el producto y/o en los mercados a los cuales se dirige.

Un plan de estas características no solo es aplicable a un nuevo producto, sino que también debería ser implementado en la modificación de uno existente, el que por distintas causas –como obsolescencia tecnológica, renovación del diseño por moda, envase inadecuado, necesidad de cambio de imagen-, deba luchar por ocupar o recuperar su espacio en el mercado atendido por la empresa.
La industria textil en un sentido amplio, en el sector de indumentaria dirigida al consumidor final, constituye un caso en este sentido, debido a que al tratarse de un sector íntimamente vinculado a la moda, la renovación de productos sucede en forma veloz, a excepción de las líneas de clásicos. En el caso de este sector industrial, el producto genérico es lo permanente, mientras que la actualización de su diseño no implica el lanzamiento de un nuevo producto en el sentido de introducir una innovación en el mercado, sino que justamente se trata de adecuarlo a los parámetros de la moda en vigencia.
Mientras que algunas organizaciones lanzan nuevos productos al mercado en forma sistemática, hay otro tipo de empresas, que evitan la actualización del producto o el lanzamiento de uno nuevo, hasta que la situación del mercado, por presión de la competencia o de los propios consumidores, obliga a realizar cambios, que no siempre llegan a tiempo. Esta circunstancia, señala la necesidad de analizar en forma constante la situación de los productos de una organización en el mercado y, a la vez, desarrollar un planeamiento sistemático del lanzamiento de productos, alineado con la estrategia de marketing de la empresa, para no quedar atrapados por estos extremos.
De cualquier forma hay que considerar que en el caso de las pequeñas y medianas empresas, así como el de los micro-emprendimientos, la limitación financiera es un  fuerte condicionante al momento de evaluar la necesidad del lanzamiento de nuevos productos o de modificación sustancial de los existentes.
Es con este marco, que el plan de productos, que incluye permanencia, modificación, lanzamiento de un nuevo producto o relanzamiento de uno existente, es una de las tareas más relevantes del área de marketing de una organización y una de las más sensibles, pues el cliente o el consumidor, solo serán leales a la marca, la línea o la propia empresa, en la medida que el nuevo producto o el modificado cumplan con las promesas realizadas.
Pero antes de encarar cualquier tipo de cambio, sea éste una modificación o un nuevo lanzamiento, pero especialmente si se trata de una innovación, se debería poder dar respuesta a un conjunto de preguntas esenciales:
a)   ¿Existen investigaciones o estudios previos que posibiliten estimar la nueva demanda?
b)   ¿En que plazo se podrá alcanzar el punto de equilibrio?
c)   ¿La innovación, podrá ser realizada con la capacidad instalada, el equipamiento actual y los conocimientos de la compañía, o requerirá de nuevas inversiones en capital y en personal?
d)   El nuevo producto: ¿podrá ser comercializado por los actuales canales de distribución o requiere la apertura de nuevos canales?
e)   ¿Qué impacto tendrá el nuevo producto, desde la óptica del cliente, en la imagen de la línea o líneas que oferta la empresa en el mercado o en la propia imagen de la empresa?
f)    ¿Qué impacto tendrán los costos fijos, de distribución y de comunicación del nuevo producto, en los costos totales de la empresa?

La respuesta a estas cuestiones básicas, que simplemente representan una guía de acción pero no un esquema cerrado, determinará las alternativas existentes y la posterior decisión de la empresa en el sentido de proceder al lanzamiento del nuevo producto o modificación de uno existente; la búsqueda de alianzas estratégicas o tercerización con quienes posean las capacidades que no existen o escasean en la organización; la necesidad de aumento de la capacidad financiera para hacer frente a una superior demanda de fondos o el abandono del proyecto cuando las posibilidades de éxito se sitúen por debajo de las expectativas de la organización.


II.- Planeamiento y ejecución del lanzamiento de un nuevo producto

Las fuentes de ideas de un nuevo producto

Cuando la dirección de una organización toma la decisión de iniciar el proceso que la conducirá al lanzamiento de un nuevo producto o la modificación, se encuentra frente al hecho de que el mismo puede ser el resultado de:
1)  La copia de un producto existente, una imitación, que es conocido y utilizado por los consumidores, que por distintas causas que se expondrán más adelante, la compañía ha decidido introducir en el mercado.
2)  Una actualización de un producto existente, sea por obsolescencia tecnológica del producto vigente o por renovación debido a cuestiones vinculadas a la moda o a la adaptación del producto a los patrones estéticos o de consumo del momento.
3)  Una innovación, con lo cual se está introduciendo en el mercado un nuevo concepto, una nueva idea, desde el punto de vista del consumidor; nos encontramos con que la base de este proceso está fundada en una invención. Este producto y sus aplicaciones no existían previamente, aunque desde la visión del marketing, una innovación no siempre implica el concepto de novedad tecnológica o social. Puede ser que el producto ya existiera y no era percibido en los usos que la empresa propone. Entonces, se pueden presentar dos alternativas cuando se plantea la utilización del término innovación en relación con el lanzamiento de un nuevo producto.
a)   Que se trate de una innovación tecnológica, independientemente que haya sido desarrollada o no por la propia empresa; se trata de una ruptura radical con la tecnología existente, impactando por lo tanto en la cultura y la economía de la sociedad, al modificar formas de vida y pautas de consumo y trabajo de los individuos y las empresas. Se trata de productos inexistentes previamente en el mercado, que inician su ciclo de vida, como en su momento fueron la heladera, el freezer, la computadora personal o el teléfono celular. Transformar una invención en un producto exitoso en el mercado, requiere de una serie de actividades vinculadas, tal como sostienen Rosenberg y Kline: “El éxito de la innovación requiere un empeño que equilibre las exigencias del nuevo producto y las de su proceso de producción, las necesidades del mercado y los requerimientos del mantenimiento de una organización que pueda continuar sosteniendo de modo efectivo todas estas actividades”[1]. De esta manera la innovación es posible a partir de la integración entre tecnología, producto, mercado y organización empresaria.
b)   Que sea una innovación comercial; es el caso de productos ya existentes en el mercado, donde se produce una actualización tecnológica, son ofrecidos para nuevos usos o aplicaciones, se reformulan desde el diseño para actualizarlos a nuevos patrones estéticos o la empresa descubre una nueva forma de comercializarlos. En esta situación, la palabra innovación no debe entenderse como invención, sino como un acto creativo aplicado a un producto presente en el mercado. Estas innovaciones comerciales se pueden asimilar en algunos casos a lo que previamente denominamos actualización del producto. No obstante hay que insistir que no basta con que la empresa declare que es una innovación, del tipo que sea, sino que el cliente o consumidor final debe percibirla como tal.

Pero lo que quizás está transformando de manera radical el proceso de gestación de ideas para nuevos productos así como para las modificaciones de los existentes es lo que se denomina innovación distribuida y abierta, pero que también es llamada alternativamente co-creación, producción social de bienes comunes, economía colaborativa o trabajo contributivo, dependiendo del autor y la propuesta conceptual que se asigna a cada término.
No es el objetivo de este trabajo profundizar en cada denominación y el concepto asociado, sino que se va a exponer la idea de innovación distribuida y abierta en relación con el tema que se está desarrollando.
En ese sentido, se piensa este concepto como la participación de los consumidores y/o usuarios y/o clientes en la adaptación de los productos de la organización a partir de la creación de comunidades en red, utilizando internet como eje aglutinador de los participantes en el proceso.
De esta manera, tanto consumidores, como colaboradores y personal de la organización, están en condiciones de aportar el conocimiento colectivo, tanto técnico como del uso del producto, para diseñar o mejorar sus características; se puede decir que quienes utilizarán el producto participan en la formulación del mismo.

En este marco, se puede decir que las organizaciones se nutren entonces de dos fuentes básicas de ideas sobre los productos a lanzar en el mercado o las modificaciones a introducir en los existentes:

1)  Internas, que corresponden básicamente a sus áreas de Investigación y Desarrollo y/o Ingeniería y/o Producción y/o Marketing; considerando en estos casos que el tamaño de la empresa marcará la existencia o inexistencia de estas funciones o las simplificará en una o más personas.
2)  Externas, que son las que la organización obtiene del contexto social, económico. cultural y tecnológico en el que se encuentra inmersa. En estos casos una de las fuentes de datos más importantes, deberían provenir de los clientes o consumidores finales, aunque esto no siempre sucede ya que es muy difícil solicitarle a un potencial cliente opiniones sobre una innovación, pues desconoce en qué le podría ser de utilidad o si una determinada tecnología se impondrá como estándar en un mercado o desaparecerá del mismo, dejando en manos del consumidor un producto obsoleto o discontinuado.

Oportunidad del lanzamiento

Como habíamos expuesto, se trata de una compleja operación para el área de marketing, por la cantidad de funciones de la empresa que intervienen y la multiplicidad de tareas a realizar.
Lo primero que hay que destacar, es que el concepto de nuevo producto, no es igual para el consumidor final o el cliente, que para la organización.
Un nuevo producto puede ser:

a)   Nuevo para la empresa, pero uno más para el consumidor o cliente, pues  no existen atributos en el mismo, desde su materialidad o envase, hasta otros más intangibles como la marca o los servicios asociados, que le posibilite diferenciarlo de otros exhibidos por la competencia.
b)   El resultado de una modificación tecnológica, que da lugar a un nuevo producto para la organización pero, para el consumidor o cliente, solo representa un cambio imperceptible en relación con su antecesor o con la oferta de los competidores.
c)   Una modificación de alguna de las propiedades del producto o de sus atributos, como un cambio de envase, lo cual es visualizado como un nuevo producto para el consumidor, mientras que para la organización es prácticamente el mismo y no lo asume como nuevo producto; o lo asume como tal pero solo desde la función comunicativa.
d)   Un nuevo producto para empresa y consumidores, con lo cual nos encontramos frente a lo que denominábamos una innovación.
Como se puede observar de los planteamientos expuestos, es importante determinar, fundamentalmente con datos convertidos en información para toma de decisiones, cuál es la situación en que se encuentra la empresa, pues si se trata de un nuevo producto o una modificación que se quiere presentar como tal, quienes lo compran deberían percibirlo.
Asimismo, una organización puede proceder al lanzamiento de un nuevo producto por una causa puntual o una combinación de ellas, que es necesario conocer, pues incidirán en la estrategia fijada en el plan de lanzamiento y en los procesos operativos de introducción del producto en el mercado.
¿Cuáles son las causas que podrían conducir a una organización al lanzamiento de un nuevo producto o uno modificado?

1)  Completar una línea existente, reduciendo los costos de distribución -si se utilizan los mismos canales o se utilizan nuevos canales creados al efecto, como los digitales- y aumentando la participación de la empresa en el mercado, diversificando a su vez el riesgo económico y financiero.
2)  Aprovechar integralmente la capacidad productiva, con la consiguiente baja en los costos fijos de toda la empresa.
3)  Aprovechar las capacidades de investigación y desarrollo, convirtiendo las ideas surgidas o probadas en un laboratorio en productos.
4)  Utilizar materia prima de descarte, con la consiguiente incidencia en los costos, ya que los mismos fueron ya incorporados al producto principal.
5)  Reemplazar productos obsoletos, por obsolescencia tecnológica o por adecuación a nuevos gustos y modas.
6)  Combatir y frenar la competencia, cuando ésta sea muy activa en el lanzamiento de nuevos productos y pueda ser identificada por el consumidor o cliente como una empresa de avanzada en innovación, lo cual afectaría la imagen y el prestigio de la propia empresa.
7)  Dispersar el riesgo, evitando depender de uno solo o pocos productos, por más exitosos que sean éstos.
8)  Lanzar productos complementarios de los que ya posee la empresa, afianzando su cuota de mercado, además de que su producto podría ser una alternativa independiente en un mercado no atendido en el presente por la organización.
9)  La apertura de nuevos mercados para la empresa, lo cual no solo diversifica los clientes atendidos sino también el riesgo, así como visibiliza a la empresa frente a los consumidores como líder en innovación.
Obviamente, no todas las causas enunciadas intervienen en cada lanzamiento de producto; este puede ser el resultado de una de ellas o la combinación de dos o más de las mismas, situación que resultaría natural que se produzca.
No todo lanzamiento de un producto conduce necesariamente al éxito, siendo por lo tanto fundamental para la empresa, analizar las posibles causas de fracaso, para actuar preventivamente evitando que los costos de esta operación, se transformen en pérdidas por un error de análisis de las opciones.
Hay que destacar que generalmente los errores y fracasos en esta área, tienen más que ver con la falta de análisis del momento adecuado o de las características que podrían diferenciar al producto, aunque en muchas circunstancias se culpa a los clientes que no comprendieron los atributos del producto que se les ofrecía, a competidores que utilizaron grandes sumas de dinero para neutralizar el lanzamiento o a condiciones macroeconómicas, como serían las políticas económicas de los estados nacionales, crisis internacionales, etc.
Es responsabilidad de la conducción estratégica del proceso, diseñar escenarios que le permitan estudiar los potenciales escollos y, en lo posible, tomar las medidas que posibiliten a la empresa enfrentar los mismos. Esto no implica, por supuesto, que no se produzcan situaciones imprevistas y totalmente fuera de control para la compañía –como un accidente natural o una crisis política y/o económica-, que son de difícil previsión para una organización, aunque no imposible en algunos casos.
¿Cuáles podrían ser las causas que conduzcan al fracaso en el lanzamiento de nuevos productos y cuyo análisis, nos posibilitaría evitarlas?

1)  Errores en la selección de los canales de distribución, por no ser los más adecuados para la llegada a los consumidores o por generar costos adicionales.
2)  Una fijación de precios que difiera de las condiciones del mercado consumidor.
3)  Problemas de fabricación que incidan en lo que el consumidor o cliente espera del producto, así como un deficiente control de calidad del mismo.
4)  Mala atención del servicio post-venta, por falta de capacitación del personal o impericia para responder con celeridad a las demandas.
5)  Un diseño inadecuado para la funcionalidad del producto o para lo que espera estéticamente un consumidor.
6)  Ingreso fuera de tiempo del producto en el mercado, por causas tecnológicas –falta de productos complementarios o inexistencia de otras tecnologías necesarias para su desarrollo- o macroeconómicas –una crisis de política económica nacional, regional o global-.
7)  No poseer el producto una diferenciación clara con su competencia o falta de capacidad de la empresa para resaltar sus atributos diferenciales.
8)  Estimación errónea del mercado potencial del producto o de la capacidad de la empresa de penetrar ese mercado, tanto a nivel financiero, respuesta productiva o capacidad de la estructura de ventas y distribución.
9)  Errores de comunicación, que impiden que el mercado potencial se informe adecuadamente de la existencia del producto o de las características diferenciales del mismo.

Las acciones de la competencia pueden también constituirse en causa de un fracaso –aun cuando se trate de una innovación pues el competidor podría ofrecer productos sustitutos-, por lo que en todas las circunstancias habrá que considerar que esas acciones existirán, pues ningún competidor entregará sin luchar su cuota de mercado; con lo cual se descuenta que uno de los primeros temas a considerar en el lanzamiento es cuál podría ser la actitud de la competencia en ese mercado.
De cualquier manera, se puede sostener que los fracasos en el lanzamiento de nuevos productos, ocurren generalmente por una confluencia de causas, más que por una puntual. Y también es posible afirmar, que en ese conjunto, es posible detectar causas internas  y externas, actuando entrelazadas; sin olvidar que la incertidumbre es parte del contexto en el cual las empresas realizan sus negocios y que por lo tanto, la misma tendrá incidencia igualmente en este proceso, lo que dificulta aún más, detectar la intrincada red de causas que intervienen.
Esta situación no debe alejarnos del estudio sistematizado de los fracasos, en los cuales, más allá de lo expuesto en el párrafo precedente, es posible detectar una causa determinante, que interactuando con otras malogra el plan.

III.- Estrategias de introducción de un producto en el mercado

Una de las cuestiones fundamentales cuando se trata de la introducción de un nuevo producto al mercado o modificar uno existente, es determinar el momento adecuado del ingreso, ya que una introducción anticipada puede conducir al fracaso, de la misma forma que un retraso en el mismo proceso.
Lo primero que debería considerar la empresa, son las características del producto, en cuanto a si se trata de un producto innovador o una imitación de otros ya existentes en el mercado. En el segundo caso los consumidores ya conocen el producto o, por lo menos, saben de su potencial uso, lo cual facilita el proceso de lanzamiento.
Y el segundo tema, se vincula con la información que se posee sobre el mercado y la competencia; si la misma es suficiente para garantizar el éxito o es necesaria información adicional. Esta situación requiere un alto grado de complejidad ya que a la situación particular del mercado consumidor de cada producto, se suman los imponderables que provienen de las crisis recurrentes en el mundo global en que las organizaciones desarrollan sus actividades; aunque se trate de una pequeña empresa de actuación nacional o regional, no queda exenta de esta problemática.

1) Información previa al lanzamiento

La organización, utilizando las distintas fuentes que provee la Investigación de Mercado, ha recopilado durante todo este proceso, una cantidad de datos, que deben estructurarse como información organizada, al efecto de que el responsable o equipo al frente del desarrollo, puedan tomar decisiones, de las cuales depende el éxito o fracaso del lanzamiento del producto.
Esta información previa al lanzamiento, por supuesto no se agota en el modelo propuesto a continuación, sino que el mismo es una guía de aquellas cuestiones básicas que toda organización debe analizar, como mínimo, antes de lanzarse a realizar esta operación.

a)   Del mercado:
·        Características del producto no cubiertas por el mercado o necesidades potenciales no cubiertas por tratarse de una innovación.
·        Localización geográfica: zonal, regional, provincial, nacional, internacional, donde la empresa pretende ingresar.
·        Mercado total estimado para alcanzar por la organización, en unidades y porcentaje de participación estimada en ese mercado.
·        Probable evolución futura del mercado, en cuanto a este tipo de producto o la existencia de sustituciones tecnológicas.

b)   De los consumidores:
·        Franja etaria.
·        Sexo.
·        Nivel socio-económico
·        Localización geográfica de residencia y lugar de compra.
·        Estimación del número total de consumidores potenciales.                               
·        Hábitos de consumo de los clientes potenciales en relación con este producto.

c)   De la empresa:
·        Estructura de marketing vigente.
·        Políticas de comunicación utilizadas para los otros productos de la organización; similitudes y/o diferencias con el nuevo o la modificación.
·        Situación de cobertura, en caso de que el producto formara parte de una línea dirigida al mismo mercado.

d)   Del producto:
·        Comparación entre las características de los productos de la competencia –iguales o similares- y las del propio en relación con la función que se pretende que cumpla el producto.
·        Estacionalidad probable o vigente del producto.
·        Existencia de productos sustitutos.
·        Necesidad de acoplarse con productos complementarios.

e)   De los canales de distribución:
·        Estructura actual de canales físicos en el mercado y canales físicos alternativos.
·        Potencialidad de los canales digitales en el tipo de producto que se está lanzando al mercado.
·        Sistemas de promoción hacia el canal y hacia el consumidor final utilizados tanto por la competencia como por la propia empresa en el mismo producto o en otros similares.

2) Coordinación del lanzamiento

En esta etapa del proceso del lanzamiento del nuevo producto, la tarea más compleja, es la coordinación de las distintas áreas intervinientes.
Independientemente de la estructura que adopte la empresa para organizar e implementar este plan y del tamaño de la empresa en cuestión, el lanzamiento de un producto, es el resultado de la interacción de una serie de funciones dentro de la organización, cada una de las cuales corresponderá a un área específica dentro de la estructura o descansarán varias en una sola persona o en consultores externos, de acuerdo al tipo de empresa.
La tarea más importante, en esta etapa, a cumplir por el responsable o por el equipo de trabajo que dirija todo el proceso, es la coordinación de las tareas a realizar, al efecto de cumplir con los objetivos planteados y con la fecha fijada para el lanzamiento.
Un listado enunciativo y no taxativo de las funciones que participan en el proceso de lanzamiento son:

Ventas: En cuanto a establecer los lineamientos para introducir el producto en el mercado. De la misma manera, es la función responsable de las estimaciones de penetración en el mercado. Esto siempre y cuando sea necesaria la utilización de un equipo de ventas, dependiendo del tipo de producto, estructura de distribución y mercado atendido.
Comunicación: Deberá coordinar todas las actividades que comprenden la función, así como el estudio de la potencialidad de utilización de formatos digitales y del marketing directo. En ese sentido, las dos vías tradicionales a utilizar son:
Promoción: Como parte integrante del área de marketing, es responsable de la selección de aquellos instrumentos más adecuados para encarar las tareas promocionales del nuevo producto, seleccionar lo puntos de venta donde se realizarán las acciones o los canales más efectivos para las mismas y preparar los materiales que se utilizarán, garantizando que los mismos puedan ser puestos a disposición del canal, los vendedores y cualquier otro medio que se haya elegido.
Asimismo, confeccionará los análisis del retorno sobre la inversión estimado para el gasto total de promoción y como contribuirá esta herramienta de comunicación a la participación en el mercado prevista.
Publicidad: Igualmente como parte integrante del área de marketing, está entre sus tareas la coordinación de tiempos y objetivos con la agencia de publicidad que se encargará de la comunicación con el potencial cliente. O establecerá la coordinación con los medios cuando esta forma de comunicación sea desarrollada por la propia empresa.
Distribución: Si es que el producto se venderá a través de intermediarios, es la función responsable de la utilización o no de los canales de distribución actuales y de proponer alternativas, así como planificar los tiempos de llegada al canal para garantizar la efectividad del lanzamiento. También es responsable de la logística, considerando el espacio geográfico a cubrir, medios de transporte disponibles, capacidad de depósitos y stocks mínimos y máximos.
Finanzas: Se deberán coordinar los distintos presupuestos de las tareas antes descriptas, en un plan unificado que posibilite a la empresa estimar con máxima certeza los fondos necesarios para garantizar el lanzamiento y posterior mantenimiento del producto en el mercado.
Legales: deberá organizar los registros de las marcas, patentes, licencias, aprobación ante organismos oficiales, autorizaciones en el caso de productos comestibles, contratos de distinto tipo –distribución, provisión de insumos etc.-.
Costos y precios: Es responsable de la determinación de los costos de producción y de marketing del producto, su impacto –si lo hubiera- en los costos globales de la empresa y la propuesta de los precios posibles para el producto; esto último en estrecha coordinación con el área de marketing, que más allá de las limitaciones de costos es quien ha investigado la situación del mercado en relación con la política de precios que puede seguir la organización.

Las funciones descriptas, no implican que cada organización deba poseer una estructura diferenciada para cada una de ellas, sino que se refiere justamente a funciones, que pueden descansar en una única o en varias áreas o personas, dependiendo del tipo de empresa, su tamaño, mercado atendido, etc.

3) Control del lanzamiento

Los métodos de control en el lanzamiento de productos, no se refieren exclusivamente a las acciones a considerar una vez que se ha producido el hecho, sino que incluyen todas las previas a realizar durante el proceso descripto con anterioridad.
La utilización de mercados de prueba, por ejemplo, es una herramienta que permite verificar que los planes trazados, se corresponden con una correcta lectura de la realidad o que, en su defecto, deben ser objeto de ajustes para alcanzar efectividad al momento del lanzamiento en el mercado total que se haya decidido abarcar.
Los test publicitarios antes del lanzamiento de las campañas o la prueba entre grupos de consumidores de las herramientas de promoción, son otro ejemplo de cómo trabajar en las etapas previas para minimizar o anular los márgenes de error.
Una vez que el producto ha sido lanzado en la escala de mercado elegida por la empresa, los mecanismos de control de los objetivos propuestos deberán actuar de manera sumamente estricta, ya que del cumplimiento de las metas, depende la subsistencia del producto y, en muchos casos, de la propia organización.
Por esto es necesario un estricto control de los avances hacia las metas de participación de mercado fijadas y de las causas de los posibles desvíos; del cumplimiento de los costos establecidos; de la efectividad de las campañas de comunicación a partir de medir el resultado de las mismas.
Asimismo, la empresa deberá realizar un seguimiento de las acciones de la competencia, pues las mismas deberán generar respuestas que en muchos casos, no estaban planificadas al momento del lanzamiento.

IV.- Estructuras para el lanzamiento del producto

No existe, ni podría existir, una estructura modelo para implementar el
lanzamiento de un producto, dada la diversidad de empresas que podemos encontrar en un proceso de este tipo.
Empresas de distinto tamaño, desde grandes compañías internacionales hasta microemprendimientos; con distintas estructuras o, en algunos casos, sin estructuras claras como el caso de las pequeñas empresas; con recursos humanos con experiencia o no en este tipo de procesos; con más o menos capacidad financiera.
Por lo tanto, la estructura que la empresa decida adoptar para el lanzamiento, dependerá de toda una serie de condicionantes, de los cuales los expuestos son solo una muestra.
Desde esta visión, vamos a proponer algunas alternativas, que han sido exploradas con distintos grados de éxito por distintas organizaciones, que pueden servir como plataforma no solo para su copia, sino para la creación de nuevas estructuras superadoras, de acuerdo a cada situación particular.

En un primer caso, se trata de alojar toda la operación dentro del área de marketing; en este caso, será el responsable de esta función o el nivel de responsable que tenga el área, quien coordinará todo el proceso. Pero también puede existir, de acuerdo al tamaño de la empresa, una jefatura de producto o de marca, a quien se le asigna la tarea. Cuando la organización opta por este esquema de trabajo, tiene la ventaja de que el lanzamiento queda en manos de personal especializado en las tareas comerciales, que son quienes a su vez, serán responsables del producto una vez que éste se encuentre en el mercado. El Gerente o Jefe de Producto a cargo, coordinará con el resto de las áreas de la organización las distintas tareas para llevar a cabo el proceso. La gran desventaja de utilizar este tipo de estructura como soporte, es que el resto de la empresa permanece ajena al proceso, ocupándose solamente de cada tarea específica, pero sin tomar conciencia de la operación en su conjunto; de la misma manera que permanecen las otras áreas al margen de la vinculación de la organización con sus clientes.

Una segunda alternativa es crear un Comité responsable del nuevo producto en el nivel directivo de la empresa. Lo conduce un miembro de la dirección, en conjunto con los responsables de las áreas funcionales. Este comité es el que fija las políticas y posteriormente, cada responsable procede a implementarlas en su área específica, informando posteriormente al comité sobre los resultados, al efecto de realizar rectificaciones o reafirmar el curso elegido y los tiempos pautados. Si bien un comité de estas características generalmente es altamente eficiente, pues quienes lo integran son quienes conducen a la organización, es indudable que el conjunto de los recursos humanos desconocen el conjunto de las tareas que llevan al lanzamiento; con lo cual se pierde la posibilidad de apelar a la creatividad colectiva.

Una tercera posibilidad es la conformación de un equipo de trabajo interdisciplinario: se trata de la formación de un equipo con miembros de las distintas áreas de la empresa que participan de manera directa o indirecta del lanzamiento del producto y que se ocupan de centralizar todo el proceso. Una vez producido el lanzamiento, el posterior desarrollo del producto en el mercado queda bajo la responsabilidad del área de marketing, o de producto o de marca, dependiendo esto del tipo de empresa y los miembros del equipo regresan a sus lugares de origen, pero formados en un proceso complejo, de vinculación con el mercado atendido por la empresa y, por lo tanto, las nuevas capacidades adquiridas se dispersan por toda la organización.

V.- Conclusiones

Se ha presentado en este trabajo, una metodología posible para estructurar el proceso de lanzamiento de un nuevo producto al mercado o una modificación de un producto existente.
Como se ha expuesto, las organizaciones empresarias no constituyen una unidad equiparable, existiendo dentro de este universo, una cantidad de tipos de empresas, distinguibles por el mercado atendido, su tamaño, capacidad financiera, participación de marca en el mercado, actuación geográfica, etc.
Por lo tanto, la forma concreta en que se ha de instrumentar esta propuesta metodológica dependerá de la práctica concreta de cada organización y de las características enunciadas.
No obstante, se entiende que lo expuesto representa una guía para la acción, independientemente de su proceso adaptativo a cada realidad particular.
Asimismo, hay que tener presente lo expuesto en el inicio, en cuanto a que los lanzamientos de productos resultado de innovaciones, dependen en sus éxitos y fracasos de una cantidad de condicionantes externos e internos de las organizaciones, así como del poder de negociación de las mismas con otras organizaciones, con los gobiernos o con la sociedad; o de la capacidad de imponer sus condiciones a toda la sociedad. O sea que la dimensión de la política también forma parte de este proceso, si bien su resolución opera más allá de la funcionalidad del marketing en las organizaciones.


[1] Citado en: Vegara Carrió Joseph Mª. Cambio tecnológico, análisis económico e historia. La aportación de Nathan Rosenberg. Revista de Historia Industrial, Universidad de Barcelona, Nª 5, 1994.

sábado, 22 de febrero de 2020


PODER Y CONFLICTO EN LAS ORGANIZACIONES

Mg. Carlos A. J. Molinari

El objetivo de este trabajo, no es agotar el debate acerca del poder y el conflicto en las organizaciones, sino plantear algunas cuestiones que puedan ser utilizadas para reflexionar acerca de estos dos conceptos y sus múltiples conexiones e interacciones, actuando como disparadores de nuevos análisis que posibiliten no solo comprender estos procesos sino también la dinámica de la empresa en el sistema capitalista.
En primer lugar hay que decir que la cuestión del poder y del conflicto en las organizaciones no puede ser analizada al margen del telón de fondo en el que se desenvuelven las empresas, que es la contradicción entre el capital y el trabajo, lo que ha sido soslayado históricamente en la literatura clásica de administración.
Recién con el advenimiento de los denominados Critical Management Studies este conflicto ha sido incorporado a los estudios de la administración, aunque no por todos los autores que se podrían encuadrar en esta corriente; igualmente hay que aclarar que no se trata de una corriente en un sentido tradicional del término sino más bien de un conjunto de pensadores que desde distintos encuadres teóricos reflexionan sobre la gestión de las organizaciones.
En este cuadro de análisis, debemos decir que el conflicto es parte constitutiva de la organización, donde las luchas por el poder no son solo aquellas que se desarrollan entre grupos o entre diferentes formas de gobierno de la misma, sino que la contradicción expuesta hace que el conflicto no pueda ser eliminado en la organización empresa lucrativa en el sistema capitalista.
Partiendo de la base de que las organizaciones son instituciones sociales históricas, cuyas relaciones internas y externas responden a un determinado momento en el tiempo y cuyas formas de gobierno, de ejercer el poder y manejar los conflictos son también producto de una determinada sociedad y la dinámica de las clases sociales que la componen, un punto de partida en el análisis es comprender entonces la existencia de distintos tipos de organizaciones y de modelos organizacionales en los que se inscriben el poder y los conflictos.
Entonces, se debe partir de un concepto de organización que nos permita posteriormente comprender los distintos modelos de las mismas que han surgido a lo largo de la historia contemporánea, sus consecuentes formas de gobierno y, en ese marco, como se manifiestan el poder y los conflictos, con sus distintas visiones.
Desde nuestra óptica entonces, una organización es una comunidad de personas, estructurada a partir de técnicas y tecnologías existentes que organizan el trabajo de sus miembros, que actúa en un determinado contexto de relaciones sociales, con un objetivo común, donde los individuos se subordinan al mismo, pero donde también existen tensiones entre los intereses personales, grupales y de clase social así como conflictos de poder.
Debido a que el concepto planteado de organización nos habla de objetivos y de organización del trabajo a partir de la división del mismo, la manera en que ha de estructurarse depende de los objetivos que se hayan fijado. Por ejemplo, una organización cooperativa, por sus propios objetivos, vinculados no solo a la resolución de problemas socioeconómicos sino a la gestión democrática y a la solidaridad en sus relaciones internas y con el resto de la sociedad, no podrá desarrollar un modelo organizacional similar al de una empresa lucrativa, donde la ganancia es el principal motor que guía a la misma y donde la existencia de intereses del dueño de la empresa podrían entrar  en contradicción con los de sus empleados o con la sociedad; si no se respeta la legislación laboral en un primer caso o si se contamina en el segundo caso. En esta situación de la empresa lucrativa, un modelo organizacional con primacía de la democracia sería impracticable ya que la estructura vertical en la toma de decisiones estratégicas forma parte de la esencia de la propiedad privada de la empresa.
Por otra parte, la empresa lucrativa tampoco constituye una realidad única, ya que entre grandes corporaciones globales, empresas medianas nacionales o internacionalizadas, pequeñas empresas y microemprendimientos existen diferencias en algunos casos profundas sobre los modelos de gestión y, por lo tanto, de ejercer el poder.
También debemos señalar la existencia de las que denominamos empresas de propiedad social, que son las empresas de los estados nacionales -o podría ser de más de un estado nacional- donde el gobierno y el poder se deben relacionar con los intereses de toda la sociedad, aunque puedan entrar en contradicción con la dirección de la organización y la sociedad en función de los conflictos que se dirimen en el ámbito de lo político y de las contradicciones sociales.
Regresando entonces a nuestro problema de estudio, comprender el poder y el conflicto, implica comprender el gobierno de la organización, el que a su vez debe ser analizado en el marco de los distintos modelos de gestión para estructurar la organización y en cómo estos modelos se expresan en los sub-sistemas que componen la propia organización.
El primer modelo que podemos identificar como tal en el desarrollo de la empresa capitalista, a partir de la formalización que propone es el que se ha denominado “taylorismo”. Desde el propio contexto de su aparición, puede verse como el poder, como expresión del contexto en que nace este sistema productivo y a su vez también como expresión de las relaciones de clase dentro de la fábrica, se expresa en la manera en que Taylor plantea la organización de la producción y el control de la misma.
Según expresa Benjamín Coriat (1982) en su libro El taller y el cronómetro, el taylorismo es una estrategia de dominación sobre el trabajo, así como una estrategia de conjunto para el capital norteamericano.
Lo que pretendía Taylor a partir de la simplificación del trabajo, minimizando cada tarea y reduciendo al trabajador a un simple apéndice la máquina, era crear un sistema que denominó científico -aunque la utilización de este término debe comprenderse como producto del imaginario positivista de la época-, donde el poder estuviera claramente en los que mandan, eliminando cualquier resistencia en los que ejecutan.
Frente al modelo taylorista, surge un nuevo modelo que centra su atención en el factor humano en la producción, ya que el anterior modelo, si bien pretendía aumentar la productividad a partir de optimizar los procedimientos, esto no había impedido el surgimiento de conflictos en las fábricas.
Este modelo denominado “humanista”, surge de los estudios del sociólogo Elton Mayo, que trabajó para demostrar que las conductas humanas no son producto solamente de recompensas o castigos, sino que el clima grupal o el reconocimiento de pares y superiores influían en la conducta de los trabajadores; hacen su aparición en la teoría, los factores psicológicos y sociales en la productividad.
No obstante hay que decir que esto no habría sido tan así en el trabajo de Mayo, ya que según refiere Pablo Capanna (2012), el estudio fue realizado en plena recesión donde los trabajadores trataban de no perder sus fuentes de trabajo; además que hubo conflictos que hasta llevaron al despido de dos trabajadoras, datos que no fueron expuestos en las conclusiones. Esto igualmente no invalida la idea de que el factor humano comienza a ser tenido en cuenta en las organizaciones y en sus relaciones con el gobierno, el ejercicio del poder y los conflictos.
Oros contextos iban a generar otros tipos de modelos organizacionales con los cambios que ello traería aparejado en el gobierno y, por lo tanto, en las relaciones de poder y conflictos.
Es así que en la década que siguió a la finalización de la Segunda Guerra Mundial, se comienzan a visualizar a las organizaciones como organismos vivos, producto de las analogías con la Teoría General de los Sistemas, la que provenía del ámbito de la biología, con lo cual se quiere instaurar la importancia de las relaciones con el contexto.
Posteriormente surge el paradigma de la complejidad, que elimina los reduccionismos en el análisis de las organizaciones para estudiarlas en todas sus interacciones, donde los conflictos en las mismas, como competencia y cooperación o eficiencia y democracia, comienzan a ser analizados como parte del entramado organizacional.
Las organizaciones son analizadas como complejas redes de relaciones entre sus miembros y con el contexto. Al decir de Edgar Morin, el todo y las partes componen, a partir de una doble identidad, la organización.
Benjamín Coriat (2000) en otro de sus libros, El taller y el Robot, define una nueva época histórica en relación con la organización industrial y, por supuesto, su impacto en las estructuras organizacionales y el poder y los conflictos en las mismas, que es la que se produce a partir de mediados de la década de 1970.
Allí identifica las que llama tres historias para caracterizar la nueva situación de las empresas; y la primera de ellas se relaciona con los cambios en las formas de empleo y la disciplina industrial, identificada originariamente con el taylorismo. Se reconfigura en esta época el proceso productivo, buscando un aumento en la productividad humana en el trabajo frente a los conflictos que se producían, intentando a su vez eliminar, decimos nosotros, la resistencia de los trabajadores.
Como se puede observar en esta etapa de la cuestión y, como sostiene Angel Petriella (2006) “la organización opera como un sistema autoreferencial que se acopla más o menos eficazmente con los múltiples contextos en los que le compete actuar”.
Pero como también plantea Petriella, esta situación tiene relación directa con la cuestión del poder, pues tanto el capital como el capitalismo, generan una vía de dominación cotidiana a partir de las culturas de la gestión organizacional.
Si bien establece claramente las diferencias entre los modelos que hemos descripto como tayloristas y el humanista, queda claro, en las palabras de este autor, que el centro sigue siendo como hacer crecer la productividad y neutralizar los conflictos.
Todo lo expuesto, nos conduce al tema del gobierno organizacional, como forma de comprender el ejercicio del poder y la acción frente a los conflictos que surgen en los distintos tipos de organizaciones.
El gobierno es una forma de ejercicio del poder, que a través de un conjunto de relaciones, prácticas, saberes y conocimientos, delimita un campo de acción a las personas dentro de la organización. Por lo tanto, este ejercicio del poder es la manera de manejar los conflictos en el ámbito organizacional.
Cuando pensamos en gobierno, debemos pensar en los tres tipos básicos de organizaciones, clasificadas de acuerdo a la forma de gobernarse.
Por un lado las estatales, estructuradas de acuerdo a rígidos marcos normativos y de procedimientos, que establecen rígidas relaciones de poder; las lucrativas, donde el objetivo central es la ganancia, por lo tanto, la toma de decisiones son de tipo jerárquico y las cooperativas, caracterizadas por la participación y el diálogo en la toma de decisiones, de acuerdo a los principios que rigen este tipo de organizaciones.
Ahora, hemos visto que el gobierno es una forma de ejercicio del poder, por lo que es esencial para nosotros establecer claramente de que hablamos cuando hablamos de poder.
Y lo primero que vamos a decir es que el poder no es un atributo de las personas ni es exclusivo de determinados rasgos jerárquicos en la organización, sino que el poder se da en el marco de las relaciones sociales. Por lo tanto, analizar el poder, es analizar las relaciones de poder.
Michel Foucault (2012), plantea que las relaciones de poder no solo están representadas por las normas, el derecho o la ley, sino que también hay que considerar las coacciones extrajurídicas sobre los individuos y que atraviesan todo el cuerpo social; a lo que nosotros agregaríamos incluidas en el cuerpo social, las organizaciones. Para este autor lo extrajurídico seria por ejemplo cuando un médico psiquiatra decide sobre la internación de un individuo, con lo cual lo pone en un estatus que no es el del ciudadano con todas las de la ley.
Esto lo lleva a decir que los aparatos de dominación son numerosos, por lo que se produce un entrelazamiento de relaciones de poder que hacen posible la dominación.
En el caso de las empresas, no solo hay un poder jerárquico que emana del conductor ejecutivo de la empresa -sea este individual o colectivo, un dueño o los cuadros jerárquicos-, sino que también habría que considerar que la posibilidad de pérdida de su fuente de ingresos por parte del trabajador, es parte de las relaciones de poder que se ponen en juego en la organización.
Por nuestra parte, lo expuesto por Foucault, nos muestra que si bien las relaciones de poder son asimétricas, también pueden ser inestables, pues generan la resistencia; de hecho estas relaciones pueden modificarse con el tiempo, puesto que no son fijas.
Para Zygmunt Bauman (1994), las diferencias en los grados de libertad son  diferencias de poder, pues caracteriza a éste como la capacidad de actuar, de elegir libremente los fines como dominar los medios para llevar a cabo esos fines.  El poder así es actuar más libremente que otros, o ver limitada la libertad de elección.  Resume su posición cuando sostiene que el poder da la capacidad de valerse de los actos de otras personas para alcanzar los propios fines.
¿Cómo se ejerce entonces el poder? El primer modelo es a través de la coerción, donde se manipula una situación para que los recursos de otra persona se tornen ineficaces, o de manera de reconfigurar los valores de la otra persona.
El otro método, lo define como más costoso para el poderoso y consiste en “hacer que los deseos del otro trabajen para mí”. O sea que las otras personas alcanzarán sus valores si siguen las normas establecidas por el poderoso. Bauman da aquí el ejemplo del soldado, que es recompensado con medallas por matar al enemigo. De esta manera, el valor del subordinado es un recurso de sus superiores y sus sueños son puestos al servicio de fines establecidos por los poderosos.
Ahora, la capacidad de influir sobre los valores de otras personas, es un atributo de lo que denominamos autoridad; o sea que la autoridad de una persona o una organización se reduce a la probabilidad de que otras personas sigan su consejo o ejemplo.
Pero para que exista la autoridad, se debe producir una legitimación, un argumento que demuestre que el consejo debe seguirse y la escala de valores aceptada.
¿Y cuáles son las formas de legitimación de la autoridad?
Una sería la de la tradición, donde los valores son presentados como dignos de estima debido al respaldo de ésta. Se trata de ser fiel al pasado, a la herencia común con un grupo; donde las viejas virtudes son venerables por el hecho de ser viejas. Pero también nos dice Bauman que en épocas de cambios rápidos, a veces las innovaciones radicales son presentadas como una restauración de viejas y conocidas costumbres, para reducir la incertidumbre provocada por los cambios.
Otra forma de legitimación es la carismática, donde la aceptación de los valores está motivada en que el predicador de esos valores posee una sabiduría inusual, intuición o acceso a fuentes de conocimiento que garantizan su visión y su decisión; la iglesia es presentada por Bauman como la clásica organización carismática.
Y la otra legitimación es la legal-racional, donde las organizaciones y las personas autorizadas a hablar en su nombre, tiene el derecho legalmente garantizado de establecer que acciones realizar y que existe la obligación asimismo de obedecer sin discutir.
El poder no solo requiere de legitimación, sino también de la posesión de ciertos saberes; saberes que pueden ser formales o informales. En una organización, por ejemplo, el conocimiento de los mecanismos informales de toma de decisiones constituye un mecanismo de poder sobre quienes no poseen ese conocimiento, aunque no existan relaciones jerárquicas entre quienes poseen y quienes no, pues el poder son relaciones.
También el poder requiere de una verdad compartida entre los que participan de una red de poder, pues si no existieran estas formas de verdad, estos argumentos, el ejercicio del poder se debilita o puede hacerse imposible ejercerlo.
Como hemos visto, no se puede comprender el poder al margen del gobierno de la organización; y el gobierno implica participación y toma de decisiones, pero también tratamiento del conflicto.
Si la dinámica de una organización está dada fundamentalmente a partir de las relaciones sociales que se producen en ella, la dinámica de las relaciones sociales está dada por el conflicto.
En la literatura tradicional de la gestión de organizaciones o management por su término en inglés, el conflicto tiende a ser visualizado como una anomalía, como una patología, un problema o una anomia.
En realidad pensamos que esto se relaciona con una visión estática de la vida social, en tanto que la sociedad humana es permanente cambio y contradicción, como nos enseña la lógica dialéctica. Sin movimiento no hay cambio, pero siempre en todo movimiento hay contradicciones y, por supuesto, estas contradicciones generan conflicto. Pero visto desde esta perspectiva, el conflicto puede entonces ser analizado como motor del cambio.
Los niveles en que puede analizarse el conflicto son el intrapsíquico, el interpersonal y el de los grupos sociales.
El primero tiene que ver con la psiquis, con el individuo y, en ese sentido, es importante la visión de Sigmund Freud para su comprensión. Para el psicoanálisis, según el Diccionario de Psicoanálisis (1981), el conflicto se da cuando en el sujeto se oponen exigencias internas contrarias y el conflicto es visto como constitutivo del ser humano.
Los interpersonales, se producen en parejas y en los grupos por contraposición de intereses, siendo comunes en los equipos de trabajo en las organizaciones.
Y los de los grupos sociales, surgen claramente cuando se analizan las clases sociales y los conflictos de clase, que también son constitutivos de las organizaciones lucrativas.
Pero si el conflicto puede ser visto como motor del cambio, es parte de una relación dinámica dentro de la organización y no pueden ser evitados, pero sí enfrentados y tratados de manera de orientarlos hacia el consenso en la organización, aún en el marco de objetivos contrapuestos.
Los procesos democráticos, se nutren de conflictos, que son los que colaboran para que la organización crezca a partir del debate fructífero entre sus integrantes y, considerando los motivos del conflicto, elaborar nuevos caminos, perspectivas o modelos que no solo colaboren con superar el conflicto sino también con encontrar nuevos caminos para las organizaciones.

Bibliografía

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