Las
enseñanzas de Hipatia de Alejandría
El
viernes 19 de junio, en un artículo publicado en el suplemento
cultural de un matutino porteño1,
se recuerdan los 1600 años del asesinato en Alejandría, por una
turba de fanáticos cristianos instigados por el obispo Cirilo, de la
matemática, astrónoma y filósofa Hipatia. ¿Cuál había sido su
crimen? Pensar.
Independientemente
de su biografía, que va más allá de este escrito o la destrucción
simultánea de toda una tradición cultural greco romana (donde la
comparación con el oscurantismo del nazismo o con el contemporáneo
ejército islámico corre por cuenta del lector), entendemos que lo
realmente relevante es analizar cuál es la importancia de esta
mujer, de la cual ni siquiera podemos leer sus obras, ya que no han
llegado hasta nuestro tiempo, más allá de sus títulos.
En
una época como la actual, donde las redes sociales como facebook
promueven la cultura de la velocidad sin profundidad o un mundo
constituído por selfies,
de pura exaltación del yo, un mundo de lo efímero, donde
aproximadamento 67.000 fotos son subidas a internet por minuto -en
datos del año 2014-, Hipatia representa quien supo defender la luz
frente a la oscuridad del fundamentalismo; quien arriesgó y aún
entregó su vida por poner el nosotros sobre el yo. Quien no dudó en
defender el imperio de la razón y la profundidad del pensamiento.
Y
también para los que estamos inmersos en una etapa histórica donde
la ciencia se ve dominada por evaluadores, calificadores y toda una
burocracia al servicio de su propia reproducción y en la práctica
de impedir el libre fluir del pensamiento, donde empresas y
'mercados' fijan la agenda sobre lo que deben o no deben investigar
las Universidades, donde los fondos de investigación dependen de
publicaciones en revistas con 'referatos' que se constituyen en
jueces de lo que está bien o está mal2,
donde es más importante la forma en que se presenta una
investigación científica que sus contenidos, Hipatia también es un
faro, como el que alumbraba el Mediterráneo desde su ciudad.
Porque nos muestra como
lo que vale es el contenido, que debe ser defendido con argumentos
hasta donde sea necesario, más allá de la irracionalidad del mundo
que nos rodea, o la creada por la burocracia que se alimenta de la
ciencia; nos muestra que por encima de todo, se encuentra la libertad
de pensamiento.
Esta
matemática y filósofa nos señala un camino, que es el de exponer
nuestras ideas, aún frente a la adversidad. Es la continuación de
toda una escuela de Maestros, como los denomina George Steiner en ese
gran libro titulado justamente Lecciones
de los Maestros.
Hipatia es un Maestro y
así lo entendían sus discípulos -entre los que había cristianos-,
una figura tan necesaria en nuestra contemporaneidad, donde todo el
conocimiento es plano; donde nos cuentan que internet permite el
acceso de todos al conocimiento, como si el solo hecho de que los
datos figuren en una página web bastara para acceder a la
profundidad del pensamiento.
Donde hay quien dice
que todo está en internet, como si la guía del Maestro ya no fuese
necesaria; como si la simple lectura de una pantalla nos permitiera
acceder a conocer.
Indudablemente la
historia ha realizado un largo recorrido desde el asesinato de
Hipatia hasta nuestros días, un recorrido que ni el más visionario
hubiera podido preveer.
Pero por algo los
clásicos nos siguen acompañando; por algo Homero, Anaxágoras,
Esquilo, Sófocles, Platón o Hipatia, o más acá Dante o
Shakespeare o Cervantes, nos siguen resonando aún en el siglo de las
tecnologías digitales móviles: porque siguen teniendo cosas para
decirnos sobre el hombre y la naturaleza.
Es en este marco, que
Hipatia es una lección de actualidad para la ciencia y para todos
los hombres que piensan en un mundo sin oscurantismos y con plena
libertad de pensamiento y también es una lección de ética y moral
para quienes ejercen la docencia.
1Bauzá
Hugo. La terrible muerte de Hipatia de Alejandría.
ADN Cultura, La Nación, Buenos Aires, 19 de junio de 2015.
2Recordar
el affaire Sokal y las
imposturas intelectuales.
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