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jueves, 30 de mayo de 2024

 

DE LA OBSOLESCENCIA PLANIFICADA

A LA MODA ‘VINTAGE’

 

Dr. Carlos A. J. Molinari

 

I.- Introducción

El concepto de Ciclo de Vida de un producto, ha sido considerado, en la disciplina del Marketing y en la gestión estratégica de las organizaciones, como una herramienta para la toma de decisiones, en todos los procesos que se relacionan con los productos que una empresa planifica introducir en un mercado, sostiene en el mismo o estima discontinuar[1].

Independientemente de las objeciones que se pueden hacer, con justa razón, a la utilidad práctica de este concepto, nos interesa detenernos en lo que se considera la etapa de obsolescencia y muerte del producto, en función de los objetivos de este trabajo.

Nos planteamos en este artículo, analizar críticamente las ideas asociadas a la etapa de la obsolescencia de un producto, a partir del análisis de algunos casos concretos, que nos posibilitarán observar, como en la bibliografía especializada en marketing, se obvia el papel del consumidor y como, la obsolescencia es planificada por las propias empresas, más allá de las necesidades tecnológicas y sociales.

En este camino, lo primero que debemos dejar señalado, es que estamos pensando, como corresponde al ciclo de vida del producto, en el producto genérico y no, de una marca en particular, donde el concepto perdería su sentido.

El concepto del ciclo de vida, parte de la idea, de que un producto se caracteriza por la existencia de un proceso vital, asimilando así el modelo, al de los seres vivos. Aunque a criterio del autor de este trabajo, no se trataría de una analogía acertada, en tanto las cosas dependen en su existencia, justamente de decisiones de los seres humanos y no de un ciclo de vida natural.

Pero independientemente de lo antedicho, el concepto aludido, responde a la idea de que todo producto tiene un proceso, que va desde su nacimiento –introducción al mercado-, una etapa de desarrollo o crecimiento, la madurez del mismo y, posteriormente, la obsolescencia o muerte.

Más allá de que, determinar cuándo un producto genérico podría estar por ejemplo en la etapa de madurez, es sumamente complejo, porque esto podría variar por geografía, estructura económica de cada país, accesos a niveles de tecnología y otras variables y, hacerlo a escala global, por lo expuesto resultaría imposible, vamos a partir del supuesto, de que todo el concepto puede ser válido para aplicar a un producto genérico.

Por ejemplo, se podría sostener que la heladera, como genérico, por lo menos en los países más desarrollados y en vastos sectores de países sub-desarrollados o en vías de desarrollo o pobres[2], es un producto que se encuentra en la etapa de madurez.

En el caso de la obsolescencia o declive, Kotler y Keller[3] plantean, que es cuando las ventas disminuyen debido a los avances tecnológicos, a los cambios en los gustos de los consumidores, así como por la intensificación de la competencia, tanto nacional como internacional. Según estos autores, como es complejo mantener productos débiles para la empresa, la estrategia adecuada depende del atractivo relativo de la industria y el poder competitivo de esa empresa en el sector en que se encuentra.

También sostienen, que las empresas que consiguen regenerar productos ya maduros, lo hacen agregando valor a los  mismos.

Para sostener sus ideas, los autores utilizan ejemplos de marcas específicas, los cuales si bien resultan útiles para analizar como planifica e implementa cada organización su estrategia, entendemos que primero hay que analizar qué pasa con los productos genéricos, para después concentrarse en cómo las marcas utilizan esa situación.

Y en ese sentido, lo primero que podemos decir es que solo se habla de los consumidores, cuando se establece como una causa, los cambios en sus gustos. Pero, cuando se plantea la cuestión de los avances tecnológicos, no se analiza como éstos, provocan en muchas circunstancias ese cambio de “gusto”, que no es tal, sino un abandono obligado del producto. Esto último, también hay que relacionarlo con la cuestión de que esos cambios tecnológicos, son producidos por las propias empresas, de acuerdo a su lógica de rentabilidad; caso contrario, parecería que las grandes empresas –aquellas que dictan el ritmo de los cambios tecnológicos-, son simplemente administradoras de acciones que les vienen dictadas por un contexto, en el cual no tienen ningún papel activo.

Antes de continuar, debemos aclarar, que nuestro análisis, se centrará en productos que son el resultado de cambios tecnológicos; aunque sus conclusiones pueden ser aplicadas a otro tipo de productos, como los que dependen de la moda, tal el caso de la indumentaria. Lo que no significa, que no existan productos que efectivamente puedan o necesiten ser reemplazados, cuando los avances tecnológicos, realmente constituyen una mejora para las prestaciones de los mismos hacia los consumidores. Por ejemplo, el surgimiento de nuevos materiales para la indumentaria o el reemplazo, en su momento, de las válvulas por el transistor y posteriormente el circuito integrado, en los aparatos de televisión, situaciones que provocaron, indudablemente, una mejora de calidad y funcionalidad.

Pero  lo que nos interesa mostrar, es que no se puede teorizar acerca de estrategias en etapas del ciclo de vida, como el declive u obsolescencia, como una generalidad, sin analizar el papel de las organizaciones en ese declive y reemplazo de productos.

II.- El caso de los discos de vinilo

Según una noticia publicada en marzo de 2024[4], la oficina de estadísticas nacionales del Reino Unido, ha vuelto a incluir los discos de vinilo, como parte de la canasta de bienes y servicios; un dato que por sí solo, debería llamar la atención sobre este soporte musical.

Una información, que se puede analizar en paralelo, con un artículo siete años anterior, titulado “Nuestro romance con lo digital se ha terminado”[5], donde el autor plantea que, frente a los aspectos negativos del mundo digital –económicos, psicológicos, sociales-, la manera de enfrentarlo, no es abandonarlo –lo cual es obvio frente a las mejoras que éste introduce en nuestras vidas-, sino restablecer el equilibrio con lo analógico.

En ese sentido, sostiene que los jóvenes son responsables en gran parte de este interés por lo analógico –aunque señalamos que su análisis se refiere a los EE.UU. y Canadá-, pero también agrega el tema de la nostalgia, como otro de los responsables de este regreso.

Como ejemplo, cita el aumento de la venta de discos de vinilo, así como de las cámaras de fotografía instantáneas y de los libros en papel.

Reconoce que lo analógico es más costoso y, a veces –como en el disco de vinilo-, incómodo, pero da riqueza sensorial a quien lo utiliza. 

Para reafirmar lo que sostiene este periodista, según un Informe de la Recording Industry Association of America, en el año 2022, se vendieron en los EE.UU. 41 millones de unidades de vinilos, frente a 33 millones de unidades de CD; si bien es necesario agregar, que los usuarios de plataformas de streaming eran de 92 millones. Asimismo, en 2023, las ventas de discos de vinilo treparon a 43 millones frente a 37 millones de los CD. Es importante observar, que no solo creció la venta de vinilos sino también las de CD.  

Entonces, la pregunta que surge es, que está pasando, que un formato de música que había sido abandonado, por nuevos formatos, supuestamente más fáciles de utilizar y de mejor calidad, así como de menores costos, se encuentra en crecimiento por la demanda de los consumidores.

Para entender el fenómeno, debemos retrotraernos a los inicios de la década de 1980, cuando el Compact Disc, fue presentado a la industria musical, como un desarrollo conjunto de las empresas Philips y Sony[6]. Un nuevo formato, el primero, que posibilitaba almacenar audio digital.

Las ventajas que ofrecía este formato, entre otras, incluían el no deterioro con el uso o, que la información contenida en el disco, ocupaba menos espacio, por lo que se podía incorporar más música que en el tradicional vinilo; así como también una supuesta superior calidad en la escucha.

Los primeros CD, comenzaron a venderse en 1982, aunque el crecimiento era lento.

¿Qué estaba sucediendo en ese momento en la industria vinculada a la venta de música?

Los formatos de reproducción eran los discos de vinilo y los casetes, mientras que el soporte físico eran las bandejas giradiscos y los reproductores de cinta de casete. Por lo tanto, las ventas eran de crecimiento vegetativo, ya que los consumidores, solo cambiaban sus equipos o reemplazaban sus discos, por deterioro o para incorporar novedades; o se incorporaban al mercado nuevos consumidores por un tema etario. Resultado, no se trataba de un mercado con tasas altas de crecimiento.

Igualmente, en 1984, Sony lanzó al mercado el discman, que era un reproductor portátil para CD, con el objetivo de potenciar las ventas de los discos digitales[7].

Pero es recién en los inicios de la década de 1990, cuando se produce el gran reemplazo del disco de vinilo por el CD. ¿Porque sucede esto?

Por una conjunción de causas, como que las grandes discográficas dejaron de fabricar los discos de vinilo y, comenzaron a entregar toda su música en CD. A este hecho, le debemos sumar que los fabricantes del hardware, también discontinuaron la fabricación de bandejas giradiscos –con algunas excepciones-, para fabricar equipos de reproducción de discos digitales.

Esta situación, generaba el hecho de que los consumidores, tenían que adquirir los nuevos equipos, si querían seguir consumiendo música, pues la que estaba disponible era en el nuevo formato de CD.

Hecho que a su vez, potenciaba las posibilidades de la industria musical, ya que ya no era relevante poseer los viejos discos de vinilo. Si se pretendía seguir escuchando una determinada música, había que comprarla en el nuevo formato. Y la industria aprovechó esta situación, relanzando nuevamente su catálogo, lo que no podría haber sucedido, si los consumidores seguían escuchando sus viejos discos en los formatos disponibles, de vinilo o casetes. Independientemente de que el reemplazo del casete era más sencillo de ‘vender’, debido a los muchos inconvenientes técnicos que presentaba.

A lo expuesto, hay que añadirle el papel de los medios de comunicación masivos, especialmente en la década de 1990, período en el cual se abre la red Internet para su uso generalizado, acerca de la importancia de adaptarse a las nuevas tecnologías digitales y lo que éstas suponían como avance, en todas las relaciones sociales.

Sin negar lo que supuso el desarrollo de la digitalización, aún con sus puntos oscuros, la situación fue que en el caso de la música, el cambio fue visto como un adelanto, mientras que otras tecnologías, como la analógica del disco de vinilo, como parte de un pasado que ya no regresaría, excepto para coleccionistas o nostálgicos.

Peor lo que queda claro de esta sucinta exposición, es que el cambio fue impuesto desde la industria, ya que se declaró la obsolescencia de otros formatos, no quedando a los consumidores, otras opciones.

Si lo observamos desde lo que describíamos acerca del ciclo de vida del producto, se destaca que el cambio de gustos de los consumidores o el surgimiento de una nueva tecnología, no suceden en el vacío. Son procesos, donde juegan un papel determinante las grandes empresas poseedoras de esas tecnologías, que necesitan el cambio para aumentar su tasa de rentabilidad; pero donde el gusto o las necesidades de los consumidores, no son considerados. El caso que estamos tratando de los discos de vinilo, así lo reafirma.

En este punto, debemos decir que, frente al ocaso y casi desaparición en el gran consumo, de los discos de vinilo, hubo un sector que, aunque en pequeñísima escala a nivel mundial, contribuyó a mantener no solo su producción, sino también la de bandejas giradiscos. Se trata de la música electrónica, ya que quienes componen esa música en los espacios bailables, los denominados DJ’s, mantuvieron el formato del disco de vinilo, para la edición y reproducción de su música.

Pero debemos decir, que el retorno y crecimiento del disco de vinilo, también hay que analizarlo de manera multicausal, por las distintas franjas etarias participantes en este proceso.

La Federación Internacional de la Industria Fonográfica, realizó en el año 2022, una encuesta titulada: Porqué se compran vinilos. Su muestra constaba de 44.000 encuestados, de 16 a 64 años, en 22 países, entre junio y septiembre de 2022[8]. El resultado arroja los siguientes datos sobre la causa de la compra de vinilos:

49%: me gusta poseer físicamente mi música

41%: me gusta tener el disco físico para mirarlos

36%: disfruto el ritual de reproducir el vinilo

28%: me gusta sumergirme en el álbum completo

26% me gusta leer las notas interiores del disco

Para un análisis completo, debemos agregar algunos datos del Reporte de 2023, según el cual, 73% de las personas, escucha música en streaming. A su vez, el streaming, facturó 19.300 millones de U$S en ese año, mientras que la venta de formatos físicos, 5.100 millones de U$S.

Unos datos adicionales para completar el panorama, es que la venta de discos de vinilo, en 2023, representó el 54% de las ventas de álbumes físicos; mientras que el de Taylor Swift fue el vinilo más vendido, lo que sucedió obviamente entre el público joven[9].

Se pueden entonces, sacar algunas conclusiones provisorias sobre la cuestión.

Un porcentaje nada desdeñable de los consumidores de música, eligen el formato físico para su escucha; según los datos expuestos representan al año 2023, el 20,9% de la facturación de la industria. En los EE.UU., del total físico vendido, los discos de vinilo suman el 53,75% de las ventas, para este mismo año. Por lo tanto, no se podría decir que los vinilos, constituyeran un formato que había que abandonar; pues a pesar de haber sido discontinuados, fueron y son demandados por los consumidores.

Entre las causas de la demanda, podemos observar en la encuesta expuesta, que el hecho de poseer el disco físicamente, resulta importante para muchos consumidores.

No es objetivo de este artículo ingresar al análisis de las cuestiones técnicas, vinculadas al sonido, para lo cual se han dado múltiples debates[10]. Pero de lo que no hay dudas, en relación a la música digital, es que los músicos coinciden en la posibilidad de acceder más a los matices de la música, a partir de los discos de vinilo. No obstante lo cual hay que decir, que no todos los consumidores poseen los conocimientos musicales adecuados, para apreciar estas diferencias.

Además de que el disco de vinilo, en relación a los formatos digitales –que incluyen el CD y el streaming-, tiene un agregado, que es el arte de tapa, un formato estético por sí solo, más allá de la música.

Por lo que podemos decir, que si bien existían causas por las cuales las empresas del sector, estaban interesadas en su momento en el abandono de la música analógica –representada por el disco de vinilo y los casetes-, a partir del recambio total que significó para los consumidores de discos y equipamiento, evidentemente no era una necesidad compartida por todos los consumidores.

Ello no implica sostener que la música analógica va a reemplazar a la digital, ya que sumados el streaming y los CD, siguen representando la venta mayoritaria de la industria.

Pero para resaltar la importancia de lo físico, debemos resaltar, que también ha aumentado la venta de los CD[11], aunque no en los porcentajes de los vinilos obviamente, ya que éstos últimos habían sido discontinuados, mientras que los CD, antes de la música por internet, ocupaban prácticamente todo el mercado.

Igualmente, hay que agregar que el gran inconveniente de los vinilos, es su proceso de producción, ya que la mayoría de las fábricas existentes habían sido desmanteladas, con lo cual la industria se encontró frente al hecho de que debieron montarse nuevamente las mismas.

Como se observa, el cambio tecnológico impulsaba el desarrollo de un nuevo producto –los CD-, pero no se traducía en obligar al recambio a todos los consumidores. Cuando la industria fue presionada por éstos, debió regresar a un mercado que era atractivo desde el  inicio, pero que no pudo prever estratégicamente su tamaño. Las ideas del ciclo de vida del producto, no contemplan la complejidad de los consumidores, como tampoco la existencia de una herramienta fundamental sostenida por la disciplina del marketing, como la existencia de nichos y segmentos, que diferencian a los compradores de los productos.

Una última nota para la complejidad de los consumidores; no es lo mismo escuchar música en casa, en el auto, en un medio de transporte o circulando en las calles. Es factible que un mismo consumidor opte por diferentes formatos, de acuerdo al lugar o momento en que se encuentre. Intentar uniformar la escucha en un solo formato, no es evidentemente una buena idea, lo que quedó confirmado por el caso que hemos hasta aquí analizado.

III.- Los casetes de audio

El caso de los casetes de audio, es otro de los analizaremos, considerando las pautas que hemos fijado en este trabajo.

En el año 2019, un artículo periodístico de la Agencia France-Presse, daba cuenta que una empresa francesa, volvía a fabricar casetes de audio, 20 años después de que se dejaran de fabricar en Francia, exportando el 95% de su producción a países como EE.UU., Reino Unido o Alemania[12]. Otra vez la pregunta: ¿qué estaba pasando?

A pesar de ser un formato con evidentes problemas técnicos –se trababan durante su reproducción o directamente se cortaba la cinta-, según la British Phonographic Industry, en el año 2022 sus ventas aumentaron 94,7% en comparación con el año 2019[13]. A su vez, en los EE.UU., en el año 2022 aumentaron sus ventas un 28% con respecto a 2021, si bien representaban solo un 0,55% de la venta de música en formato físico, tratándose por lo tanto de un mercado de nicho.

Igual que en el caso anterior, es necesario hacer una breve introducción histórica sobre este producto.

En el año 1962, la empresa Philips, presentó el primer casete de audio; una pequeña caja plástica, que contenía la cinta de audio, lo que representaba un avance con respecto a los anteriores grabadores denominados de cinta abierta. Esto significó un importante acontecimiento para el mercado de la música, ya que posibilitaba a las compañías discográficas, vender música grabada en un nuevo formato portátil, ya que resultaban más cómodos que los discos de vinilo.

Si a este hecho, le sumamos la fabricación por la empresa Sony, a partir de 1979, del walkman, un pequeño reproductor portátil para casetes, se produce desde ese momento, un verdadero cambio en la forma de escuchar música, ya que el casete más el walkman, posibilitaban la portabilidad de la música. Ya no era necesario circunscribirse a la escucha en el hogar, como sucedía con los discos de vinilo, sino que el consumidor podía llevar la música consigo, donde se encontrara.

También hay que agregar, que las compañías comenzaron a vender los casetes vírgenes, para que el consumidor los grabara por sí mismo, lo cual incorporó el atractivo de estructurar la música grabada, a gusto del oyente.

Todo lo expuesto, sin olvidar los problemas técnicos mencionados anteriormente, que contribuyeron al rápido abandono del formato, cuando se lanzó al mercado el CD.

Pero si bien este resurgimiento en la venta de casetes de audio, puede analizarse como un movimiento de nostalgia, el hecho es que los principales compradores en la actualidad de este formato, tienen menos de 35 años[14]. Y una de sus causas, es que se puede escuchar en formato analógico, que es lo que acostumbra el ser humano.

Además de que es posible producir música a un bajo costo, en relación con otros formatos. Inclusive algunos artistas, han comenzado a editar en casetes, aunque destinado al mercado de los coleccionistas.

De hecho, se están fabricando nuevamente reproductores portátiles de casetes de audio; así como también, vinculado con lo que habíamos analizado con respecto al CD y discos de vinilo, existen en el mercado, equipos de audio con posibilidad de reproducir no solo CD, sino también casetes y discos de vinilo, a lo que suman las prestaciones tecnológicas más avanzadas.

Evidentemente, el caso del casete, aunque no sabemos que pueda suceder en el futuro y actualmente representa solo un nicho del mercado, pero en crecimiento, demuestra que su reemplazo por cuestiones tecnológicas, fue forzado, en tanto existía un mercado que aún estaba interesado en el producto.

III.- Cámaras fotográficas analógicas

Para analizar esta cuestión, lo primero que debemos explicitar, es que según las estadísticas disponibles, aproximadamente un 85% de las fotos tomadas en el mundo, lo son a través de los teléfonos inteligentes. Para los EE.UU., según Photography Statistics, el porcentaje es del 94%.

Esto es importante destacarlo, porque al igual que con los casos de los discos de vinilo o de los casetes de audio, o el leve repunte de los CD, no estamos observando un reemplazo de formatos digitales por otros abandonados por las empresas fabricantes, sino que se producen fenómenos que reflejan la complejidad de los mercados de consumo; los consumidores no son un máquina programable por las empresas, sino que mantienen espacios de toma de decisiones, que van más allá de lo planificado por la oferta.

La irrupción de las cámaras de fotografía digital y su posterior traspaso a los teléfonos celulares, se trata de un proceso reciente, en términos históricos, lo cual nos exime en este artículo de su exposición. Así como el proceso del reemplazo de los fabricantes tradicionales de cámaras fotográficas, por una nueva generación de empresas de electrónica de consumo masivo, que utilizaron su poder económico, de marketing y tecnológico, así como su conocimiento de los consumidores, para capturar ese mercado.

Como ejemplo de esto último, la primera cámara digital fue fabricada, a nivel de prototipo, por Kodak, en el año 1975; una empresa que de por sí era sinónimo de fotografía, que no solo, no fue quien lideró el mercado de cámaras digitales, sino que resultó avasallada por la digitalización.

Pero ya en un artículo del año 2005[15], habíamos llamado la atención, en pleno auge de la fotografía digital, acerca de las cámaras fotográficas Lomo.

Se trataba de unas cámaras analógicas, de bajo costo, fabricadas en la ex URSS, desde el año 1984, que fueron redescubiertas en 1991 por dos estudiantes austríacos en Praga, que se sintieron atraídos por las imágenes que se podían crear con una cámara de este tipo.

La cámara, comenzó a venderse en espacios como museos y del mundo artístico, así como que organizaron concursos, para que los usuarios de la cámara, expusieran sus trabajos, creando un movimiento alrededor de este producto. De alguna manera, buscaron transformar la fotografía masiva en una obra de arte contemporáneo, recuperando un producto obsoleto. Pero en este caso, no era mucho más que un producto de nicho, muy focalizado.

Ya iniciado el siglo XXI, comenzó a crecer el fenómeno de las cámaras fotográficas analógicas, a partir de recuperar productos que se habían dado por difuntos, por obsolescencia tecnológica.

Un caso a destacar, es el de la cámara analógica Holga, que fue lanzada en 1982, en Hong Kong, para el mercado chino, tratándose de una cámara económica.

Producía imágenes que se podrían tachar de surrealistas, porque tenía distorsiones ópticas, lo que la tornaba interesante para la fotografía artística. Tenía lentes de plástico y de cristal, la carcasa era de plástico y tenía fugas de luz y saturación. Por sus fallas, el mecanismo de hacer correr el rollo, se atascaba y se sobreexponían las fotos.

Si bien en el año 2015 dejó de fabricarse, se retomó la producción en el año 2017, debido a la demanda de las mismas.

A pesar de ser solo una  máquina de plástico y, de la comodidad que implicaría el uso del celular, estas cámaras son preferidas de muchos fotógrafos, una parte de ellos profesionales o artistas[16].

Hay que sumar a los expuesto, el crecimiento del mercado de la fotografía instantánea, que en la práctica no es más que el regreso de la clásica máquina Polaroid. Esta cámara, permitía tomar fotografías e imprimirlas en el mismo momento, algo que se creía abandonado por los consumidores, a partir de la fotografía digital, que no se necesitaba imprimir, ya que se almacenaba en el propio dispositivo.

Sin embargo, tanto Polaroid, como Fuji y Kodak, han lanzado modelos al mercado de este tipo de fotografía, los cuales se encuentran con ventas ascendentes. Aunque debemos decir, que en general se trata de modelos híbridos, ya que algunos toman la fotografía en digital y luego la imprimen, mientras que otros modelos utilizan la antigua metodología, agregando adelantos de la digitalización.

La situación que describimos, condujo a la firma Leica, una de las más prestigiosas del mercado fotográfico, a relanzar su clásico modelo de rollo M6, un ícono de la fotografía analógica. Inclusive la empresa japonesa Pentax, ha anunciado su intención de volver a la fabricación de cámaras analógicas[17].

A su vez, complementariamente con lo antedicho, se reinició la fabricación de rollos para fotografía analógica.

Por ejemplo la empresa Fujifilm, que estaba concentrada en la digitalización, en el año 2023, volvió a depender de la venta de productos de fotografía química; sus cámaras instantáneas y sus rollos representaron el 24% de las ventas de la empresa[18].

La firma Harman, uno de los grandes fabricantes de rollos blanco y negro, ha lanzado un nuevo rollo de fotografía color, el primero desarrollado en el mundo en años.

Los rollos de película fotográfica, son justamente uno de los ‘cuellos de botella’ de este renacer de la fotografía analógica, al punto de que tanto Fuji como Kodak, igual que sucede con los discos de vinilo, han tenido que reactivar una producción abandonada, con la cual no llegan a abastecer la demanda, provocando altos precios en relación con el pasado, lo que podría llevar a matar este mercado.

Si bien en el caso de Argentina es difícil acceder a estadísticas especializadas, ya que se trata de un mercado muy marginal en relación a lo que sucede en EE.UU., Europa o Japón, en un artículo publicado en un periódico electrónico de la carrera de Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA[19], se entrevista a un comerciante del sector, quien manifiesta que a partir de 2019, existe un creciente interés por la fotografía analógica, concentrado en jóvenes de 20 a 25 años; lo cual se encontraría en línea con lo que sucede en otros países.

Observamos entonces, como en otros casos expuestos, que no se trata de una vuelta atrás en lo tecnológico, sino que, en una complejidad multicausal, hay consumidores que no fueron considerados por las grandes empresas desarrolladoras de nuevas tecnologías y fabricantes de productos de consumo masivo, que tomaron la cuestión en sus manos, impulsando desde la demanda, la fabricación de productos, que no estaban previstos por quienes manejan esos mercados.

Siempre resaltando, que no se trata de mercados masivos, en ninguno de los casos, sino que muchas veces son mercados de nicho, aunque en algunos casos también están rebasando este concepto.

IV.- Conclusiones

Como decíamos en el desarrollo del artículo, extraer conclusiones de los datos y la información expuesta, requiere un análisis multicausal de un fenómeno complejo.

En primera instancia, debemos decir que el concepto de ciclo de vida del producto, en lo que hace a los planteos vinculados a la etapa de declive y obsolescencia se revela, en los casos analizados, inadecuado para explicar la causa de la salida de un producto del mercado.

Si bien aparece la situación de surgimiento de nuevas tecnologías, la decisión del reemplazo, fue tomada por la oferta –grandes empresas desarrolladoras de tecnología y fabricación de productos de consumo masivo-, obviando los intereses y necesidades de segmentos y nichos de consumidores; no solamente de los que utilizaban los productos a ese momento, sino también de los potenciales.

Esto no implica sostener, que las nuevas tecnologías no fueran eficientes o que no beneficiaran a ciertos grupos de consumidores, pero no a todos. Frente a este hecho, las empresas líderes, optaron por provocar la obsolescencia de todo el mercado, privilegiando su rentabilidad, antes que segmentar al mismo y conocer las reales necesidades y experiencias, de cada segmento. Situación que, frente a lo desarrollado en el artículo, hubiera permitido mantener la rentabilidad de aquellos segmentos que no optaran por la nueva tecnología.

Otra de las conclusiones de este trabajo, es que los consumidores son más complejos, que los datos que las empresas extraen del big data; aunque las minerías de datos parezcan infalibles.

Hemos dado cuenta, de cómo muchos consumidores, buscan salida por fuera de lo digital, sin que ello implique el abandono de aquellas herramientas que los benefician en su vida cotidiana. Podemos decir, generalizando, que los consumidores, se encuentran beneficiados de la existencia de teléfonos celulares inteligentes, como forma de interacción y comunicación. Lo que no obsta, que en otros productos, estén interesados en formatos, que les posibiliten superar las limitaciones de lo digital.

Podría ser el caso de quienes escuchan música y buscan otro tipo de experiencias, o de artistas o profesionales de la fotografía, interesados en sumergirse en nuevas búsquedas, que lo digital no posibilitan, por más interés que ponen los desarrolladores de software y hardware en imitar el mundo analógico; como por ejemplo los casos de software de edición de fotos.

Es interesante observar, como muchos artistas gráficos, recurren a la fotografía instantánea, de las máquinas Polaroid, para crear nuevos mundos visuales; lo que tampoco implica que otros, exploren esa nueva visualidad desde lo digital.

Como ejemplo de la complejidad de los consumidores, tenemos que en Japón, un país caracterizado por los avances tecnológicos en la vida cotidiana, aumenta entre los usuarios la preferencia por lo analógico[20].

Esto podría atribuirse a un simple amor por la nostalgia, el denominado mercado vintage. Pero cuando, esa nueva demanda implica que productos que había sido discontinuados, comienzan a fabricarse nuevamente, provocando que fábricas cerradas, deban ser nuevamente abiertas, parecería ser más que una simple moda pasajera. Además, que en contra de lo que sostienen Kotler y Keller, esos productos maduros, no se revitalizaron agregando valor, sino recurriendo en la mayoría de los casos, a los mismos productos originales.

Lo planteado, no pretende ser una anticipación de un futuro, que de por sí resulta no cognoscible, aunque pueda intuirse.

Por último, podemos decir, que hay una cuestión muy importante a considerar: el papel de la tecnología. Sostenemos, que la misma no es neutra. No se trata de que la tecnología, funciona en una dimensión ascéptica, en una burbuja y, que después se la pueda apropiar para distintos usos, entre los cuales podrían estar los ‘buenos’ y los ‘malos’.

En el mundo de los negocios, la tecnología persigue rentabilidad, aunque muchas veces no sea lo conveniente para quienes la utilizan, o no la necesiten. Si se programa la obsolescencia de la tecnología vigente, reemplazando por una nueva, sin dar opción a los usuarios de decidir, la tecnología deja de ser neutral.

En los productos citados, los nuevos desarrollos tenían como objetivo, instalar nuevos negocios; aunque en muchos casos por parte de empresas que buscaban ingresar a un mercado, dejando fuera a otras, como el caso de la fotografía. Pero todo sucede desde el lado de la oferta, no desde el lugar de las necesidades sociales.

Recién cuando ciertos nichos y segmentos de consumidores, comenzaron a experimentar un retorno a lo analógico, algunas empresas comenzaron a explorar procesos que posibilitan integración de lo analógico con lo digital, combinando lo mejor de ambos mundos.

En este breve artículo, hemos intentado condensar algunas ideas, en relación con nuestras observaciones, de lo que sucede en un momento histórico con la digitalización y la reacción de los consumidores, lo cual deberá ser ampliado y profundizado, para evaluar los caminos que seguirá en el futuro este proceso.



[1] Se considera, a los efectos de este artículo, que el  lector está familiarizado con el concepto tradicional del Ciclo de Vida del Producto. Pero en caso contrario, en este trabajo se encuentra señalada bibliografía clásica, para ampliar sobre el tema.

[2] No es nuestro objetivo, ingresar en el debate de estos conceptos u otros asociados a la clasificación de los países, de acuerdo a su desarrollo económico-social, lo cual requeriría un trabajo específico; además de que existe numerosa y acreditada bibliografía sobre el tema en cuestión.

[3] Kotler Philip y Keller Kevin. Dirección de Marketing. 14a. edición. Pearson Educación, 2012. pp. 315-316. Utilizamos estos autores en particular, porque su obra se ha convertido en un clásico de la disciplina; aunque existen otros importantes autores sobre marketing, los mismos no se llegan a diferenciar, básicamente, de lo expuesto en el libro citado.

[4] Becerril Romo Antonio. Un vinilo para ayudar a medir la inflación.  Diario El Economista, México, 14 de marzo de 2024.  https://www.eleconomista.com.mx

[5] Sax David. Nuestro romance con lo digital se ha terminado. New York Times, 25 de noviembre de 2017. https://nyti.ms/2jZxaTY

[6] Aunque hay que destacar, que estas compañías habían trabajado en forma separada originalmente. También hay que señalar, que el nuevo formato, tenía un antecedente en el laser-disc, de efímera duración en el mercado.

[7] Para ampliar sobre este proceso, ver: Estapé José Antonio Pascual. La historia del CD: desde aquel primer disco de ABBA en 1982 hasta las cifras residuales de hoy en día. Computer Hoy, 8 de agosto de 2020. https://www.computerhoy.com/reportajes/tecnología/historia-cd-677439

[9] Pan-Montojo Nicolás. La resurrección del vinilo se queda a medias. 8 de febrero de 2023. https://theobjective.com/cultura/2023-02-06/resurreccion-vinilo-a-medias

[10] Para ampliar sobre el tema, un interesante artículo en este sentido: Andrade Juan. Píntalo de Negro. Diario Página 12, Suplemento Radar, Buenos Aires, 15 de octubre de 2006.

[11] Davis Johnny. El renacimiento del CD es real ¿porqué han aumentado las ventas un 50%? 1 de octubre de 2023. https://www.esquire.com/es

[12] Vega Martínez César. Empresa francesa vuelve a fabricar casetes de audio 20 años después que se frenara su producción.  19 de marzo de 2019. https://biobiochile.cl

[13] García Moreno Majo. A desempolvar el walkman, el casete gana terreno. 14 de abril de 2023. https://billboard.ar

[14] Las cintas de cesete en una segunda primavera: sus ventas se disparan en Reino Unido y EE.UU. 13 de marzo de 2022. https://www.eleconomista.es

[15] Molinari Carlos A. J. Estrategia e innovación. ¿Dimensiones en conflicto? Anales de la Facultad de Ciencias Empresariales, Universidad Abierta Interamericana, T° I N° 2, Buenos Aires, 2005.

[16] Banco de imágenes producidas por estas cámaras, ver: https://www.gettyimages.es/fotos/camara-holga

[17] No estamos considerando aquí, la alta demanda de cámaras analógicas en el mercado de productos usados, uno de los canales preferidos por los consumidores que quieren ingresar en esta forma de fotografía, por encontrarse por fuera de los objetivos de este artículo.

[18] Peco Ramón. Crecen las ventas de cámaras fotográficas al mismo tiempo que caen las de teléfonos celularfes. 13 de diciembre de 2023. https://www.lavanguardia.com

[19] Di Nápoli Victoria. La vuelta del rollo. 12 de abril de 2023. https://www.anccom.sociales.uba.ar/2023/04/12/la-vuelta-del-rollo/

[20] Komura Yuko. La sorprendente pasión por lo retro en el ultratecnológico Japón. BBC News, 19 de enero de 2020. https://www.bbc.com/mundo/vert-cap-51133744

viernes, 5 de abril de 2024

 

CONOCIMIENTO E HISTORIA

Sobre el Pasado, el Presente y el Futuro

 

Es un lugar común encontrar en la teoría de la gestión de organizaciones, esencialmente cuando se piensa en términos estratégicos, frases como “construir el futuro”, asomarse al futuro”, diseñar el futuro”, u otras en la misma línea de pensamiento.

Pero no solamente en la gestión de organizaciones, sino también en otras áreas de las ciencias sociales, como la economía o la ciencia política –sin desdeñar otras disciplinas-, aparece esta preocupación por construir escenarios futuros.

Aunque podríamos decir que, de alguna manera, siempre existió en los seres humanos, la genuina preocupación por vislumbrar los acontecimientos futuros, así como moldearlos de acuerdo a sus intereses. Pero también la experiencia indica, que esos intentos en general han resultado vanos; si bien muchas veces, se pueden anticipar algunas ideas sobre sucesos futuros, algunas líneas sobre tendencias generales en la sociedad o, sobre desarrollos puntuales –en tecnología, en medicina, etc.-, solo se trata de acontecimientos en el corto plazo, por más difícil que resulte definir este término. En el transcurso de este trabajo, intentaremos profundizar en lo expuesto.

Entonces, lo que nos proponemos en este breve ensayo, es analizar que nos puede aportar la disciplina de la historia, para comprender la posibilidad de este tipo de ejercicio, así como las limitaciones que presenta.

En esta línea de pensamiento, debemos establecer en primera instancia, que entendemos, por lo menos en un sentido general, por hacer historia.

Lo primero que surge, por lo menos en su acepción más ‘vulgar’, es que la historia es el estudio y la narración de los hechos del pasado.

Pero, como sostiene Walter Benjamín[1], “La historia es objeto de una construcción cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío, sino el “tiempo actual”, que es pleno”. De lo que resulta que el historiador, reconstruye el pasado, a partir de determinadas preguntas que se hace sobre ese pasado, pero desde el presente en el que habita.

Entonces, se trata de una historia que se construye para responder a los problemas que nos enfrentamos en el presente y que impacta en éste. Por eso, Benjamin diferencia al historicismo, que nos muestra una imagen eterna del pasado, frente al materialista histórico que postula una experiencia única.

Claro que el pasado está constituido por hechos, aquello que sucedió, de lo cual existen documentos escritos, visuales, audiovisuales, así como registros arqueológicos, monumentos, arquitectura, obras de arte; lo que podemos asimilar a lo que los griegos denominaban alétheia, verdad. Siempre hay un núcleo de verdad en los hechos, que podemos reconstruir, aun cuando los mismos puedan haber sido manipulados o intentado eliminar de la historia. Sabemos que Alejandro Magno llevó a cabo su campaña de conquista sobre el Oriente, de la misma manera que no tenemos dudas que Napoléón fue derrotado en Waterloo o que en la Revolución Francesa, el rey y la reina fueron guillotinados.

Frente a estos hechos, existe lo que los griegos, en el campo de la filosofía, oponían a la verdad, que era la doxa, la opinión.

En este marco, es en el que trabaja el historiador, pues la opinión que emite sobre los hechos que está analizando, se encuentran determinados por su bagaje teórico por una parte –su ideología, su metodología de investigación-, que a su vez, pueden condicionar la selección que realiza de los hechos que va a analizar y los objetivos en el presente que se plantea con la investigación.

De acuerdo a la pregunta o preguntas a las cuales aspira a dar respuesta, elegirá determinados hechos, o fechas, o determinada documentación; en esta situación, aclaramos que partimos de la base de la honestidad intelectual de quien está realizando la tarea.

Por ejemplo, si estamos estudiando la historia de las técnicas fotográficas, podemos preguntarnos acerca del proceso que llevó al reemplazo de la fotografía analógica por la digital. En este sentido, una pregunta podría ser porqué Kodak, que en 1975, creo el primer prototipo de cámara digital, no continuó en ese sendero; o porqué los fabricantes tradicionales, que dominaban en el mercado de cámaras fotográficas, fueron superados por marcas sin experiencia en el tema, pero especialistas en mercados de electrónica de consumo masivo, cuestión que se repite con la incorporación de la fotografía en los teléfonos celulares.

Una respuesta, podría vincularse al hecho del poder de las marcas de consumo masivo en electrónica hogareña, o a la simplicidad del uso de las nuevas cámaras por parte de los consumidores; hecho que no es ajeno a la realidad, pero que solo araña una parte del problema.

Porque también nos podemos preguntar e investigar, acerca del abandono por parte de las marcas de consumo masivo, sólidas tecnológicamente, tanto de EE.UU. como de Europa, a favor de marcas japonesas en una primera instancia y, posteriormente, a favor de otros mercados asiáticos y China, en cuanto al proceso de producción.

Lo que nos conduce asimismo al tema de la globalización económica y, como consecuencia, a los procesos de monopolización que se fueron produciendo en los distintos mercados.

Esto sin contar con el poder de los medios de comunicación masivos, en los procesos de adopción de nuevas tecnologías por parte de los consumidores.

Estas preguntas podrían continuar, ampliando el campo de investigación, lo que nos posibilita en una primera instancia, extraer algunas conclusiones. Por una parte, que del recorte que haga el historiador de los hechos a incorporar, dependerá en última instancia, el resultado de la investigación. Y por otra parte, que ese recorte, se relacionará con lo que quiera demostrar, en función de sus implicancias en el presente.

Así podemos ver como la ideología[2] del investigador, es la que de alguna manera, produce las preguntas desde un presente que quiere validar a partir de la historia. Aunque nosotros diremos, que la honestidad intelectual, estriba en no ocultar hechos que contradigan los presupuestos; aun sabiendo que la información, en términos históricos, nunca será información completa, pues siempre nuevas investigaciones pueden dar lugar a nueva documentación o por la imposibilidad –como actitud consciente o no-, de acceder a toda la documentación posible sobre un hecho.

Por otra parte, debemos decir, que aunque el historiador se pregunta por el pasado desde el presente, no puede analizar la historia como en el presente, sino que debe ubicar los hechos en el contexto en que fueron producidos. No se pueden utilizar categorías del presente, para analizar hechos del pasado; no importa cuán lejano o cercano se encuentre ese pasado. La cuestión del contexto en que se producen los hechos, tiene tanta importancia, como la selección de los mismos.

No obstante, no hay que olvidar que nunca podremos saber exactamente como pensaban los seres humanos en el pasado, especialmente cuando ese pasado se va alejando en el tiempo; podemos inferir a partir de las fuentes, pero siempre seremos hombres del presente, no del pasado.

Lo que debemos hacer entonces, es intentar comprender el contexto en el cual, los hechos que estamos analizando se produjeron y, en función del mismo, exponer nuestras posiciones respecto de ellos.

Igual hay que marcar, que cuando los hechos se encuentran cercanos en el tiempo, esto no sería una limitación en cuanto a la comprensión de las ideas en circulación en una determinada sociedad, pero siempre considerando las particularidades del contexto bajo estudio.

Otra cuestión a resaltar, cuando se emiten opiniones sobre temas del pasado, es que no podemos conocer los aspectos subjetivos que condujeron a determinadas acciones a los individuos que actuaron en ese pasado. Cuando decimos opinión, estamos ingresando en el terreno total de la conjetura en este aspecto[3].

Es cierto, que siempre el historiador, se mueve en un área de conjeturas, cuando está emitiendo opinión sobre hechos pasados; cuánto más lejanos se encuentren en el tiempo, más se abre el campo a la conjetura.

A lo que denominamos un nivel insuprimible de conjetura, ya que nunca podremos acceder a la exacta verdad de los hechos; en especial en el pasado lejano. Aunque existan fuentes, estas fuentes son el producto de apreciaciones de quienes las produjeron; pero la tarea del historiador, es reducir al mínimo estas conjeturas, explorando todas las fuentes posibles. Así, su opinión estará basada en los hechos analizados y no en simples conjeturas, sobre lo que podría haber sucedido.

También debemos señalar en este trabajo, un punto sobre el que alerta Karel Kosik[4], acerca de la relación entre la historia escrita como un estudio de lo particular –los grandes hombres, los pequeños hechos- y la historia escrita como una gran corriente, en donde los pequeños hechos o los hombres particulares se diluyen. En ese sentido nos dice: “O ben lo general es absorbido por lo particular y la historia se vuelve no solamente irracional, sino también absurda en la medida que cada elemento particular toma el aspecto de lo general […] o bien lo particular es absorbido por lo general, los individuos no son más que instrumentos, la historia está predeterminada y los hombres solo la hacen aparentemente”.

La salida a esta encrucijada, la encuentra el autor cuando sostiene que “No se puede separar el “edificio” de la historia del “andamiaje” con cuya ayuda se ha construido el edificio. Lo particular y lo universal se interpenetran y el objetivo realizado es igual, en cierto sentido, a la suma de medios utilizados”.

Si hasta aquí hemos esbozado, de manera muy sucinta, nuestro concepto de historia, nos tenemos que preguntar, en función de lo que habíamos expuesto al inicio, como esta construcción de hechos del pasado, nos puede ser útil en el intento de predecir ciertas tendencias del futuro.

Y nos encontramos con un problema, que es que generalmente, partimos del presente, para pensar en términos de futuro.

Cuando, por ejemplo, en el campo de la economía y los negocios, se piensa en función de la evolución futura, se lo hace tomando como base, el estado actual de lo que estamos analizando, sea la macroeconomía o un mercado particular. Pero ese presente, no es un momento estático, un día, mes o año particular, sino que se trata de un presente en movimiento; resultado de acontecimientos pasados y en cambio permanente, como corresponde a todo desarrollo social. Cambios que obviamente, se pueden producir en días, meses, años, decenios, dependiendo de múltiples variables y del objeto de estudio en cada caso.

Marc Bloch[5], refiriéndose al problema del tiempo histórico, decía que el tiempo verdadero es, por propia naturaleza un continuo, pero también un cambio perpetuo.

Decíamos entonces, que se trata de acontecimientos como resultado de un desarrollo histórico, pues es el pasado el que los construyó como tales. Por lo tanto, la historia va a ser parte inseparable de la construcción de esa idea sobre el futuro; o de su posterior explicación.

Inclusive podemos decir, que el presente es inasible, en la medida que al estar siendo transitado, nos permite captar acontecimientos parciales, pero se dificulta ubicarlos en el gran proceso de la historia, ya que la misma está siendo construida.

No estamos diciendo, que no se pueda historizar sobre lo que está sucediendo; lo que expresamos, es la dificultad de construir sobre lo que sucede, ya que siempre nuestra información será incompleta. Pero debe quedar claro, que esto lo estamos pensando desde la óptica del historiador.

Si este presente, lo enmarcamos en los acontecimientos históricos y, desde ellos, intentamos vislumbrar potenciales acontecimientos futuros, entonces la historia como disciplina, como ciencia, tiene algo para decirnos.

Se podrá decir, que muchos hombres, y no pertenecientes justamente a la disciplina de la historia, han predicho de alguna manera invenciones futuras. Leonardo Da Vinci, Jules Verne, Herbert G. Wells –aunque este último también fue historiador[6]-, son solo algunos de los nombres que pueden citarse en esta genealogía, compuesta por muchos escritores de lo que denominamos ciencia ficción. Pero en realidad, estos hombres, no estaban imaginando el futuro, sino que desarrollaban sus ideas desde su presente, con los conocimientos que poseían cada uno en su momento histórico. Quizás, en casos como el de Leonardo, se lo podría considerar un adelantado a su tiempo, al desarrollar prototipos de máquinas que tomarían sentido siglos después.

Herón de Alejandría, en el siglo I, también construyó un aparato, que se puede considerar máquina de vapor y turbina, aunque su aplicación en ese momento  histórico carecía de sentido, pues no existía un sistema productivo donde integrarse, como sí luego sucedió en la Revolución Industrial.  

Pero estos hombres, pensaban en tiempo presente, con categorías de su presente; no estaban intentando dilucidar el futuro. Como Leonardo, que era un hombre del Renacimiento, cada uno vivía y sentía su presente.

De lo que estamos tratando aquí, es de algo completamente distinto y, que corresponde a una característica de nuestra época histórica, esencialmente desde el siglo XX; la idea no solo de pensar en cómo será el futuro, sino inclusive modelarlo para determinados intereses.

Frente a este planteo, lo primero que nos propondremos es analizar, si podemos realmente percibir nuestro futuro y en qué términos.

Eric Hobsbawm[7], sostenía que un proceso de previsión del futuro, tiene que basarse necesariamente en el pasado, pues lo que ocurra en ese futuro, tendrá alguna relación con lo que sucedió. Pero también nos alerta, acerca de que gran parte del futuro es de por sí imprevisible; aunque lo totalmente imprevisible es normalmente un acontecimiento único y específico.

Con esto, señala dos temas que, a nuestro criterio, son esenciales: que es necesario recurrir a la historia, para entender el devenir histórico a partir de lo que ya sucedió y, que surgen hacia el futuro acontecimientos únicos, imprevisibles, que pueden afectar todo el desarrollo social. Agregaríamos nosotros que son acontecimientos que no se encuentran en el radar del tiempo presente.

Inclusive en la obra citada, agrega que la predicción sobre el desarrollo tecnológico, ha sido la que históricamente más se ha equivocado. Citamos esta cuestión, porque nuestra realidad contemporánea, nos tiene acostumbrados a las predicciones sobre el futuro de la tecnología y sus impactos sobre la sociedad.

Entonces aquí se presentan dos cuestiones; por una parte, lo que sería pensar el futuro, a partir de rastrear los acontecimientos históricos y analizar los posibles escenarios que podrían surgir, en función del comportamiento en el presente de distintas variables sociales, culturales, económicas, tecnológicas. Este camino nos posibilitaría la percepción de un futuro posible, aún con la imprevisibilidad de los acontecimientos únicos, que podrían alterar toda previsión.

Pero la otra cuestión, que suele aparecer en la literatura de negocios y económica en general, se refiere a la idea de que las organizaciones pueden y, deberían, diseñar sus mercados para el futuro.

De hecho, un famoso libro de finales de la década de 1990, hablaba de la estrategia para crear los mercados del mañana[8], haciendo hincapié en los casos de empresas que habían resultado exitosas, construyendo desde el presente como querían que fueran sus futuros mercados.

Frente a estos planteos, lo primero que surge, es que los análisis se realizan desde el presente, siempre con posterioridad a los hechos que supuestamente constituían ese futuro. Si bien se trata de estrategias que resultaron exitosas, se trata de estrategias empresarias, que son pensadas para plazos, prolongados en términos de mercado, pero cortos cuando se trata de imaginar escenarios futuros para la sociedad; en tiempos históricos, cinco o diez años pueden ser importantes cuando se presentan acontecimientos imprevisibles y disruptivos, pero representan muy poco tiempo cuando se trata de cambios sociales que moldean las sociedades.

Lo segundo que se presenta en este caso, es que no se analizan ni ponen en cuestión un conjunto de variables, como el poder de lobby de las empresas, las características de los mercados en cuanto a la existencia de monopolios u oligopolios, las acciones de los Estados nacionales a favor o en contra de determinadas tecnologías, el papel de los medios de comunicación y su influencia en la sociedad para imponer modalidades de consumo, el poder económico financiero de determinadas “empresas exitosas” con su consecuente capacidad para la adquisición de empresas más pequeñas portadoras de tecnologías de avanzada, contextos macroeconómicos, entre otras.

En definitiva, según gran parte de los autores de management, el éxito o fracaso al crear un futuro para una empresa, dependería de la planificación y acción individual de la misma, donde lo social, que siempre es histórico, así como las cuestiones que hemos señalado en el párrafo anterior, prácticamente no jugarían ningún papel.

Entonces, podemos concluir en una primera instancia, que pensar en un futuro, puede hacerse en un determinado sector económico o científico, a partir de premisas que se relacionan con un pasado y con los desarrollos presentes, aun con las limitaciones de toda previsión.

Pero un caso muy distinto es pensar en términos de futuro del desarrollo social, pues si los acontecimientos imprevisibles pueden desviar un plan en el caso de una empresa o una tecnología, en el caso de la dimensión de lo social, pueden iniciar una nueva era.

Aunque no lo hemos ampliado antes, en esta etapa debemos clarificar de qué hablamos en este ensayo, cuando lo hacemos de acontecimientos únicos e imprevisibles.

Hay acontecimientos, como catástrofes naturales, que se pueden considerar imprevisibles, aunque los avances tecnológicos posibilitan en la actualidad anticiparse a la aparición de los mismos, con limitaciones. Esos hechos, producen una serie de impactos a nivel económico y social, como destrucción de infraestructura, lo cual resulta de pérdidas para la comunidad.

Otros corresponden a situaciones provocadas por el ser humano, como las guerras, que también tienen, en principio, impactos sobre la economía y la sociedad, aun cuando las mismas tienen procesos de incubación; pero cuando estallan, igual que las catástrofes naturales, decimos que eran imprevisibles en cuanto a las consecuencias que producen. No obstante lo cual, podemos decir que muchos de estos acontecimientos, los podemos limitar, o en el tiempo o en el espacio, en cuanto a sus consecuencias.

Tenemos el caso, por ejemplo, de un tsunami, que puede repercutir en la economía de un país o una región, en la infraestructura social como viviendas, en la salud de la población.

Ante esta descripción, un acontecimiento único e imprevisible, en tanto cambia las coordenadas con que se desarrollaba una sociedad, es algo distinto; se trata de los casos que pueden cambiar no solo el curso de la historia de un país o región, sino inclusive de una parte importante de la humanidad. Utilizando las ideas de Walter Benjamín,  decimos que salta el continuum de la historia; se inaugura un nuevo tiempo.

La Revolución Francesa de 1789, la Revolución Rusa de 1917 o la desaparición del Muro de Berlín en 1989, pueden considerarse acontecimientos de este tipo. Lo que no implica, que otros hechos, aunque a menor escala, también puedan considerarse dentro de esta categoría.

Un poco como conclusión de este breve trabajo, podemos establecer, aun con limitaciones, que pensar en términos de escenarios futuros posibles, en largos plazos, implica necesariamente un ejercicio de bucear en la historia, de bucear en nuestro pasado –el tiempo y espacio de esa búsqueda estarán determinados por los objetivos del investigador-, como el único camino que quizás nos permita encontrar pistas acerca de lo que sucederá.

Pero siempre considerando algunas cuestiones esenciales, como que el Pasado es cognoscible e interpretable, en la medida que apliquemos la metodología de la historia, cuyo esbozo ya hemos expuesto.

En este camino, también debemos considerar que también interviene el Presente, que es cognoscible, pero no totalmente interpretable, pues desconocemos en su totalidad, las implicaciones futuras de lo que está sucediendo en el presente; muchas de ellas serán el resultado de hechos que aún no podemos conocer y otras, de futuros hechos imprevisibles de distinto tipo.

Con esta línea de pensamiento, diremos entonces que si el pasado es cognoscible e interpretable y el presente cognoscible pero parcialmente interpretable, el futuro, por esencia, es no cognoscible. Podemos intentar construir escenarios de lo que podría suceder en el largo plazo y las implicaciones sociales de determinados acontecimientos, pero nuestro futuro sigue estando en las sombras.

Por supuesto que podemos diseñar como vislumbramos el futuro de determinados mercados, o determinadas sociedades, en un corto plazo, pero ni aún en estos casos, el futuro pierde su característica de no cognoscible.

Todo lo expuesto sin olvidar, que la historia la construyen los hombres y que, por lo tanto, el futuro dependerá del papel activo de los seres humanos en ese proceso. Como lo expresara Carlos Marx[9], “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, en circunstancias elegidas por ellos mismos, sino en aquellas circunstancias con las que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”.

 

 

 

 



[1] Benjamín Walter. Sobre el concepto de la historia. En: Benjamín Walter. Conceptos de filosofía de la historia. Terramar Ediciones, La Plata, Buenos Aires, 2007.

[2] No vamos a analizar aquí este término, pues por su complejidad se encuentra fuera de los objetivos de este ensayo.

[3] S bien es cierto que a partir especialmente del siglo XX, contamos con una cantidad de documentos, como nunca antes en la historia había sucedido, lo que incluye hasta estudios de la subjetividad. Pero estamos hablando de estudios generales, pero que no pueden utilizarse para opinar sobre decisiones de hombres particulares.

[4] Kosik Karel. El individuo y la historia. Editorial Almagesto, Colección Mínima, 1991.

[5] Bloch Marc. Introducción a la Historia. Fondo de Cultura Económica, México, 1979.

[6] Aunque él no se considerara un historiador, sino que su obra en este sentido, la considera un experimento, Se refiere a: Wells H. G. Esquema de la historia universal. Ediciones Anaconda, Buenos Aires, 1947, 2 Tomos. En esta edición argentina, el editor incluyó en el segundo Tomo, una Historia de América, por Enrique de Gandia, indudablemente por un tema comercial, para adaptarla a las necesidades del público local.

[7] Hobsbawm Eric. Entrevsta sobre el Siglo XXI. Crítica, Barcelona, España, 2000.

[8] Hamel Gary y Prahalad C. K. Compitiendo por el futuro. Estrategia crucial para crear los mercados del mañana. Ariel Sociedad Económica, 1998.

[9] Marx Carlos. El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. En: Marx Engels. Obras escogidas. Editorial Ciencias del Hombre, Tomo IV, Buenos Aires, 1973.