Educación
y Tecnología
¿Hacia
donde va la Universidad?
Mg.
Carlos A. J. Molinari
Como
hemos destacado en este blog, las nuevas tecnologías digitales están
impactando en todas las dimensiones de la vida social y este impacto
se produce, como resultado del estado actual de la globalización
capitalista, a nivel planetario; aunque es necesario decir que con
diferentes niveles de penetración de las mismas en cada sociedad así
como con diferentes escalas de uso.
La
educación universitaria -sin especificar aquí disciplinas o niveles
de grado o postgrados- no podía quedar al margen de estos cambios.
Desde los dispositivos móviles hasta la utilización de herramientas
como archivos virtuales, grupos de trabajo, videoconferencias,
escritura colaborativa y otras, amenazan con transformar lo que hasta
hoy conocemos como proceso educativo, por lo menos desde lo que
transmiten los medios de comunicación masivos y algunos miembros de
la comunidad educativa.
Por
supuesto que sin pretender agotar un tema de estas características,
para el cual se requiere sin dudas el trabajo interdisciplinario y un
proceso de investigación continuo, la idea es analizar, dentro de
los límites de un artículo de este tipo, algunas ideas que nos
pueden ayudar a repensar los cursos universitarios y la utilización
de estas tecnologías con un sentido de mejora de la educación y no
simplemente “porque los alumnos las utilizan y hay que adaptarse a
la época”.
No
soy ni tecnooptimista ni tecnófobo. Entiendo que el objetivo de la
educación es que el alumno desarrolle su capacidad de pensar, para
lo cual la utilización de las nuevas tecnologías digitales cobra
sentido en la medida que contribuyan a ese objetivo. Se trata en
definitiva de técnicas, como la tiza y el pizarrón, la
experimentación, la observación, las clases magistrales o el
trabajo grupal e individual, presencial o domiciliario; su
utilización y combinación dependen en última instancia del docente
y de su plan de trabajo,
Pero
como las técnicas no son neutras -sin analizar por razones de
objetivos del artículo todas las implicaciones de esta cuestión-,
se hace necesario un replanteo acerca de como utilizamos las mismas y
que consecuencias tienen para la mejora o no del proceso educativo.
Roberto
García Esteban publicó en un blog de Telefónica denominado A un
clic de las TICS, un artículo titulado pomposamente “Un
cambio de chip en Educación: así será en 2030”.
Digo pomposamente porque se trata de un breve artículo con algunas
de las tecnologías que se están utilizando y alguna idea que
comentaremos, más que una tendencia hacia un futuro a trece años
vista. No obstante debemos decir en defensa del autor que no es un
educador sino Ingeniero en Telecomunicaciones, con un MBA y trabaja
el Oferta para pymes en Telefónica de España.
En
este artículo, se menciona que en el futuro no bastará con saber
utilizar los dispositivos sino que habrá que aprender como
funcionan, poniendo el ejemplo de Inglaterra donde los niños
aprenden algoritmos de programación, en un equivalente a leer y
escribir.
Se
puede enfocar esta cuestión desde dos miradas complementarias pero
distintivas a la vez. Por una parte, no cabe duda que para trabajar
con tecnologías digitales puede ser de gran importancia el manejo de
la programación de los dispositivos que se utilizan. Como ejemplo,
en un workshop de arte digital realizado el 11 de noviembre de 2016
en Buenos Aires, en el Centro Cultural Kirchner, el artista digital
Diego Alberti explicaba que su formación era de técnico electrónico
y programador, conocimientos que le permitían crear su arte digital.
En este caso, no hay dudas de la importancia de manejar determinadas
herramientas que le posibiliten crear a partir de un determinado
hardware, de acuerdo a sus potencialidades.
Pero
por ejemplo para un académico interesado en crear un repositorio
digital de algún tipo de investigación, no es necesario conocer las
técnicas que posibilitan programar o el lenguaje de la programación,
pues podría formar parte de un equipo interdisciplinario donde los
programadores trabajen ofreciéndole las herramientas que necesite.
Un
médico no necesita conocer de algoritmos para hacer diagnóstico por
imágenes en una computadora; lo que sí entiendo que necesita un
profesional o un científico es comprender la lógica de las
tecnologías digitales, para saber que posibilidades le brinda la
técnica o establecer un mínimo lenguaje común con los
profesionales de las disciplinas de sistemas informáticos.
De
regreso al caso del artista digital, utilizar las nuevas tecnologías
implica conocer sus potencialidades; el impresionismo no hubiera sido
posible sin los avances en la química y el desarrollo de nuevas
pinturas que permitían trabajar en contacto con la naturaleza. De la
misma manera cualquier profesional o científico debe conocer la
potencialidad y la lógica de la herramienta. Pero no creo que
conocer un algoritmo sea determinante para manejarse en un mundo con
nuevas tecnologías; como siempre en algunos casos será fundamental
para el desarrollo futuro del individuo y en otros casos no agregará
mucho al mismo. Es como la enseñanza de matemáticas en la
actualidad; depende de la profesión elegida su mayor o menor
utilización, independientemente de que su conocimiento es parte de
la formación -o debería ser- de un alumno de la escuela primaria o
media, en la medida que le brinda un instrumento para desarrollar su
capacidad de pensar, la cual aplicará a todos los ámbitos de su
trabajo científico o profesional.
Pero
la otra cuestión que plantea el autor del artículo citado que si
considero de máxima importancia es cuando sostiene que los educandos
serán evaluados por su habilidad para resolver problemas
y por su pensamiento crítico.
No cabe duda que estas son las dos cuestiones centrales de la
educación, esencialmente en la Universidad que es nuestro objeto de
estudio, que apuntalan ese gran objetivo que habíamos definido como
el desarrollo de la capacidad de pensar. Tanto si se plantea la
formación de profesionales como de científicos -o una combinación
de ambos-, estas capacidades son las centrales que le debe brindar la
Universidad en su formación tanto de grado como de postgrado. Pero
no debemos dejar de señalar, que estas capacidades no dependen de
las tecnologías utilizadas en la educación sino del proyecto
curricular; sin desdeñar el papel de apuntalar el proceso que pueden
desempeñar las nuevas tecnologías digitales.
Para
desarrollar capacidades para resolver problemas, el alumno debe
poseer conocimientos básicos, que le posibiliten identificar que
disciplinas le pueden entregar los marcos teóricos o las habilidades
prácticas necesarias.
Frente
a esta cuestión se escucha decir que como toda la información se
encuentra de una u otra manera digitalizada en la red, lo que el
alumno debe poseer es el dispositivo que le permita conectarse y un
buscador hará el trabajo por él.
Primero
que para buscar en la red hay que saber que buscar. Un problema de
baja de rentabilidad de una empresa puede venir de una caída de las
ventas, incorrecciones en el cálculo de costos, ineficiencias del
sistema productivo, compras inadecuadas, malos manejos financieros,
etc. Solo un alumno que ya posea los conocimientos sobre que implican
estos temas, podrá identificar de acuerdo al problema que
instrumentos debe buscar que le sería útiles para resolver la
cuestión planteada en su curso. La tecnología disponible y el
conocimiento de como utilizarla agilizarán el trabajo, pero lo
definitorio tiene que ver con el conocimiento y éste no se encuentra
previamente en Internet. Lo que hay en la red son datos, que el
alumno deberá organizar para transformar en conocimiento, con la
orientación del docente, que aporta sus conocimientos previos así
como su experiencia científica y/o profesional.
También
podrá encontrar en la red conocimientos producidos por otros
científicos, o profesionales u otros alumnos. El tema central aquí
es que el hecho de que se encuentre en Internet, aún en páginas
medianamente confiables, como Wikipedia, no es garantía sobre el
contenido. Ahí es donde el docente tiene un papel central en la
orientación del alumno, transformándose en guía en esa jungla que
es la red.
El
otro eje que se había planteado era el desarrollo del pensamiento
crítico, un tema que en Argentina no está demás replantear, aunque
parezca una redundancia pues no hay pensamiento si no es crítico en
nuestro estado de desarrollo social. Desde el de omnibus
dubitandum est (“duda de
todo”) del pensamiento de Descartes que funda la modernidad, el
pensamiento crítico forma parte -o debería formar parte-, de la
vida cotidiana de científicos, profesionales, intelectuales; no hay
otra manera de pensar. Igual debo decir que a mi criterio la duda
cartesiana funda la modernidad, pero el pensamiento crítico nace
cuando el hombre comienza a reflexionar sobre la naturaleza, sobre sí
mismo y sobre lo que otros pensaron. Lo que ocurre es que muchas
veces en la historia la crítica estuvo tapada por el dogma y la
modernidad quiebra ese dogma.
Decíamos
que en Argentina es relevante insistir en la importancia del
pensamiento crítico cuanto que hemos asistido a declaraciones de un
alto miembro del gobierno y de un asesor presidencial con título de
filósofo, cuestionando el pensamiento crítico.
¿Pero
de que se trata en definitiva el pensamiento crítico? Cuando leemos
un trabajo y no lo tomamos como la verdad revelada sino sujeto al
tamiz de nuestros conocimientos y nuestra experiencia; cuando ponemos
ese trabajo en el contexto histórico y geográfico en que fue
producido y no lo leemos como si hubiera sido escrito fuera del
tiempo y del espacio; cuando podemos analizar las limitaciones y los
aportes a nuestras ideas, entonces estamos haciendo pensamiento
crítico.
Como
se puede detectar, la tecnología no es la que puede generar este
tipo de pensamiento, sino que es solo el auxiliar que nos
posibilitará acceder a una cantidad de datos que nos pueden ayudar a
pensar mejor lo que estamos leyendo.
No
es lo mismo leer un texto de Teoría de la Organización de Herbert
Simon aislado de todo contexto, que hacerlo con la posibilidad de
observar a la vez en una pantalla la biografía del autor, la
situación socio económica y el país en que produjo su obra o poder
acceder a estudios críticos sobre la misma que nos posibiliten hacer
estudios comparativos para sacar conclusiones. En esto juegan un gran
papel las nuevas tecnologías digitales que nos permiten acceder a
todos estos datos complementarios que mejoran nuestra capacidad de
análisis y de producir un auténtico pensamiento crítico. Pero de
ahí en más depende de nuestra formación y de los docentes que nos
guían por el camino en la Universidad.
Estamos
arribando entonces a la primera gran conclusión en este artículo y
es que el pensar no depende de las tecnologías, sino que las mismas
solo son instrumentos. Es factible, que los dispositivos que
utilizamos y las tecnologías digitales que los hacen funcionar,
cambien nuestra manera de pensarnos a nosotros mismos y al mundo que
nos rodea, pero siempre la técnica será un producto del pensamiento
y no el pensamiento un producto de la técnica -independientemente
del poder de la técnica de modificar nuestro imaginario y como
pensamos-.
En
estas épocas en que los seres humanos han construido un ego
colectivo que los hace pensarse como centro del universo, no está
demás recordar que el pensamiento precedió a la técnica; cuando
los primeros homínidos observaron la naturaleza y se dieron cuenta
que podían generar instrumentos para modificarla a su favor y
desarrollaron un lenguaje para comunicarse, estaban poniendo el
pensamiento -aún en el estado en que se encontraban- por encima de
la herramienta. A veces las cosas no son tan nuevas como parecen o
nos quieren hacer creer, de ahí la importancia del pensamiento
crítico.
La
expuesta es la cuestión central sobre el tema educativo y la
utilización de tecnologías digitales. La utilización de las
herramientas es un tema secundario, que depende de cada docente, del
contexto que le brinde la universidad y de adaptar las metodologías
áulicas a los nuevos instrumentos disponibles.
La
preocupación de los docentes no debe pasar, entiendo, porque los
alumnos estén distraídos en las clases utilizando dispositivos
móviles, sino en como utilizar esa tendencia para beneficio de la
educación.
El
hecho de que prácticamente todos los alumnos, más allá de su
condición socioeconómica posean dispositivos móviles, es un avance
que puede colaborar en una profunda transformación del proceso
educativo.
La
utilización de redes sociales como Facebook, Google+ o Twitter para
comunicarse con los alumnos, transformándolas en tableros de
novedades sobre la asignatura que mantengan actualizada a la clase es
un camino que debe ser explorado.
De
la misma manera que utilizar el potencial de los software de
educación a distancia para complementar las clases presenciales,
permitirían cambiar éstas últimas, ya que brindarían la
posibilidad de utilizar con un criterio participativo las clases
presenciales, dejando mucha de la información que transmite el
docente para que los alumnos se conecten con la clase a distancia del
mismo curso.
La
escritura colaborativa en la nube, nos da la posibilidad de que los
alumnos trabajen en equipo en la misma clase produciendo documentos
que son los que el docente podrá evaluar como proceso del curso.
No
tiene sentido que el docente pierda el tiempo transmitiendo
información que el alumno puede buscar en la red, pero como ya hemos
señalado, la orientación en la clase sobre como buscar y
seleccionar esa información, es preferible que se haga con la
presencia del profesor que puede así guiar el proceso de
aprendizaje.
En
definitiva, páginas web, bases de datos en la nube, archivos
digitales, servicios de mensajería para comunicar novedades, son
instrumentos que de utilizarse, junto a los mencionados, van a
cambiar la forma en que se da el proceso de enseñanza aprendizaje.
El
educador debe ser el que orienta y el que ayuda a generar en los
educandos, como dijo en una oportunidad el profesor Noam Chomsky,
ideas desafiantes. Para ello, es necesario que el docente les brinde
todas las posibilidades de acceder a la información necesaria
relacionada con el curso; y es ahí donde las nuevas tecnologías,
con la posibilidad de integrar audio, lectura, video, gráfica y
otras fuentes le dan al docente la gran herramienta para que así el
curso se transforme en un auténtico espacio de debate y generación
de ideas.
De
regreso al inicio, no es incorrecto que el alumno además de utilizar
los nuevos dispositivos sepa como funcionan, pero dependiendo de la
disciplina, esto puede o no ser central.
Las
denominadas Humanidades Digitales son un ejemplo de como es factible
integrar disciplinas humanísticas con la informática para producir
un espacio de encuentro que enriquece a las dos vertientes
disciplinarias. Este encuentro, está produciendo importantes
repositorios digitales de datos e información que no hubieran sido
posible sin esa fecundación recíproca.
Lo
central en la educación sigue siendo poder colaborar en desarrollar
en el alumno la capacidad de pensamiento crítico, que en una
sociedad cada vez más invadida por las máquinas, es la única
herramienta que le permitirá comprender esta sociedad y
transformarla en consecuencia en beneficio del ser humano.
Lo
otro, los instrumentos, por supuesto que van a cambiar profundamente
la Universidad en los próximos años y las maneras de educar, las
formas de llegar al alumno y, quizás, vayan transformando nuestra
manera de pensar; es posible que tengamos un pensamiento más
integrador producto del acceso a múltiples fuentes de datos en forma
simultanea que nos posibiliten un análisis más complejo y no
lineal. Pero un pensamiento de este tipo, no sería más que reflotar
a los viejos renacentistas, pero con las tecnologías digitales a su
servicio. Nada más ni nada menos.