LAS TECNOLOGÍAS DIGITALES Y LA
TRANSFORMACIÓN
DE LA EDUCACIÓN SUPERIOR
Dr. Carlos A. J. Molinari
Las tecnologías digitales, se han constituido
en un catalizador de profundos cambios en el seno de nuestra sociedad
contemporánea, aun considerando que las mismas no son una variable autónoma,
sino que son el producto de cambios en la esfera económico-social que las
posibilitan.
En este marco, la Universidad, tanto
en lo que hace a su modelo de gestión como en el propio modelo académico, no
puede ni debe quedar aislada de su progresiva implementación, ya que
posibilitan insertar a esta institución en una sociedad en movimiento, sin que
esto implique plantear forma alguna de determinismo tecnológico o
tecnotriunfalismo.
En este sentido, la utilización de
las TIC's y las redes, están creando nuevos modelos de vincularse con los
alumnos y entre los docentes, así como de éstos con la estructura de soporte
administrativa y académica, que pueden y deben ser impulsados como parte de una
mejora en el proceso educativo.
Nuevas formas de comunicarse dentro y
fuera de los cursos, modelos novedosos de investigar y ampliar el acceso a
datos e información, cursos a distancia semipresenciales y virtuales, cursos
gratuitos hacia la comunidad, repositorios digitales, son algunas de las formas
que puede asumir la utilización de estas tecnologías en las instituciones de
educación superior.
Este trabajo, tiene como objetivo
explorar la utilización de estas tecnologías digitales, como un instrumento
para mejorar la gestión administrativa y académica de las instituciones de
educación superior, así como los procesos de estudio e investigación.
Considerando lo expuesto en el primer
párrafo, más allá de los objetivos específicos expuestos, es imposible soslayar
en el mismo una visión integral de la sociedad y de sus interacciones con la
tecnología, pues caso contrario se correría el riesgo de abordar el problema
desde una visión parcial, lineal y mecanicista.
Impacto
de las TIC’s en el proceso educativo
En una primera instancia, se trata de
analizar cuál es el impacto que están teniendo estas tecnologías en la
educación, independientemente de los niveles educativos o la ubicación
geográfica de la población observada. Pero especialmente considerando, el
acelerado proceso de implementación y adaptación a las mismas, desde el año
2020, producto de la situación de pandemia; hecho que obligó a las
instituciones educativas a saltar etapas y procesos para abordar la nueva
situación.
Vamos a iniciar este análisis, con
unas reflexiones de Umberto Eco (2007, dedicadas a la cuestión de para qué
sirve un profesor. El intelectual italiano, plantea
como la red Internet, transformada en una gran enciclopedia, puede proporcionar
todos los datos que se necesiten, pero lo que transforma a una clase en una buena
clase, no son los datos que se transmiten, sino el hecho de provocar el diálogo
y la confrontación de opiniones.
También sostiene que la red
proporciona datos sin fin, pero hace falta verificar la información; hay que
saber buscarla, filtrarla, seleccionarla, aceptarla o rechazarla, así como
también es necesario establecer la relación sistemática entre las nociones que
aparecen en la red.
Igual, como dice Eco, no vamos a
recordar todo, pero decidir que vale la pena recordar y que no, es un arte
sutil.
Este artículo representa una
plataforma, a partir del cual se puede pensar el papel de las tecnologías
digitales y la inteligencia artificial en el aula, en relación con el rol del
docente y los objetivos del proceso educativo.
En un trabajo publicado por la
Fundación Telefónica de España (2018) -sin entrar a considerar aquí las
intencionalidades del mismo-, se analizan algunas cuestiones que se relacionan
con la tecnología y su implementación en el aula.
En ese sentido, lo primero a destacar
que se considera relevante para nuestros objetivos, es que plantea como las
tecnologías pueden reemplazar tareas rutinarias, pero no pueden reemplazar –por
lo menos en el actual momento del desarrollo de las mismas decimos nosotros-,
la capacidad de los humanos de resolver problemas. Pero esta capacidad,
vinculada al pensamiento crítico, la creatividad o la innovación, para que se
traslade a los alumnos, necesita de docentes y de planes de estudios que las
incentiven. No basta con que las tecnologías digitales estén colonizando todas
las dimensiones de lo social; esto no alcanza para trasladarlas automáticamente
al sistema educativo.
Se trata por lo tanto, de comenzar a
pensar no solo cómo se utilizan estas tecnologías en el aula, sino para qué se
utilizan, o sea, qué relación tienen con las prácticas pedagógicas.
Otra información significativa en el
trabajo citado, es el estudio que enfocado en alumnos de educación media y
superior, reporta las causas del rechazo a la escolarización de la tecnología.
Estas cuatro causas son:
a) Los alumnos piensan que sin esas
tecnologías, se podría haber trabajado igual el tema, pues el uso que les da el
docente es irrelevante.
b) Los alumnos deben realizar un
mayor esfuerzo para obtener los mismos resultados.
c) Los alumnos están acostumbrados a
las metodologías tradicionales y más, cuando el uso de la tecnología es para
promoverlas.
d) La privacidad de los adolescentes,
entendiendo que las redes son un medio de comunicación y de relación con sus
pares, sin que los docentes participen.
También se plantea en este trabajo,
la cuestión desde el docente, el cual percibe un mayor esfuerzo al incorporar
las TIC’s en el proceso educativo y no consigue una ganancia en los resultados
obtenidos.
Es necesario señalar, que el hecho de
la incorporación masiva de sistemas de videoconferencia, a partir de la
situación de pandemia, no ha modificado lo expuesto, pues solo se trata de
sistemas de comunicación, que dependen en todo caso de su utilización
pedagógica.
La problemática de los resultados
adquiere relevancia, ya que según el trabajo citado, los estudios de impacto
estarían mostrando que en países de América Latina, las políticas nacionales de
educación y tecnología, no han sido lo suficientemente fuertes para obtener
resultados distintos a los que se obtenían previamente.
Asimismo, en el estudio se resalta
una cuestión, que estaría marcando el camino complejo que implica la
implementación de las TIC en el aula. Según los resultados PISA 2012 –e
independientemente de la posición del autor de este trabajo frente a éstos
análisis- países que se encuentran en los primeros lugares como Finlandia,
Corea del Sur o Japón reportan un bajo uso de tecnología en centros educativos,
mientras que otros países que también se encuentran en los primeros lugares, como
Singapur, Estonia o los Países Bajos, tienen una utilización mayor de
tecnología.
Pero más allá de experiencias como
las descriptas, surge con fuerza la idea de la necesidad de integrar las nuevas
tecnologías digitales con la educación y, en nuestro caso de estudio, con la educación superior.
En un trabajo de Javier Jiménez et al. (2015), los autores señalan como
las estrategias vinculadas a la introducción de tecnologías en las aulas, hacen
hincapié en el acceso a las mismas a partir de la conectividad y la
incorporación de computadoras, la capacitación de los profesores y los cambios
en el currículum, que incluyan componentes vinculados a la tecnología, pero
marcando la tendencia a ignorar los resultados poco efectivos en la
incorporación de la misma, lo que conduce a reemplazar un problema educativo
por otro; tema éste que se vincula con el estudio anteriormente citado de la
Fundación Telefónica.
Describen asimismo quienes son, a su
criterio, los principales actores que están impulsando nuevos paradigmas en la
incorporación de nuevas tecnologías en las aulas: la UNESCO, los Foros
Mundiales y la OCDE.
En ese sentido, la UNESCO piensa las
TIC como portadoras de desarrollo, otorgando nuevas cualidades a la tecnología,
como calidad y equidad de oportunidades.
La organización, estima que es
fundamental la producción de políticas públicas de TIC en la educación,
promoviendo tres etapas, que consisten en facilitar la estructura tecnológica
en los centros educativos y capacitación a los docentes, asegurar condiciones
de uso de las TIC en los procesos de enseñanza aprendizaje y, por último, crear
condiciones ideales para que las TIC formen parte de la dinámica educativa, a
partir de su apropiación social.
Otro de los actores que impulsan la
relación entre tecnología y educación, son los Foros Mundiales, para los que,
en palabras de los autores citados, “la
tecnología en la educación ya no es una
opción, se ha convertido en un imperativo”.
Un dato relevante a destacar, es que
entre los compromisos del Foro Mundial de la Educación en Dakar del año 2000,
aparece la revalorización de la presencia del libro, como instrumento
imprescindible de acceso a la cultura y como medio fundamental para utilizar
las nuevas tecnologías.
No se trata de un tema menor, ya que
muchos de los planteos vinculados a las nuevas tecnologías digitales y su
implementación en procesos educativos, hacen hincapié en la cultura visual de
las nuevas generaciones, olvidando la integración de la cultura escrita como una
herramienta imprescindible. El objetivo entonces no es el reemplazo del libro,
sino su integración en otros formatos de lectura, con otros soportes
alternativos, que faciliten su acceso a nuevas generaciones de estudiantes,
docentes e investigadores.
Finalmente, el otro actor analizado
por estos autores es la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico), cuya posición es que la introducción de tecnología en las escuelas,
se ha convertido en una competencia básica, igual que la lectura, las
matemáticas y la escritura, siendo un requisito para conseguir empleo y una
oportunidad para el desarrollo económico.
Al plantear la OCDE, la introducción
de tecnologías digitales en la educación como una competencia básica para
conseguir empleo, se entiende que se deja de lado el eje del debate, que es el
papel que pueden jugar estas tecnologías en el mejoramiento del proceso de
enseñanza aprendizaje, en la calidad académica y en el desarrollo del
pensamiento crítico, que son los temas prioritarios para el debate en la
Universidad, en relación con el tema, sin que esto implique que la cuestión del
empleo deba ser soslayada en los análisis, pero no priorizada; pues el empleo
se relaciona con otras variables y no solo con la educación.
Hay que resaltar, que tanto en el
trabajo de la Fundación Telefónica como en los encuadres de UNESCO, Foros
Mundiales y OCDE, aparece ausente la dimensión de la política o, cuando
aparece, lo hace solicitando a los estados nacionales inversión en hardware,
software o capacitación docente. Pero lo que está ausente es la espacialización
de esas inversiones, como si todos los países o regiones estuvieran al respecto
en un nivel de igualdad, así como su encuadre en las estrategias sociales, de
manera que la aplicación de tecnologías digitales al aula, resolvería
‘mágicamente’ cuestiones como la desigualdad, la pobreza, el desempleo, el
acceso a la salud o el desarrollo de innovaciones –técnicas y sociales-, que
toda sociedad necesita en el camino del progreso.
Por ello resulta esclarecedor el
trabajo de Pérez Lindo (2008), que va más allá de los instrumentos y analiza la
gestión del conocimiento en la Universidad, como un concepto totalizador,
introduciendo en el debate la dimensión de la política.
El autor plantea que la eficacia
social de la Universidad, depende de la articulación de la misma con la
sociedad, el Estado y la economía; una articulación que depende del modelo
cultural de desarrollo que se adopta. Entonces, es en estas relaciones donde
hay que ubicar las nuevas tecnologías digitales en el proceso educativo.
También llama a no confundir la
universidad práctica con la universidad empresarial o corporativa; además de
que el conocimiento práctico, la ciencia aplicada, no es suficiente para la
creatividad científica, para la cual es necesaria también la especulación
teórica y las creaciones culturales, con lo cual da un marco para pensar la
universidad y los métodos pedagógicos, así como su vinculación a las nuevas
tecnologías digitales y las transformaciones consecuentes.
Otro de los temas que analiza, que se
vincula con la adopción de nuevas tecnologías digitales, es el del uso de los
conocimientos que se generarían con éstas; si bien hay que destacar que el
autor solo toma el tema de la informatización como telón de fondo de sus
análisis. Pero lo relevante, es que su pregunta se refiere a cómo resolver el
problema del uso social de los conocimientos. Obsérvese que se regresa a la
cuestión de los objetivos políticos a obtener con la tecnología, más allá de la
tecnología en sí.
Finalmente, este autor propone una
serie de aplicaciones de la gestión del conocimiento en la universidad –en la
que incluimos nosotros en esta etapa histórica a las nuevas tecnologías
digitales-, de las cuales tomaremos tres que se entiende se relacionan en forma
directa con el objetivo fijado para este trabajo: la gestión administrativa, la
gestión académica y la gestión pedagógica.
De la primera, rescatamos el concepto
de organización inteligente basada en la informatización y en la centralidad de
los procesos del conocimiento; la implementación de políticas de información y
una nueva gestión del personal.
De la segunda, su idea de superar la
fragmentación disciplinaria e institucional, promoviendo la cooperación intra e
interinstitucional, mediante programas horizontales e interdisciplinarios.
También rescatamos su propuesta de desprivatizar la posesión de cátedras,
carreras o áreas académicas y encarar la internacionalización de los
intercambios académicos.
Y de la tercera, su llamamiento al
abandono del currículum rígido y cerrado, para dar lugar a sistemas abiertos y
flexibles; la posibilidad de que en todas las carreras existan materias
electivas en cualquier universidad de la Argentina o del exterior y enseñanza
bi-modal –presencial y a distancia-[1], igual que
la enseñanza virtual.
Estas aplicaciones, podrían
convertirse en parte de un programa de trabajo cuando se priorizan los
objetivos a alcanzar, a partir de la aplicación educativa y de gestión de
nuevas tecnologías digitales.
Alejandro Piscitelli (2015), realiza
un aporte significativo en este debate, cuando sostiene como las nuevas
tecnologías digitales, no solo están modificando la educación superior, sino
que conducen necesariamente a un nuevo modelo de Universidad; planteo que lo
realiza desde la visión de las humanidades digitales.
La pregunta que se hace Piscitelli, es
hasta qué punto la tecnología digital está cambiando una forma de enseñar y
aprender, que permaneció incólume a lo largo de casi un milenio.
Independientemente de que no se coincide con que la forma de enseñar y aprender
haya permanecido incólume en el último milenio, la cuestión planteada en la
primera parte de su pregunta, se entiende tiene total pertinencia para nuestro
momento histórico.
Entonces este autor, parte de la
premisa de que estamos inmersos en entornos físico-digitales, pero que no
estábamos acostumbrados a poner a las redes sociales y al comportamiento
colectivo ‘dataficado’ (sic) en un lugar privilegiado para generar nuevo
conocimiento; agregando que estábamos acostumbrados a considerar que las
bibliotecas alcanzaban y sobraban, para generar una hermenéutica del saber.
Frente al planteo, pensamos que en
este caso, se impondría entonces redefinir el concepto de biblioteca, en un
camino de integración entre papel y bits, o entre una necesaria convivencia
entre lo analógico y lo digital.
Analizando el caso de las denominadas
humanidades digitales –en las cuales incluye hasta los videojuegos y la cultura
gamer-, Piscitelli las ubica como
unas humanidades dadas vuelta. Según él, hay un doble proceso que éstas hacen
posible: convertir archivos digitales en objetos físicos y la inversa.
Con este nuevo marco, aboga por la
introducción masiva de tecnología en la Universidad, pero como este proceso
hasta ahora ha producido resultados magros, propone definir nuevas competencias
propias de los milenials, lo cual
implicaría demoler el universo universitario tal cual lo conocemos; propone
entonces integrar la formación lenta, con las demandas de rapidez que exigen la
innovación, el mercado y la cultura del prototipeado.
Como conclusión, plantea que lo
complejo no es la introducción masiva de tecnología, sino que el tema central
es epistemológico, discursivo e ideológico, para que aprendamos a preguntar de
nuevo y no hipotequemos la cultura de la búsqueda, en manos de los algoritmos.
Como cuanto más crece internet más
difícil es encontrar algo, el reto no es el acceso sino prestar atención, para
lo cual es necesario reinventar las universidades, desarrollar un nuevo normal
educativo, que parece ser incompatible con las universidades tal cual las hemos
conocido en el último milenio.
Aparecen en estas ideas de Piscitelli,
algunas cuestiones que están más relacionadas con la forma, como el caso
específico de las humanidades digitales; inclusive la idea de incorporar los
videojuegos, aparece cuanto menos como desacertada, si lo que se está
analizando son disciplinas en el marco de una institución portadora y creadora
de conocimiento como es la universidad. Un juego es un juego, que pertenece a
la cultura popular y sin dudas al ámbito de la historia cultural o la
sociología, pero sigue siendo un juego.
Si no estamos mal interpretando a este
autor, propone una integración entre la formación lenta -que sería la formación
tradicional presente en nuestras universidades- y las demandas de rapidez que
impone la actual coyuntura.
El problema es que también deja fuera
del análisis la cuestión de la política, por lo que su lógica al pensar, por
ejemplo, en la rapidez exigida por el mercado, es la lógica del sistema capitalista,
para el cual todo es mercancía, inclusive la educación.
Esto no implica dejar de reconocer la
importancia, en especial en carreras profesionalistas, de brindar al alumno
herramientas que le posibiliten insertarse velozmente en la actividad elegida.
Pero por más velocidad que se imprima al proceso educativo, siempre va a estar
atrasado en relación con las nuevas técnicas y tecnologías, que se expanden en
el nivel de lo social. Entonces, si siempre vamos a estar atrasados, ¿porqué la
preocupación por lo más novedoso?; quizás lo más importante es que la
universidad forme en una educación ‘lenta’, como la denomina, donde predomine
lo conceptual. Quien maneja el concepto, quien comprende los contextos
histórico-sociales, está más preparado para comprender cada nueva tecnología,
así como sus potenciales usos y peligros.
Igual que en el caso de la
innovación; quien necesita rapidez en las innovaciones es el aparato
industrial-comercial, no las universidades, que deberían generar innovaciones
al servicio de las necesidades sociales, garantizando no solo la potencial
aplicación de las mismas, sino las prevenciones sobre su uso en cada caso.
Quizás podemos encontrar un exceso de
tecnooptimismo en este autor, que
mezcla en su artículo cuestiones técnicas con otras conceptuales.
Pero más allá de las puntualizaciones
señaladas, no hay dudas de que los cambios tecnológicos, nos hablan de la
necesidad de un nuevo normal educativo, como este autor lo denomina, que no
sabemos si es incompatible con las universidades tal cual las conocemos, o si
se trata de construir ese normal educativo, para que justamente sea compatible
con un modelo de universidad abierta a las necesidades de su comunidad. De
alguna manera lo expresa Piscitelli en forma contundente, cuando sostiene que
el problema es epistemológico, discursivo e ideológico; entonces este es el
nivel donde se debe situar el debate y no en la técnica y la tecnología.
Caso contrario, se correría el riesgo
de confundir la forma con la cuestión de fondo, poniendo por delante las nuevas
herramientas que nos brinda la tecnología. sin diseñar previamente que
universidad, que docente, que alumno, que investigador, que graduado queremos
formar para una determinada sociedad.
Nuevos desafíos para la Universidad
La situación creada a partir del
crecimiento de las tecnologías digitales y su impacto en la actividad
universitaria, tanto de docencia como de investigación, debe ser analizada a
partir del nuevo contexto comunicacional en que se encuentra la sociedad en el
presente momento histórico, cuyas características moldean tanto a docentes como
alumnos y que aplicadas a nuestro objeto de estudio, se pueden describir como
(Molinari, 2017):
a.- La convergencia creciente de los
distintos dispositivos de conexión a las redes, su fecundación recíproca y la
multicanalidad consecuente de los usuarios, transformando las actividades
cotidianas en físicas y virtuales en simultáneo, superponiendo ambas
dimensiones.
b.- Este nuevo entorno digital,
promueve también la fecundación entre distintos saberes, a partir de la
concurrencia de ciencias, técnicas, disciplinas, historias y conocimientos
tradicionales.
c.- Alumnos y docentes, no solo
navegan en las redes sino que las incorporan a su mundo vital, convirtiéndolas
en un espacio superpuesto de entretenimiento y conocimiento, con las ventajas y
el peligro que este hecho conlleva.
d.- Independientemente de la calidad
de los mismos, la red Internet posibilita el acceso a datos casi sin límites,
aunque esto se transforma en irrelevante, en la medida en que no exista en el
ambiente de la enseñanza aprendizaje, una orientación para tamizar y organizar
esos datos.
e.- El avance de la Inteligencia
Artificial generará el desarrollo de capacidades vinculadas a la convergencia
de las dimensiones física y digital.
Se puede decir entonces, que las
distintas actividades de las universidades resultarán afectadas por el
desarrollo de las tecnologías digitales, tanto de las aplicadas a la
comunicación, como de aquellas vinculadas al aparato productivo.
En ese sentido, todas las actividades
sustantivas de la universidad, sea la docencia, la investigación, la extensión
a la comunidad, como el propio soporte de gestión de las mencionadas, están
alcanzadas por ese impacto.
En la docencia, porque surge un nuevo
alumno, más vinculado desde su nacimiento a la lógica de la dimensión digital,
que de alguna manera reclama un entorno de aprendizaje, en el cual se
encuentren incluidas aquellas tecnologías con las que opera en su vida
cotidiana.
Esto no implica un simple cambio,
pues la tecnología proporciona nuevos instrumentos, que sin los contenidos no
tienen valor educativo.
Que un alumno en una clase tenga
acceso a Internet, no significa como se plantea en muchos trabajos, que por eso
tiene disponible toda la información. Primero porque en la red no está todo y,
cuando esto sucede, no significa que se pueda acceder fácilmente a esos
contenidos. La guía del docente para contrastar en la busca de veracidad en los
datos o, para seleccionar lo que es relevante resulta indispensable. Además que
es necesario aclarar, que lo que proporciona la red muchas veces son datos, lo
cual es diferente a información o conocimiento, siendo éste último un estadio
superior en el proceso educativo. Incorporar tecnología no significa reemplazar
metodologías de probada eficacia, sino complementar para mejorar el proceso de
enseñanza aprendizaje, dejando sí de lado solo aquellos métodos que puedan ser
reemplazados, sin perjudicar el objetivo académico.
Por último, entre los desafíos no se
pueden dejar de señalar algunos aspectos que hacen a las prácticas de alumnos y
docentes en el ámbito áulico.
Una de las cuestiones en ese sentido,
es lo planteado por Wexler (2020), en relación a su experiencia con alumnos de
una escuela primaria en los EE.UU. que utilizaban tabletas para sus clases,
pero no podían identificar el sentido de las palabras que utilizaban los
dispositivos para las preguntas que se les hacían. Si bien se trata de una
experiencia en una escuela primaria, lo que surge aquí, que se puede trasladar
a todos los niveles educativos, es que uno de los problemas centrales está en
el significado de las palabras, que los alumnos no comprenden; alfabetización
no es solo leer, sino también comprender. Y uno de los problemas de las nuevas
generaciones, es que utilizan las redes digitales, sin que esto implique una
mejora en la comprensión de lo que leen.
Que los alumnos utilicen tecnologías
y dispositivos para jugar o intercomunicarse con sus pares, no implica
automáticamente que se puedan utilizar en un contexto educativo, pues éste
último implica un nivel superior de comprensión del significado de las
palabras, de los textos y del contexto bajo análisis.
Frente a lo expuesto, hay que
considerar asimismo, que la interacción social –entendida esta entre los
alumnos y de éstos con el docente-, resulta esencial en el aprendizaje. El
dispositivo o el software, sin la guía del docente y el intercambio fecundo
entre alumnos, es un proceso no podrá alcanzar resultados satisfactorios.
Bibliografía:
Eco Umberto. De qué sirve el
profesor. Diario La Nación, Buenos Aires, Argentina, 21 de mayo de 2007.
Disponible en: https://www.lanacion.com.ar/910427-de-que-sirve-el-profesor
Estudio sobre la inclusión de las
TIC's en los centros educativos de aulas. Fundación
Telefónica de España, OEI, IESME, Madrid, España, 2018. Disponible en: https://www.fundaciontelefonica.com/arte_cultura/publicaciones-listado/pagina-item-publicaciones/itempubli/635/
Jiménez Javier, Bustamante Mónica y
Albornoz María Belén. El problema del determinismo en las políticas de
educación y TIC. En: Thomas Hernán et al. Políticas tecnológicas y
tecnologías políticas. Dinámicas de inclusión, desarrollo e innovación en
América Latina. Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, Argentina,
2015.
Molinari Carlos A. J. El
aprendizaje en la Universidad. Lecto-escritura y nuevas tecnologías en la
enseñanza de administración.
En: RedSociales Revista electrónica del Departamento de Ciencias
Sociales, Universidad Nacional de Luján, vol. 4 N° 4, 2017. pp. 160-166.
Disponible en: http://www.redsocialesunlu.net/wp-content/uploads/2017/08/RSOCO21-OBUN-2017.pdf
Pérez Lindo Augusto. Principios y
aplicaciones de la gestión del conocimiento en la Universidad. En: Consejo
de Decanos de las Facultades de Ciencias Sociales y Humanas (editor). Aportes
de las ciencias sociales y humanas al análisis de la problemática universitaria.
Prometeo Libros, Buenos Aires, Argentina, 2008.
Piscitelli Alejandro. Humanidades
digitales y nuevo normal educativo. Telos Revista de Pensamiento sobre
Comunicación, Tecnología y Sociedad, N° 101, España, junio-septiembre 2015. pp.
13-22.
Wexler Natalie. El lado oscuro del uso de dispositivos tecnológicos en las aulas. MIT
Technology Review, 21 de enero de 2020. Disponible en: https://www.technologyreview.es/s/11731/el-lado-oscuro-del-uso-de-dispositivos-tecnologicos-en-las-aulas
[1] A partir
de la situación de pandemia que hemos señalado, los sistemas bi-modales, han
comenzado a ser considerados como parte de proceso educativo, tanto en grado
como en posgrado, impuestos por ola propia práctica.