EL
PROCESO DE APRENDIZAJE EN LA UNIVERSIDAD
Mg.
Carlos A. J. Molinari
Para
el autor, uno de los problemas más relevantes que se presenta en el
momento actual, en el proceso de aprendizaje de los alumnos
universitarios, está vinculado a la capacidad de comprensión de los
textos leídos por parte de los mismos. Comprensión que no se
circunscribe únicamente a textos de manuales universitarios –que
en definitiva están preparados para ese uso específico-, sino que
también incluye artículos periodísticos, bibliografía en general
e inclusive, materiales audiovisuales. No solamente se dificulta el
proceso de extracción de las ideas más relevantes de los textos,
sino que se complejiza, como resultado, el hecho de realizar estudios
comparativos entre los mismos; producto esto último también de una
tradición de fragmentación del conocimiento –profundizada en los
últimos años con la utilización de Internet- y de mecanicismo en
la interpretación de los datos.
A
pesar de la política de estructurar las clases sobre la base de
transmitir al alumno las herramientas que le posibiliten abordar la
bibliografía, la comprensión de la misma se ha transformado en un
impedimento importante para la formación del futuro profesional y/o
científico.
Esta
incapacidad, repercute a su vez en las posibilidades de escritura por
parte del alumno y, por supuesto, impide, como se ha mencionado,
relacionar marcos teóricos y consiguientemente, construir sus
propios modelos.
La
pregunta frente a este hecho sería: ¿cómo formar profesionales que
habitarán una sociedad de aprendizaje continuo, si éstos no dominan
una herramienta básica como es la comprensión de textos, que es la
que les habilitará el acceso a nuevos conocimientos o a la propia
construcción de los mismos?
No
resulta relevante, cuáles serán las tecnologías que se utilizarán
en el futuro inmediato o mediato, para acceder a nuevos
conocimientos. Es posible que sea una combinación de libros en papel
y electrónicos, materiales audiovisuales, notas periodísticas en
papel y/o digital, blogs, páginas web, etc.; de la misma manera que
la interfase de acceso a esos materiales podrá ser alternativamente
un libro, tablets, notebooks, PC’s, celulares, revistas, diarios,
etc.
En
cualquier caso, el eje sigue siendo como el alumno accede a la
comprensión de los materiales y, a partir de la misma, como
construye su marco de análisis de la realidad profesional y/o
científica en la que actúa.
Si se plantea que
vivimos en la sociedad del conocimiento1,
se transforma en una traba el hecho de formar profesionales sin
desarrollar su capacidad de comprensión de textos, más allá de la
forma que adquieran estos textos.
Mario de Miguel Díaz2,
propone un cambio de paradigma en la educación superior, “centrado
el eje de la enseñanza sobre el aprendizaje autónomo del alumno”,
lo que entraría en contradicción con el problema que se manifiesta
en los cursos, tal cual se ha descripto.
Esta
situación plantea entonces varias cuestiones. ¿Cómo formar
profesionales, cuyo principal activo no sean los datos sino el
conocimiento, frente al hecho de la dificultad de comprender textos
por parte del alumno? ¿Qué estrategias utilizar en la clase y en el
trabajo extra áulico para vencer esta dificultad? ¿Cómo articular
asignaturas disímiles en contenido, para que apunten a conseguir
resultados congruentes con el tipo de profesional y/o científico que
la sociedad necesita?
Sin
que estas preguntas agoten la cuestión, el objetivo de este trabajo
es la búsqueda de caminos que puedan conducir positivamente en ese
sentido.
El
ya citado de Miguel Díaz, desarrollando las razones que justifican
su propuesta de un cambio de paradigma en la educación, habla de una
nueva organización social que preside la vida comunitaria, la
sociedad
del conocimiento;
un nuevo contexto que implica adaptarse a nuevos conocimientos,
patrones culturales, nuevas tecnologías, por lo cual cada ser humano
debe poseer una capacitación personal crítica que le posibilite
interpretar la información circulante, generar conocimiento propio y
aprender en forma continua.
La
propuesta es sin dudas motivadora, pues implicaría un nuevo tipo de
individuo, que los docentes podrían colaborar en formar. Pero se
puede observar, que en ningún espacio el autor establece que es para
él conocimiento o, lo más importante, sociedad del conocimiento.
Según el Diccionario
de la Lengua Española3,
conocer
es “averiguar por el ejercicio de las facultades intelectuales la
naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas”. Desde esta
definición, el ser humano ya desde su etapa de homo
habilis,
habitó siempre en una sociedad del conocimiento; el pensamiento, el
lenguaje y la habilidad para construir herramientas fueron los
primeros pasos en su lento ascenso sobre el reino animal. Siempre los
hombres vivieron en una sociedad del conocimiento, de lo contrario no
existiría el desarrollo económico y social.
Pero aquí se presenta
un problema, que la definición de conocer se refiere a las cosas;
por lo tanto estaría hablando de la técnica. Conocimiento, implica
también a los propios hombres, con lo cual se ingresa en el terreno
de la ciencia. Como sostiene Ernesto Giudici4,
la ciencia es conocimiento de la realidad y se entiende entonces que
es conocimiento del hombre, en la medida en que solo circunscribirla
a los fenómenos naturales implicaría desconocer como el hombre
conoce.
Entonces,
siguiendo a este autor, la ciencia es conocimiento del hombre, con lo
que se trata de un proceso histórico. Por lo tanto, todo
conocimiento es históricamente limitado, y el proceso del
conocimiento es una ampliación creciente y cíclica de esos límites.
Este
no es un tema menor para el objetivo que se ha planteado en el
trabajo de desentrañar caminos para resolver el problema expuesto al
inicio.
Si
el conocimiento es históricamente limitado, hay que pensar muy bien
en que significa educar para este tipo de sociedad, ya que lo
importante entonces pasa a ser como
se conoce.
Por
otra parte, se había señalado que el ser humano siempre vivió en
una sociedad del conocimiento. ¿Cuáles son entonces las
características de la sociedad contemporánea?
Según Gerald Raunig5,
el saber
social general
se ha convertido en fuerza productiva directa, con lo cual forma
parte del capital fijo. O sea que lo relevante no es solo el soporte
físico, la infraestructura -sin subvalorar la misma-, sino su
interacción con lo intelectual, lo cognitivo. Esos saberes y
destrezas son los que impulsan el desarrollo del sistema económico,
con lo cual el sistema educativo debe conseguir un delicado
equilibrio entre transmitir los saberes y destrezas necesarios para
el momento actual y, a su vez, los instrumentos que posibiliten
conocer en diferentes contextos históricos.
De regreso al texto de
Miguel Díaz6,
éste plantea como alternativa revisar el sistema educativo para
facilitar al alumno las herramientas para una búsqueda personal del
aprendizaje, de manera que frente a una enseñanza fragmentada el
alumno avance por sí mismo en el proceso formativo.
Aquí
se presentan dos situaciones que se entiende hay que considerar en
relación con estas ideas. Primero, que no es solo que los
conocimientos se transmiten de manera fragmentada –lo cual es
absolutamente cierto-, sino que la propia sociedad es la que está
fragmentada y por lo tanto las disciplinas reflejan esta situación.
Es
la propia revolución industrial y la necesidad de especialización
que trajo aparejado el desarrollo de la gran empresa capitalista y
las tecnologías necesarias para su crecimiento, que produjo la
fragmentación de la sociedad, vía alienación del trabajo, en
relación con el Antiguo Régimen.
Este
fenómeno que nace en los albores de la revolución industrial, se ha
potenciado justamente con el acelerado desarrollo de las nuevas
tecnologías digitales, donde las computadoras personales y los
teléfonos celulares configuran las nuevas cadenas de montaje. Esto
produce que por una parte se reclame al sector educativo una
formación no fragmentada y, por la otra, se demanden cada vez más
profesionales con altos niveles de especialización, cuya educación
esté casi al nivel de un compartimiento estanco; la lectura de las
publicidades de demanda de personal de las empresas, por si solas,
confirman esta tendencia.
Por
otra parte, es evidente la importancia de la búsqueda personal hacia
el aprendizaje, pero se entiende que es necesario precisar que se
entiende por la misma. Por ejemplo, se pide facilitar a los alumnos
el acceso a la información que circula, pero habría que
preguntarse: ¿quien jerarquiza la información a la que acceden? En
opinión del docente autor de este trabajo, se trata de uno de los
principales problemas que se enfrenta en el curso universitario. Y
surge también otra pregunta: ¿quien integra los datos y la
información en un todo coherente?
Porque sucede que en
muchas oportunidades los alumnos confunden datos con información7;
es en esos momentos que, para jerarquizar e integrar, se necesita de
un trabajo docente donde confluyan liderazgo, conducción y
orientación, para ayudar al alumno en aquello que solo el docente
puede hacer: transmitir lo que el alumno no conoce; o lo que es lo
mismo, enseñar.
Posteriormente,
de Miguel Díaz arriba a la cúspide de su planteo, como consecuencia
de lo expuesto, que es el del aprendizaje hacia la adquisición de
competencias profesionales.
A
juicio del autor de este trabajo, surge aquí otro tema a debatir:
¿lo que se enseña en la actualidad no tiene nada que ver con
competencias profesionales? Si esto es así, ¿qué se enseña en la
actualidad?
Para
dilucidar la cuestión, se debería tratar de establecer primero a
que se denomina competencias.
Una primera y básica
definición que provee de Miguel Díaz, es que se trata de la
“capacidad
que tiene un sujeto para adaptarse y hacer frente a las situaciones y
exigencias que requiere desempeñar eficazmente un trabajo
profesional"8.
Posteriormente, diferencia las que se conocen como competencias
genéricas
o transversales,
que son las que aportan herramientas básicas que necesitan las
personas para analizar problemas, evaluar estrategias y aportar
soluciones, de las competencias
específicas,
que son saberes y técnicas propias de un ámbito profesional
específico.
En un artículo de
Concepción Yániz9
se transcriben un listado de competencias seleccionadas por el
proyecto Tunning. Ante una cantidad casi se podría decir excesiva de
competencias –treinta-, la autora plantea pensar cada una de ellas
como un conjunto de conocimientos, actitudes y habilidades
movilizados en un contexto específico, para realizar tareas
concretas de manera eficaz.
Si
bien es cierto que las competencias expuestas corresponden, se puede
decir, prácticamente a todas las profesiones universitarias, en
realidad piensa el autor de este artículo, que es imposible que se
desarrollen tantas competencias en una sola carrera universitaria.
En realidad, no importa
si hay que formar un licenciado en filosofía, un ingeniero o un
licenciado en administración. En todos los casos, si se quiere
generar un profesional que pueda actuar en sociedades que van a ser
distintas de las actuales, se necesita desarrollar lo que se denomina
el pensamiento
crítico,
que es la capacidad de comprender cuando se lee, la capacidad de
investigar, de analizar, de impulsar un pensamiento propio sin copiar
los modelos existentes. Y no puede haber pensamiento crítico sin
estar basado metodológicamente en el estudio desde el pensamiento
complejo10,
un instrumento que nos posibilita comprender la realidad y construir
conocimiento para transformarla.
Esta
es la gran competencia; muchas de las listadas en el proyecto
Tunning, tienen más que ver con la personalidad, con el psiquismo de
los individuos que con lo que la Universidad puede entregar a sus
alumnos. No por casualidad, hay alumnos que ya en su educación media
muestran mayor disposición a trabajar en equipo que otros, o
superior capacidad de abstracción, o mayor creatividad. Esto no
implica superioridad o inferioridad, sino que es expresión de las
capacidades individuales que los seres humanos van construyendo en su
vida, a partir del entorno y de su psiquis.
Lo
expuesto no implica desechar la idea del desarrollo de competencias
como el trabajo en equipo, sino que simplemente se señala que no en
todos los casos se producirá un resultado, lo cual no es bueno ni
malo de por sí. En cada profesión hay individuos más preparados
para investigar, o para crear, o para escribir sus experiencias, etc.
Entonces
lo importante es, como se ha señalado, esa capacidad de pensar
críticamente la realidad, de cuestionar los conceptos y los modelos
teóricos; lo cual no es sencillo para el estudiante y el profesor,
pues colisiona en muchas oportunidades con el estilo de los propios
docentes que viven como situación insatisfactoria el cuestionamiento
al que conduce el pensamiento crítico por parte del alumno.
Esto no debería
preocupar, pues como refiere Aníbal Ponce11,
ya en el medioevo, durante el nacimiento de las universidades, los
estudiantes fiscalizaban a los profesores, en cuanto al cumplimiento
de su deber de transmitir conocimiento; utilizando la referencia como
metáfora, sin que esto implique desconocer la necesidad de la
existencia de orden y disciplina en el ámbito áulico, los
profesores deben, sin miedo, impulsar la participación y crítica
por parte de los estudiantes, como una manera de generar el pensar en
su espacio de enseñanza y aprendizaje.
El ciado artículo de
Yániz12,
plantea que los programas de formación estructurados sobre
competencias, deben basarse en enfocar en la actuación, la práctica
o aplicación profesional y no en los contenidos. En realidad se
considera que este enfoque podría ser correcto, pero muy limitado.
Enfocarse en la práctica puede ser útil para el presente, pero hay
que considerar que las prácticas también son históricamente
constituidas. Lo que genera pensamiento crítico, que a su vez
posibilita construir los propios modelos de acción sobre las
prácticas profesionales, son los contenidos.
Si
se quiere que un alumno comprenda, por ejemplo en la asignatura
Marketing, el porqué y como se consume en cada sociedad, un análisis
social implica haber leído y comprender clásicos como Durkheim,
Marx, Veblen, Bourdieu, Bauman, etc. Esto es centrarse en el
contenido, no en la práctica o aplicación profesional. En todo
caso, la práctica es una técnica, como resultado del conocimiento.
En
esta línea, partiendo de la situación que da origen a este trabajo,
se mencionó el problema de la capacidad de comprensión de textos.
Uno de los métodos utilizados en los cursos de administración para
enfrentar esta situación, es el estudio de casos; pero el caso
siempre como resultado de un análisis teórico previo –el
contenido- que posibilita confirmarlo o, justamente, realizar un
análisis crítico del mismo a partir de confrontarlo con la
realidad. El telón de fondo es siempre la comprensión del texto
teórico.
Enfocar
en las prácticas profesionales tiene la ventaja de estandarizar
competencias, pero a su vez genera la ilusión de pensar que el
conocimiento es estandarizable; puede serlo la información, pero no
el conocimiento.
Con
lo cual se plantea aquí un problema central: como resolver la
cuestión de la comprensión de textos y generación de pensamiento
crítico, sin descartar incluir las competencias específicas
necesarias en cada profesión.
Como sostiene Ruiz
Barría13,
“la competencia profesional como atributo no posee una estructura
fractal disgregable en pequeñas competencias o subcompetencias ad
infinitum”;
por lo tanto se trata de establecer que competencia o competencias
son medulares para el ejercicio de la profesión, pero
fundamentalmente de cualquier profesión. De ahí la idea expuesta de
generar en el curso el pensamiento crítico, para lo cual es
indispensable la comprensión del texto, lo que trae como
consecuencia la otra gran pregunta a responder: ¿cómo motivar al
alumno?
El
punto de partida del análisis, en este caso, es que hay una
motivación básica en el caso del alumno universitario, que el
docente no puede reemplazar, que es el interés por el conocimiento,
de grado superior inclusive, al propio interés por la profesión
elegida. Un alumno puede haber elegido una carrera universitaria por
razones económicas o del contexto familiar o social, lo que no
impedirá que el docente pueda motivarlo a partir de entusiasmarlo
con la asignatura o incluso con su profesión. Pero el desinterés
por el conocimiento es insalvable.
Huertas et
al14,
proponen atacar el problema de la motivación a partir del desempeño
del docente como educador y desde los recursos educativos que
utiliza.
En
ese sentido, se piensa que el trabajo más importante es aquel que se
realiza sobre los recursos pedagógicos, ya que el mismo es el
resultado justamente de las concepciones que impulsa el docente como
educador con el objetivo de motivar a los alumnos hacia el
aprendizaje y la adquisición de las competencias necesarias en cada
profesión.
Como
conclusión de lo expuesto en este trabajo, la educación por
competencias así expresada, en crudo, no ha demostrado ser la única
herramienta que posibilite transformar la educación superior, en la
medida que a nivel genérico siempre los buenos docentes han
intentado enseñar a pensar, que en definitiva es la competencia
central que debe adquirir un alumno en un proceso de enseñanza
aprendizaje.
Lo
que sí se entiende representa un avance, es la idea de las
competencias específicas por profesión, que tampoco son tantas,
sino aquellas básicas que permitirán un desempeño de excelencia.
Pero
si no se entiende la sociedad en que se vive, difícilmente se pueda
desempeñar una profesión en forma exitosa. Y solo se comprende la
sociedad a partir del pensamiento crítico.
Se trata en definitiva
de la búsqueda del objetivo que hace ya muchos años planteó
Rodolfo Bohoslavsky15
y que se reproduce, a pesar de su extensión: "Instaurar
al alumno como persona, como eje de nuestra labor pedagógica, para
así incorporarlo, sí, pero de un modo más consciente y más
crítico en la sociedad de la que forma parte. Nuestro verdadero
compromiso es triple: como científicos y educadores, crear una nueva
imagen del hombre (rol desmitificante); como auténticos humanistas,
crear la imagen de un hombre nuevo (rol reestructurante); como
ciudadanos, contribuir al nacimiento de un hombre nuevo (rol
revolucionario)".
1
Término que no se considera el más adecuado, en su utilización
contemporánea para referirse al actual desarrollo social, sin por lo
menos explicitar en que sentido se lo utiliza. Posteriormente en este
trabajo, se procederá a ampliar esta idea.
2
De Miguel Díaz Mario. Cambio de paradigma
metodológico en la Educación Superior. Exigencias que conlleva.
Cuadernos de Integración Europea Nº 2. Septiembre 2005, pp. 16-27.
3
Real Academia Española. Diccionario de la
Lengua Española. 22ª edición. Espasa Calpe
S.A., Buenos Aires, 2005.
4
Giudici Ernesto. Educación, Revolución
científico-técnica y reorganización universitaria.
Ediciones del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini,
Buenos Aires, 2010.
5
Raunig Gerald. Mil máquinas. Breve filosofía
de las máquinas como movimiento social.
Traficantes de Sueños, Madrid, España, 2008.
6
de Miguel Díaz Mario. Cambio de…ob.
cit. p. 17.
7
Se entiende por dato lo fáctico mientras que la información es la
organización de los mismos en un todo coherente que permita
comprender la realidad, tomar decisiones y construir conocimiento.
8
de Miguel Díaz Mario. Cambio de…ob.
cit. p. 18.
9
Yániz Concepción. Las competencias en el
currículo universitario: implicaciones para
diseñar el aprendizaje y para la formación
del profesorado. Revista de Docencia
Universitaria. Número Monográfico Nº 1, Vol. 6, 2008. Disponible
en: http://redaberta.usc.es/redu
10
Se toma como referencia del término lo expuesto por Edgar Morín,
quien considera a la complejidad como “…un tejido
(complexus, lo que está tejido en conjunto)
de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta
la paradoja de lo uno y lo múltiple. Al mirar con más atención, la
complejidad es, efectivamente, el tejido de eventos, acciones
interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que
constituyen nuestro mundo fenoménico”.
Morín Edgar. Introducción
al pensamiento complejo. Gedisa Editorial,
Barcelona, 2005; p. 32.
11
Ponce Aníbal. Educación y lucha de clases.
Imago Mundi, Buenos Aires, 2010.
12
Yániz Concepción. Las competencias en el…ob.
cit. p. 10
13
Ruiz Barría Guido. El enfoque de la formación
profesional en torno a la generación de competencia: ¿Ejercicio
impostergable o “Lo que sucedió a un rey con los burladores que
hicieron el paño”?. Estudios Pedagógicos,
Vol. 35 Nº 1, Chile, 2009. pp. 287-299.
14
Huertas Juan Antonio, Ardura Aranzazu y Nieto Carmen. Cómo
estudiar el papel que el desempeño docente y las formas de
comunicación juegan en el clima motivacional del aula. Sugerencias
para un trabajo empírico. Educaçao,
Pontificia Universidade Católica do Río Grande do Sul, Vol. 31 Nº
64, Porto Alegre, Brasil, Janeiro-abril, 2008. pp. 9-16.
15
Bohoslavsky Rodolfo Hugo. Psicopatología del
vínculo profesor-alumno. El profesor como agente socializante.
Tekné, mimeo, Buenos Aires, s/f.
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