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viernes, 6 de septiembre de 2024

 

Ciencia, Epistemología y Administración

De la administrotecnia a la ciencia de la organización

 

Parte IV

 

Dr. Carlos A. J. Molinari

 

IV.- La problemática de las ciencias sociales

 

En el recorrido realizado en el capítulo III, surge como el estudio de la epistemología, ha sido realizado históricamente desde el encuadre de las que denominamos ciencias naturales, donde conceptos como objetividad, verdad, comprobación, probabilidad, juegan un rol central en el proceso de investigación.

Aún Alan Sokal, que proviene del campo de la física, acepta que hay una diferencia importante entre los dos tipos de ciencias, ya que en las sociales, el objeto de estudio son los seres humanos, lo que plantea cuestiones metodológicas específicas; pero por otra parte sostiene que la epistemología básica de la investigación habría de ser prácticamente la misma, para posteriormente plantear que ambos –científicos naturales y sociales-, deben llegar a formular juicios razonados –aunque tentativos-, basados en datos y en la lógica, la cual –esta última- no resulta sencillo de aplicar en las ciencias sociales.

Al trabajar con el universo de lo humano, de lo social, es factible encontrar siempre casos que contradigan una teoría; por eso se hace necesario, además de considerar algunas propuestas metodológicas como las expuestas, abrir nuevos caminos a una epistemología de las ciencias sociales.

El historiador Carlo Ginzburg ha desarrollado lo que denomina el paradigma indicial[1], concepto que construye a partir de pensar como determinadas ciencias son disciplinas[] eminentemente cualitativas, que tienen por objeto casos, situaciones y documentos individuales, en cuanto individuales; y precisamente por eso alcanzan resultados que tienen un margen insuprimible de aleatoriedad[]. Esto lo lleva a proponer que el conocimiento histórico, que es el que se encuentra estudiando, en tanto hechos del pasado, aunque sea muy próximo, es indicial; propuesta que puede ser extendida a otras ciencias sociales. Lo cual no debe llevar al abandono de la idea de totalidad. Se hace necesario en este proceso, como plantea Ginzburg, esta idea de totalidad, pues si bien[] la realidad es impenetrable, existen zonas privilegiadas –pruebas, indicios- que permiten descifrarla[].

Un ejemplo de esta metodología, es su obra El queso y los gusanos, El cosmos según un molinero del siglo XVI, donde a partir de indicios, representados por las actas de la inquisición y otros documentos, va reconstruyendo la cultura y la circulación de ideas entre las clases subalternas en ese período histórico, algo impensable desde otros enfoques epistemológicos.

En ciencias sociales, si tomamos como ejemplo el constructo de Ginzburg, no hay una objetividad pura, no hay leyes, sino aproximaciones; además de que este autor incluye, como Morin, el tema de la aleatoriedad.

Esto también nos conduce a la epistemología plural de Feyerabend –aun criticando su anarquismo metodológico-, pues la epistemología de la complejidad o el paradigma indicial, surgen como caminos alternativos para el estudio de una realidad que no puede traducirse en leyes.

El tema fundamental para quienes nos desempeñamos en el ámbito de las ciencias sociales, es encontrar los caminos que nos posibiliten estudiar la realidad y comprenderla, conocerla, tal cual es el objetivo de la ciencia.

En ese sentido, Ilya Prigogine, en un ensayo escrito en colaboración[2], plantea como el descubrimiento de que el mundo físico está regido por las matemáticas, produjo una separación radical entre la realidad espiritual del ser humano y la naturaleza; la descripción de la física clásica se transformó en la verdad única.

Pero el desarrollo de la física de los procesos, modificó este marco epistemológico. Entonces sostiene que abrirse al problema de los procesos, es admitir que existe una multiplicidad de puntos de vista, de lo que surge la necesidad de elegir las preguntas y seleccionar las condiciones en los límites.

Una vez que se ha elegido el punto de vista, no se trata de hacer comprensible la totalidad del mundo, “sino de establecer una relación coherente entre el problema planteado, la definición de las unidades y el método de análisis”[3].

Borrello, en la obra ya citada en este trabajo, analiza la especificidad de las ciencias sociales, aunque lo hace desde el estudio de la epistemología de la economía, pero que entendemos útil para nuestro objetivo, en la medida que esa epistemología de la economía ha tenido no poca influencia en los marcos teóricos de la administración; tema que desarrollaremos en el próximo capítulo.

Uno de los autores analizados al respecto es Carl Menger (1849-1921), quien plantea que la diferencia entre ciencias naturales y sociales, es que éstas últimas estudian a los seres humanos y sus esfuerzos, que son de naturaleza empírica. Para Menger, en toda época y lugar, los seres humanos son seres que eligen, y la sociedad es una sumatoria de las conductas individuales, adscribiendo este autor a lo que se denomina el individualismo metodológico.

Otro de los autores analizados por Borrello en este recorrido es von Mises (1881-1973), quien refiriéndose a la economía, sostiene que esta se transformó en una teoría general de la acción humana, la praxeología; y para von Mises la praxeología no es una disciplina empírica y experimental, sino que sus categorías son presupuestos apriorísticos, previos a toda idea o percepción.

Obsérvese que al igual que Menger, para von Mises toda acción humana es independiente de las condiciones históricas y sociales, lo que resultaría un sinsentido, en la medida en que los seres humanos viven en sociedad y las sociedades cambian en los distintos momentos históricos. Lo contrario sería pensar que un habitante del imperio romano, pensaba o actuaba igual que un habitante de ese mismo espacio en el medioevo, o que un azteca o un habitante de Buenos Aires en el siglo XXI; un estudio de la historia social revela la incongruencia de las aseveraciones de Menger y von Mises.

Vamos a pasar por alto en este trabajo el análisis de las posiciones relativistas –como el caso analizado por Borrello de McCloskey-, que sostienen que las disciplinas científicas son retórica; aunque hay que destacar que han tenido no poca influencia en la administración, en autores como Gareth Morgan y la utilización de metáforas.

En esta simplificación del recorrido de Borrello sobre aportes a la epistemología de las ciencias sociales, vamos a tomar las ideas desarrolladas por Roy Bhaskar y su propuesta del realismo trascendental.

Esta propuesta se basa en una crítica al empirismo, pues piensa que en el mundo tal como lo conocemos, los sistemas están abiertos, o sea que para que se produzca un evento operan muchas leyes al mismo tiempo. Lo que hacen los científicos, es cerrar ese evento en un laboratorio y ahí estudiarlo, lo que impediría que el hecho suceda tal como en la realidad.

Entonces sostiene que el que denomina realismo empírico, se basa en una falacia epistemológica, que confunde lo ontológico, lo que existe, con lo epistemológico, lo que podemos conocer. A su vez, que la ciencia no es realizada por hombres que son receptores pasivos, que desconocen la dimensión social del conocimiento, sino que la conjunción de eventos es el resultado final de un trabajo de laboratorio que implica conocimientos, habilidades, equipos y entrenamientos anteriores.

A partir de esta crítica, desarrolla su idea de tres dominios diferenciados de la realidad, que son ontológicamente distintos y no están sincronizados. Esos dominios son el empírico, que son nuestras experiencias; el actual, que se refiere a los objetos que originan nuestras experiencias y el real, compuesto por mecanismos, estructuras, poderes y tendencias que subyacen a los eventos que se observan.

Ahora, como en ciencias sociales cerrar el sistema en un laboratorio se tornaría imposible, propone como solución el naturalismo crítico, desarrollando una ontología para las ciencias sociales, que posee dos características:

a)  La concepción relacional de la sociedad: Bhaskar considera que son los individuos y no los grupos la realidad social fundamental y esa realidad consiste en relaciones entre individuos –y grupos- y de las relaciones entre esas relaciones. A su vez las relaciones sociales son independientes de quienes las desempeñan y el entramado de estas relaciones constituye la estructura de esta sociedad. Las ciencias sociales estudian el sistema de posiciones sociales con prácticas, obligaciones y poderes asociados y ellas son las que originan y explican fenómenos que observamos en la esfera social.

b)  El modelo transformacional de la actividad social: sostiene que los individuos hacen a la sociedad como la sociedad hace a los individuos, pues éstos nacen en un medio social. Las acciones sociales transforman la sociedad, pero la sociedad determina que acciones son posibles y que resultará de ellas.

A su vez para el realismo crítico, los fines forman parte del debate científico, a diferencia de aquellas corrientes donde el tema de los fines queda fuera del debate.

En este sentido y, como ya hemos expuesto, las relaciones sociales constituyen la base de nuestra realidad, pues sobre ellas se fundan los actos de los individuos. Tal como señala Althusser[4], refiriéndose a los fenómenos económicos –que en definitiva son en los que nos centramos en este trabajo-, son procesos que tienen lugar bajo relaciones sociales, que son en última instancia, relaciones de lucha de clases.

Entonces, como plantea Marta Harnecker[5], toda teoría científica tiene el carácter de instrumento de conocimiento; no nos da un conocimiento de una realidad concreta, sino los medios e instrumentos de trabajo intelectual para llegar a conocerla de forma rigurosa.

Hasta aquí, hemos realizado un recorrido, en esta etapa, acerca de las particularidades de la epistemología de las ciencias sociales, lo que nos posibilitará, en el próximo capítulo, realizar un trabajo de interacción entre las distintas corrientes analizadas y el problema de la administración.

 



[1] Ginzburg Carlo. Mitos, emblemas, indicios. Morfología e Historia. Gedisa Editorial, Barcelona, 1999. pp. 138-164.

[2] Prigogine Ilya y Stengers I. Neptunianos y Vulcanianos. En: Prigogine Ilya. Tan solo una ilusión. Una exploración del caos al orden. Tusquets Editores, Barcelona, España, 1993.

[3] Prigogine I. y Stengers I. Neptunianos…ob. cit. pp. 118-119.

[4] Althusser Louis. Presentación a la sexta edición. En: Harnecker Marta. Los conceptos elementales del materialismo histórico. Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 19 Edición, 1973.

[5] Harnecker Marta. Ob. cit. p. 5.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

 

 

Ciencia, Epistemología y Administración

De la administrotecnia a la ciencia de la organización

 Parte III

 Dr. Carlos A. J. Molinari

 III.- El debate sobre epistemología y método científico

 

En otras palabras, no existe (por lo menos en la actualidad)

una sistematización completa de la racionalidad científica,

y dudamos seriamente que pueda existir alguna.

Alan Sokal[1]

 

En este capítulo, se ha optado por analizar solo aquellas ideas y/o autores, que a juicio del autor, son relevantes para comprender el flujo principal del debate y que impactan en el objetivo central de este trabajo.

Juan Samaja introduce una hipótesis, acerca de que todo fenómeno contiene contradicciones o atributos opuestos, por lo cual la ciencia, como fenómeno de orden socio-cultural, también las contiene[2].

La que denomina contradicción interna de la ciencia, surge de sus dos requisitos esenciales: por una parte la exigencia de la universalidad o necesariedad y, por la otra, de la exigencia de la comprobabilidad; si falta alguna de estas exigencias no hay conocimiento científico.

Pero desde lo semántico, se presenta que lo universal es lo contrario de lo particular, pues solo esto último se puede constatar mediante  una secuencia finita de pasos de comprobación; pero lo universal está integrado por un número infinito de elementos, por lo tanto no hay una secuencia de pasos para decidir sobre su valor de verdad.

O sea que para Samaja, no puede haber un conocimiento que sea al mismo tiempo universal y comprobable. ¿Cómo entonces resuelve la ciencia esta cuestión?

Este autor, identifica en la historia de la ciencia tres tradiciones, como las más reconocidas, que intentaron resolver esta paradoja, ubicando a sus autores más representativos en el período fundacional de la modernidad:

α) La escuela Racionalista, cuyo representante más conocido fue Descartes (1596-1650).

β) La escuela Empirista, representada por John Locke (1632-1704).

δ) El Historicismo, cuyo fundador fue Giambatista Vico (1668-1744).

En el primer caso, Descartes sostiene que el principio que debe regir la búsqueda de la verdad es la experiencia, su primera regla del método, eliminando el principio de autoridad externa; es el hombre, el “yo”, la autoridad para resolver si algo es verdadero o falso.

Hay una singularidad  del individuo que conoce, pero Descartes confía en que ese sujeto singular es universal, pues cada “yo” contiene el universo todo, entonces está en condiciones de constituir la verdad universal.

Para Descartes, la experiencia es la del intelecto, excluyendo los datos de los sentidos como criterio de verdad.

Los empiristas ingleses, de los cuales para Samaja, Locke es su principal exponente, también reivindican la experiencia pero a diferencia de Descartes, entienden como experiencia las vivencias sensoriales o psicológicas, pues Locke rechaza la tesis cartesiana sobre las ideas innatas.

Para el filósofo inglés, las ideas se forman desde la experiencia, por lo que su idea central es la primacía de lo particular sobre lo general y, por vía inductiva, se construye lo general desde lo que se puede experimentar.

La tercera tradición citada, representada por Vico, pone también el acento en la experiencia, pero esta última de manera distinta que Descartes o Locke, que Samaja formula como "Si yo lo hago, entonces yo lo conozco en su verdad"[3]; se puede conocer con verdad, con evidencia plena porque se ha hecho.

Puesta la idea también en palabras de Samaja, se conoce verdaderamente si se conoce en estado de génesis y solo se conoce en estado de génesis lo que el individuo produce de manera activa. Pero aclara que para Vico, esto solo se aplica en el campo de las ciencias humanas.

Immanuel Kant (1724-1804), viene a representar el intento de búsqueda de una síntesis de lo expuesto.

Por una parte establece la irreductibilidad y la inseparabilidad de los lenguajes de la ciencia, el teórico y el empírico y, por la otra, descubre la estructura del mecanismo que posibilita correlacionar las sensaciones y los conceptos.

Según Samaja[4], a partir de Kant, quedan abiertas varias cuestiones epistemológicas propuestas por este filósofo, pues para él, el conocimiento científico se produce mediante la experiencia posible y los esquemas e imágenes aplicados a las experiencias sensoriales provenientes de las cosas; o como plantea Klimovsky[5], las condiciones preimpuestas a la percepción del aparato perceptual del ser humano y el sistema de categorías –aclaremos, como lo dice Samaja, que se trata de categorías del intelecto como contenido a priori de la razón pura-, son la contribución subjetiva a la construcción, entendimiento e inteligibilidad del mundo.

El fundamento de validez en Kant, no proviene de estas experiencias naturales, sino de la experiencia moral, donde se encuentra la síntesis originaria del yo como función de la praxis social y la metafísica como funcionalidad de los ideales de praxis[6].

Identifica entonces Samaja –en un panorama que define como muy grosero-, algunas relaciones de afinidad entre las opciones epistemológicas que deja abiertas Kant y autores posteriores como Hegel, Marx, Wittgenstein, Heidegger, Popper, Lakatos, Foucault, Lacan, Piaget, etc.

De acuerdo al objetivo que nos habíamos planteado, vamos a analizar algunos de esos autores que consideramos centrales en el desarrollo de la epistemología y el método científico.

 

Popper, falsabilidad y método hipotético deductivo

 

Karl Popper (1902-1994), cuya obra más relevante en este campo es La lógica de la investigación científica (1934), propone el concepto de falsabilidad, por el cual una teoría, para que pueda ser considerada científica, debe poder hacer predicciones que puedan ser falsas en su comprobación en la realidad; la teoría se contrastará con investigaciones y observaciones y si estas la contradicen la teoría será falsa y se rechazará. En esta propuesta, nunca una teoría puede probarse que sea verdadera, pues solo puedo comprobar una cantidad finita de predicciones; en cambio con una observación que contradiga a la teoría, la misma es falsa.

El otro tema importante a considerar en el esquema de Popper, es el que se refiere a las hipótesis. Como plantea Klimovsky[7] refiriéndose al método hipotético deductivo que denomina en versión simple, sería posible descartar una hipótesis a partir de que una observación se encuentre en desacuerdo con una consecuencia observacional obtenida de la hipótesis; aunque lo habitual sería realizar una serie de contrastaciones antes de descartar una hipótesis.

Para Klimovsky, si bien la refutación de una consecuencia observacional involucraría su refutación, en la práctica científica es excepcional que esto suceda. Una hipótesis, generalmente va acompañada de otras hipótesis y teorías presupuestas, por lo que la contrastación afecta a todo ese conjunto, pues una teoría no se puede considerar independientemente de las mencionadas presuposiciones.

Popper también plantea, que una hipótesis es científica cuando tiene consecuencias observacionales que posibilitan ponerla a prueba mediante la contrastación; a su vez que en el tema de las hipótesis, es más importante refutarlas que corroborarlas.

Ricardo Borrello, sintetiza los tres mundos o universos que distingue Popper y que son[8]:

a)  El Mundo 1, que es el de las cosas, de los objetos físicos.

b)  El Mundo 2, que es el de las experiencias subjetivas, de los procesos de pensamiento.

c)   El Mundo 3, que es el de los contenidos del pensamiento, de los enunciados. Incluye en un sentido amplio los productos de la mente humana, como herramientas, instituciones y obras de arte y, en un sentido restringido, los objetos específicos de la actividad científica, como problemas, teorías y argumentos críticos, así como el contenido de revistas, libros y bibliotecas.

El mundo tres tiene existencia real pues opera sobre el mundo uno, pero con la intermediación del sujeto pensante, o sea del mundo dos. Además de su entidad ontológica, el mundo tres tiene también cierta autonomía, pues toda teoría presenta consecuencias imprevistas e involuntarias que plantean problemas objetivos, más allá de que sean percibidos o no.

Entonces Popper identifica y diferencia dos contextos:

a)  El contexto de descubrimiento, donde se da la producción de teorías y que corresponde al mundo dos, y que es tema, entre otras disciplinas, de la psicología.

b)  El contexto de justificación, donde se evalúan las teorías científicas, que es el contexto de interés para la epistemología.

Esto sirve a Popper para dejar de lado en la epistemología no solo a la psicología sino también a la teoría marxista, a las que niega su carácter científico.

También hay que destacar que en Popper, la adopción de ciertas teorías e hipótesis no implica un acercamiento a la verdad, si bien posteriormente introduce el concepto de verosimilitud, donde Klimovsky sostiene que Popper parece creer que en la medida que se desarrolla la ciencia, las hipótesis y teorías se acercan a la verdad.

 

Kuhn y el paradigma

 

Thomas Kuhn (1922-1996) en su libro La estructura de las revoluciones científicas (1962), introduce el concepto de paradigma, el cual según Borrello[9] no resulta claro, en un análisis que hace de la obra de este autor, rescatando dos significados como preponderantes:

a)  Un paradigma, constituye una constelación de creencias, valores, técnicas, etc., compartidas por una comunidad científica determinada.

b)  Se refiere también a un elemento de esa constelación, como los ejemplares o los modelos de solución de problemas que los científicos consideran relevantes.

También Borrello, sintetiza las etapas del desarrollo de la ciencia según Kuhn. Una primera sería la denominada preciencia, en la cual todavía no se ha constituido un paradigma único. Luego continúa la etapa del logro o de la ciencia normal, donde se produce un avance relevante, que atrae a una cantidad importante de científicos y sirve de modelo para la investigación posterior; se constituye así el primer paradigma.

El paradigma entonces, adquiere estatus como tal pues demuestra su capacidad para resolver aquellos problemas que la comunidad científica considera importantes, aunque su éxito nunca es completo, Pues siempre quedan problemas -que Kuhn denomina enigmas- y observaciones por resolver. El paradigma es así una prueba de éxito, aunque promesa, y la ciencia normal es la realización de esa promesa.

Posteriormente se ingresa en una etapa de crisis, pues el trabajo del investigador se concentra en las cuestiones que el paradigma tiene aún por resolver y es en esa situación donde surgen anomalías, que están en contradicción con el paradigma vigente. Como los científicos no renuncian fácilmente al paradigma, como sostiene Borrello, las anomalías no son consideradas al igual que las falsaciones popperianas, sino que se trata de cuestiones a resolver. Cuando esto no se puede superar, se aplican las reglas de una forma distintiva, pero no se abandonará el paradigma vigente hasta que no surja un candidato alternativo.

Se ingresa entonces en una nueva etapa, la de una revolución científica, donde la comunidad genera un nuevo consenso sobre un paradigma candidato al reemplazo del anterior.

El otro tema relevante que desarrolla Kuhn, está relacionado con lo que denomina la inconmensurabilidad, que es buscar respuesta al problema de como se pueden comparar los distintos paradigmas. En ese sentido, sostiene que los paradigmas son inconmensurables en al menos tres planos:

a)  En el plano conceptual, en la medida en que no pueden reducirse a relaciones lógicas de inclusión, exclusión e intersección.

b)  En el plano ontológico, pues los compromisos ontológicos varían de un paradigma a otro. Como cambian las percepciones, aun cuando el objeto observado sea el mismo, si se percibe de manera distinta se dificulta la comunicación entre paradigmas.

c)   En el plano metodológico, pues distintos paradigmas contienen métodos e instrumentos diferentes, tanto intelectuales como materiales.

Entonces existe inconmensurabilidad entre dos teorías cuando sus lenguajes no son completamente traducibles entre sí. No se pueden traducir una a una las afirmaciones de una teoría a la otra, lo que no impide comprender la otra teoría. Lo que se modifica entre las dos teorías, es la forma en que se clasifican los objetos. ¿Cuáles son las características del cambio de clasificación?

Por una parte son holistas, ya que afectan a un conjunto de categorías interrelacionadas  y no a categorías aisladas. Y por otra parte estos cambios son locales, en la medida que afectan a un grupo de términos interrelacionados, quedando una base semántica común entre las distintas teorías.

Cuando no se puede traducir término a término, los miembros de una comunidad pueden adquirir el léxico de la otra, pero manteniéndose en su comunidad. Kuhn denomina a estos léxicos, esquemas conceptuales.

Borrello también cita una conferencia de Kuhn del año 1973[10], acerca de los criterios a tomar en consideración al momento de la elección teórica, que son la precisión –las predicciones deben coincidir con los resultados de la investigación y observación-, coherencia –interna y con otras teorías aceptadas-, amplitud –las consecuencias deben extenderse más allá de su destino original-, simplicidad –deben servir para ordenar fenómenos que se considerarían aislados sin su presencia- y fecundidad –debe revelar nuevos fenómenos-.

Pero según Kuhn estos criterios pueden entrar en conflicto, quedando la elección indeterminada, dependiendo de los factores individuales del científico; estos factores subjetivos son los factores que tienen que ver con la historia del científico como tal, los que tienen su origen en alguna causa externa y los que tienen relación con la personalidad del científico.

 

Lakatos y el Programa de Investigación Científica

 

Imre Lakatos (1922-1974), quien se considera continuador y superador de Popper y a la vez que influenciado por Kuhn, sostiene que “[…] mi concepto de un “programa de investigación” puede concebirse como una reconstrucción objetiva, perteneciente al tercer mundo, del concepto socio-psicológico de paradigma de Kuhn…”[11].

Según este autor, el programa de investigación consta de:

a)  Un centro firme, irrefutable por decisión de sus defensores, que incluye leyes y supuestos fundamentales del programa.

b)  Un cinturón protector de hipótesis auxiliares contra las que se dirigen las refutaciones y que puede ser ampliado o ajustado o sustituido cuantas veces sea necesario.

c)   La heurística negativa y la heurística positiva. La heurística negativa es la que sostiene que no se pueden rechazar los supuestos fundamentales del programa mientras que la positiva, son sugerencias o pistas de cómo cambiar o desarrollar versiones refutables del programa.

Lakatos propone una manera particular de concebir la historia de la ciencia en la tarea epistemológica, dividiendo la misma en historia interna y externa.

La interna incluye las variables pertinentes para analizar las cuestiones metodológicas, como sería el cambio de una teoría en un determinado momento.

La externa es aquella que no proviene del ámbito específico de la ciencia, pero que puede promover o impedir los cambios en las teorías; sería el caso de la ideología, prejuicios y factores culturales, sociales y económicos. Esta última, para Lakatos, no es pertinente como base empírica de la epistemología.

 

Feyerabend, anarquía y pluralismo

 

La obra más conocida y relevante para nuestro estudio de Paul Feyerabend (1924-1994), es Tratado contra el método: esquema de una teoría anarquista del conocimiento (1975), aunque escribió otros trabajos en donde profundiza alrededor de sus ideas. 

Para este autor, existe un intento de homogeneizar la ciencia, que no considera el trabajo del investigador científico, quien actúa como un oportunista cuando selecciona métodos para alcanzar sus objetivos.

Realiza una crítica del discurso de la historia de la ciencia, pues para él, la ciencia no estudia hechos desnudos sino que hace interpretaciones de esos hechos, lo que los vuelve teóricos.

Debido a la posición hegemónica en la sociedad del conocimiento científico, quedan en un segundo plano las intuiciones que podrían mostrar las discontinuidades y los contextos socio históricos, de manera que se muestra a los científicos como carentes de opiniones, o actuando por fuera de un contexto cultural, cuando en realidad la ciencia es una construcción en un determinado entorno.

En ese marco, la epistemología de Feyerabend, plantea un recorrido para el investigador que le posibilite adecuarse a su contexto social, político, tecnológico y cultural.

A pesar de su crítica a las reglas, que fueron transgredidas en muchas oportunidades por los científicos para alcanzar resultados, acepta que la investigación cuenta con principios orientadores, pero derivados del propio proceso y no de una concepción abstracta de la racionalidad. Cada investigador va definiendo criterios de validación, lo que da origen a la multiplicidad.

También define el oportunismo metodológico, que piensa como constitutivo de la práctica científica, por lo cual todos los métodos son bienvenidos; es por ello que recomienda la utilización de puntos de vista, teorías y metodologías diferentes. Esto lo conduce al todo vale, por lo cual se pueden llegar a aceptar puntos de vista que se encuentran por fuera de la propia ciencia.

Se entiende que más allá de algunos aspectos cuestionables, lo que introduce Feyerabend es una interpelación a la rigidez del discurso científico y al método, pues introduce con mucha fuerza la idea de la subjetividad, en la medida en que la investigación científica está dada en circunstancias históricas, sociales e individuales determinadas.

 

Bourdieu y el concepto de campo

 

Pierre Bourdieu (1930-2002), construyó, desde el campo de la sociología, el concepto de campo, que define como “[…] espacios estructurados de posiciones (o de puestos) cuyas propiedades dependen de su posición en dichos espacios y pueden analizarse en forma independiente de las características de sus ocupantes (en parte determinados por ellas)”[12].

El campo es un espacio que encuentra su razón de ser en la realización de actividades sociales diferenciadas, lo que lo distingue de otros campos, operando con cierto nivel de autonomía, pero también con un cierto nivel de dependencia, ya que el campo se encuentra situado en la sociedad como conjunto. Estos campos poseen a su vez leyes de funcionamiento generales, como sería por ejemplo el campo de la ciencia.

En un campo siempre se va a encontrar una lucha, entre el recién llegado que, según Bourdieu, trata de romper los cerrojos de entrada y el dominante, que trata de defender su monopolio e impedir la competencia.

Un campo, por ejemplo el científico, se define a partir de lo que está en juego y los intereses específicos “[…] que son irreductibles a lo que se encuentra en juego en otros campos o a sus intereses propios […]”[13].

A su vez la estructura de un campo, sostiene Bourdieu es un estado de la relación de fuerzas existentes entre los agentes de ese campo que intervienen en la lucha o, lo que es lo mismo, en la distribución del capital específico del campo, que se acumuló durante luchas anteriores y orienta las estrategias en las luchas posteriores.

Quienes, en la relación de fuerzas, monopolizan el capital específico, que es el fundamento del poder y la autoridad dentro del campo, se inclinan a sostener estrategias conservadoras, mientras que quienes poseen menor capital específico, que suelen ser los recién llegados, los más jóvenes, se inclinan hacia estrategias de subversión, es decir las herejías como las denomina Bourdieu.

La herejía, ligada generalmente a la crisis, es una ruptura crítica que junto con la doxa obliga a las fuerzas dominantes a producir un discurso que defienda la ortodoxia.

Este nuevo concepto que introduce el sociólogo francés, muestra como cualquier proceso, el científico en nuestro caso, está marcado por las distintas fuerzas que se mueven dentro de un campo de acción; y que se torna imprescindible incorporar este análisis cuando se habla del proceso de construcción del conocimiento, que nunca sería puro en un laboratorio –ya Kuhn había incluido los factores subjetivos-, sino que también debe incorporar las luchas por el poder en el campo científico, o lo que es lo mismo, quien investiga, qué se investiga, en qué líneas, que metodologías son aceptadas y cuáles no.

 

Morin y la epistemología de la complejidad

 

Edgar Morin, desarrolla su teoría de la complejidad, a partir de la crítica del distanciamiento entre ciencia y filosofía, que priva a la ciencia de toda posibilidad de conocerse y de reflexionar sobre sí misma, aislando a los que denomina los tres grandes campos del conocimiento científico: la física, la biología y la ciencia del hombre; critica también la simplificación, que reduce lo complejo a lo simple, desgarrando y fragmentando el tejido complejo de la realidad[14]. Por ello, piensa que el pensamiento basado en la simplificación no puede concebir la conjunción de lo uno y lo múltiple.

Entonces establece su concepto de complejidad: “A primera vista la complejidad es un tejido (complexus[15]: lo que está tejido en conjunto) de constituyentes heterogéneos inseparablemente asociados: presenta la paradoja de lo uno y lo múltiple. Al mirar con más atención, la complejidad es, efectivamente, el tejido de eventos, acciones, interacciones, retroacciones, determinaciones, azares, que constituyen nuestro mundo fenoménico”[16].

Lo expuesto, evidencia para Morin la necesidad de aplicar el pensamiento complejo, remarcando que las disputas epistemológicas entre Popper, Kuhn, Lakatos, Feyerabend y otros, pasan por alto la complejidad. Cita para reafirmar su posición a Bachelard, quien sostiene que lo simple no existe, solo existe lo simplificado; también a Georg Lukács, que manifiesta que lo complejo debe ser concebido como elemento primario existente.

Morin desarrolla entonces una epistemología de la complejidad, donde toma distancia del relativismo absoluto, el que denomina el escepticismo de Feyerabend, pues piensa “[…]que la aspiración a la totalidad es una aspiración a la verdad y que el reconocimiento de la imposibilidad de la totalidad es una verdad muy importante”[17]; apoyándose para esta idea en una frase de Adorno, que dice que la totalidad es la no verdad y esta frase lo lleva a sostener que ha renunciado a toda esperanza de una doctrina y un pensamiento verdaderamente integrados. Idea con la cual no acordamos, pero que escaparía a los objetivos de este trabajo su desarrollo.

En este sentido, podemos acudir al pensamiento de Karel Kosik[18], para quien comprender un fenómeno marca el acceso a la esencia del mismo, pues sin la manifestación del fenómeno la esencia seria inaccesible; por lo que el método dialéctico nos posibilita acceder a la esencia del fenómeno para comprenderlo. Proceso que viabilizará analizar la realidad social de los hombres como unidad dialéctica de sujeto y objeto, éste último como parte de un todo; y el movimiento de la parte al todo y del todo a la parte permite conocer la realidad como dialéctica de la totalidad concreta en la que se reproduce idealmente la realidad en todos sus planos y dimensiones. Una totalidad que no significa todos los hechos sino un conjunto estructurado y dialéctico, en el cual puede ser comprendido cualquier hecho (clases de hechos, conjunto de hechos).

Otro tema que Morin resalta en su intento de desarrollo de un pensamiento lo menos mutilante posible y lo más racional posible, es que respeta los requisitos para la investigación y verificación propios del conocimiento científico y, los requisitos para la reflexión propuestos por el conocimiento filosófico.

Igualmente piensa, siguiendo a Holton y a Popper, que dentro del conocimiento científico hay ideas generales ocultas; o sea que el científico tiene ideas acerca de la verdad, de la relación entre lo racional y lo real, ideas ontológicas sobre la naturaleza del mundo.

Su idea de complejidad incluye la imperfección, porque incluye la incertidumbre y el reconocimiento de lo irreductible. Pero la idea fundamental no es que la esencia del mundo es compleja y no simple, sino que esa esencia es inconcebible.

En la ciencia, en el nivel de su sociología, ve un antagonismo complementario entre el principio de rivalidad entre teorías y el principio de unanimidad, de aceptación de la verificación y la argumentación.

También incorpora el azar, indispensable pero que nunca está solo ni lo explica todo. Entonces propone en su programa, una potencialidad reorganizadora incluida en la auto-organización que reciba el acontecimiento aleatorio.

La otra cuestión a la que presta atención es la del orden, para sostener que orden, desorden y organización son interdependientes y ninguno es prioritario.

Asimismo, plantea una definición de paradigma, que se diferencia de lo expresado por Kuhn y que expresa como: “Un paradigma es un tipo de relación lógica (inclusión, conjunción, disyunción, exclusión) entre un cierto número de nociones o categorías maestras. Un paradigma privilegia ciertas relaciones lógicas en detrimento de otras, y es por ello que un paradigma controla la lógica del discurso. El paradigma es una manera de controlar la lógica y, a la vez, la semántica”[19].

Con respecto a las distintas posiciones que hemos expuesto en este trabajo sobre ciencia y filosofía, piensa que la unión de ambas es difícil pero posible, aún en el estado de disyunción en que se encuentran.

Expone igualmente la compleja relación entre la ciencia y la sociedad, pues a través de instituciones científicas y académicas, la ciencia se ha transformado en una institución. Influye sobre la sociedad pero, a la vez, sufre la determinación tecno-burocrática de la organización industrial del trabajo.

Finalmente, para Morín la razón es evolutiva y el riesgo es que la sofoque la racionalización, un concepto vinculado a los desarrollos de Horkheimer, Adorno y la Escuela de Frankfurt. 

 

Algunas conclusiones provisorias para esta etapa

 

Hay algunas conclusiones que pensamos que podemos extraer, aunque sea en forma provisoria, sobre la evolución que hemos expuesto en relación con la ciencia y la epistemología.

Básicamente podemos decir que la ciencia es una construcción social, que sucede en un determinado contexto histórico y, por lo tanto, en relación con otras variables que operan en el ámbito de lo humano como las económicas, las políticas, las tecnológicas y las culturales. Esta situación, conduce a que la determinación sobre que se investiga, como se lo hace, con qué intereses, deba ser incorporada a cualquier debate sobre ciencia, epistemología, conocimiento y metodología, por los condicionamientos que impone el conjunto social al hecho científico.

Entonces la investigación científica, no se realiza solo por el descubrimiento sino que, en nuestro mundo contemporáneo, las líneas de investigación tienen relación directa con el tema económico; pensado desde Marx, el capitalismo todo lo transforma en mercancía.

Podemos decir, por lo tanto, que si la ciencia es una construcción social, donde juegan conflictos e intereses públicos y privados, el concepto de campo desarrollado por Bourdieu nos posibilita estudiar la dinámica de la ciencia en el marco de la institución científica[20]; así como el método dialéctico, nos permitirá el acceso a la comprensión de los hechos analizados.

 



[1] Sokal Alan. Más allá de las imposturas intelectuales. Ciencia, filosofía y cultura. Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, España, 2008. p. 238.

[2] Samaja Juan. El lado oscuro de la razón. JVE Ediciones, Buenos Aires, 1996. p. 23.

 

[3] Samaja Juan. El lado oscuro…ob. cit. p. 49.

[4] Samaja Juan. Epistemología y Metodología. Elementos para una teoría de la investigación científica. Eudeba, Buenos Aires, 2006. pp. 74-75.

[5] Klimovsky Gregorio. Las desventuras...ob. cit. p. 105.

[6] Ver al respecto el cuadro de p. 76 en Samaja Juan. Epistemología...ob. cit.

[7] Klimovsky Gregorio. Las desventuras...ob. cit.  P. 145.

[8] Borrello Ricardo. Epistemología de la economía. Validación, significado y realidad en la teoría económica. Ediciones Cooperativas, Buenos Aires, 2006. pp. 45-46.

[9] Borrello Ricardo. Epistemología de la economía...ob. cit. pp. 53-72.

[10] Borrello Ricardo. Epistemología de la economía…ob. cit. pp. 68-69.

[11] Reproducido por Borrello Ricardo. Epistemología de la economía…ob. cit. p. 72.

[12] Bourdieu Pierre. Campo de poder, campo intelectual. Quadrata Editorial, Buenos Aires, 2003. p. 89.

[13] Bourdieu Pierre. Campo de poder…ob. cit. p. 89.

[14] Morin Edgar. Introducción…ob. cit. p. 30.

[15] En el original en itálica.

[16] Morín Edgar. Introducción…ob. cit. p. 32.

[17] Morin Edgar. Introducción…ob. cit. p. 137.

[18] Kosik Karel. Dialéctica de lo concreto: estudio sobre los problemas del hombre y el mundo. Grijalbo, México, 1967.

[19] Morin Edgar. Introducción…ob. cit. pp. 154-155.

[20] Utilizamos el concepto institución en el sentido que lo hace René Lourau en El análisis institucional, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1988.